El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 22.

Phoebe estaba de los nervios. Ya había avisado a As de la maldita fiesta a la que tenía que asistir, pero eso sería algo bueno. 
Había arreglado el vestido que Raphael le había traído. Ya no tenía un escote tan pronunciado por la parte de delante, pero el de la espalda se lo había dejado. Sería muy posible que necesitase usar las alas. La abertura de la falda había desaparecido por completo, ya era suficiente con que se viera su espalda. No le hacía mucha gracia, porque era ahí donde se notaban las cicatrices del látigo. No quería ni pensar en cómo se pondría As.

Isabelle estaba en su habitación, una contigua a la de Miguel. Por algún milagro la había dejado sola para que se preparase. Estaba muerta de miedo, ya que esa fiesta era para celebrar su compromiso y ahí se anunciaría que mañana sería la boda. No se casaría con Miguel. Pero su miedo había menguado un poco al saber que venían a rescatarlas.

Phoebe le había contado todo gracias al vínculo de los lobos, y eso le había dado fuerzas para seguir fingiendo un poco más. Solo debía sonreír e ir cogida del brazo de Miguel, una ardua tarea, dado que no siempre podía mantener la fachada, pero lo intentaría.

Empieza a buscar el vestido indicado. Miguel le había ordenado que se pusiera bella, y lo haría, pero no para él. Raffe vendría y quería estar hermosa para él.

Se decanta por un vestido blanco de gasa, con filamentos de plata. Al verlos un escalofrío le recorre el cuerpo, al recordar el maldito látigo. Como a Phoebe, a ella también la castigó con esa maldita cosa y tenía sus cicatrices para demostrarlo, por ese motivo había escogido ese vestido. Taparía su espalda y estaba preparado para que pudiera tener las alas fuera.

Las horas pasaron y la fiesta por fin había comenzado. Todos los ángeles de la ciudad plateada estaban en el palacio central, ese que una vez perteneció al Trono. Phoebe vio a Izzy nada más entrar del brazo de Raphael. 
El demonio emplumado, como lo llama Phoebe, se había disgustado al ver que ella había cambiado bastante el vestido que le había dado, pero no replicó. Lo que sí que le dijo era como debía comportarse, y se lo había repetido mil veces mientras llegaban.

Las reglas eran: estar callada, no separarse de él y por nada del mundo mirar a Miguel a los ojos. Tampoco debía hablar con el jefe de las hordas celestiales. 
Phoebe no pretendía hablar con Miguel, y si no tenía que mirarlo a los ojos mejor, porque si lo hacía estaba segura de que el arcángel notaría su rabia hacia él, y sabía que tenía que interpretar su papel de chica arrepentida que había aprendido la lección, pero solo hasta que ellos llegaran.

As había hablado con ella. Le había avisado que ya habían vuelto y que estaban cerca de abrir las puertas. Se moría de ganas de verlo, a él y a toda su familia. Los echaba mucho de menos. 
La loba había avisado a Izzy en cuanto As le había dicho, pero aún no sabían cómo iban a salir de ahí sin ser vistas. As le había asegurado que habría una gran distracción.

- Raphael – dice Miguel con voz melosa -. Pasa, tú eres el último en llegar.

Phoebe en ningún momento levanta la vista, y le estaba costando. Con tan solo oír su voz le habían dado ganas de arrancarle la garganta con sus dientes, pero se contuvo.

- Lo siento, es que se me ha pasado el tiempo volando – comenta Raphael.

La loba no le hace falta alzar la vista para saber que Miguel la estaba mirando. Notaba sus ojos fríos sobre ella y escucha la voz de Izzy en su cabeza.

"No lo mires. Es lo que quiere, Pheebs. No lo hagas."

- Parece que por fin se ha domesticado – comenta el arcángel -. ¿Te ha dado problemas?

- No.

Tras esa breve conversación se dirigen al centro de la estancia, donde habían ocho tronos, pero uno de ellos era el más grande. 
Phoebe supo que los cinco ángeles que estaban esperando eran los arcángeles que faltaban, y fue porque se lo dijo Izzy. 
Miguel ocupa el trono más grande e Izzy se sienta a su lado. Los demás toman sus asientos y Phoebe se queda en pie, detrás de Raphael. Ella no dejaba de mirar a Izzy de reojo, sin que nadie se percatase.

- Bienvenidos, hermanos – Miguel alza la voz para que todos pongan su atención en él -. Es muy agradable tenerlos a todos aquí, ya que esta noche es muy importante. Se os ha dicho que esto era una fiesta de compromiso, pero estoy tan feliz, que he cambiado de opinión. Esta noche se celebrará mi unión con Isabelle, y me hace muy feliz que todos estén presentes.

Esta vez las chicas sí que se miran y ambas están con los ojos muy abiertos. No podía ser posible.

Por fin habían llegado a las puertas. Los demás se habían alejado un poco y habían dejado que Raffe y As se encargasen de abrirlas, ya que solo ellos podían. Los dos se miraron un segundo y de repente a As le viene la voz de Phoebe.

"Miguel se quiere casar con Izzy. Justo ahora, As."

La mirada que le lanza al lobo se lo dice todo y no tardan en entrar en acción. El entorno empieza a oscurecerse y un olor a lluvia les llega junto con el sonido de un trueno lejano. Raffe desenvaina a Gloriosa, y esta empieza a brillar como un faro, y ocurre lo mismo que pasó la última vez que ellos dos estuvieron frente a esas puertas. Un rayo cae sobre la espada justo en el mismo segundo que Raffe la bajaba a gran velocidad sobre las puertas, y estas se abrieron con un gran estrepito.

- Ya saben lo que tienen que hacer – dice Raffe antes de desplegar sus alas e irse con As y Stephan.

Los caídos y Metatrón serían los encargados de distraer a los ángeles, solo el tiempo suficiente para que ellos cogieran a las chicas y salieran por la puerta que Metatrón creó y por la que escapó. La que había en el cielo no cambiaba de lugar, era solo la salida a la Tierra, así que era por ahí por donde saldrían.

"Ya vamos." Esas dos palabras se filtran en la cabeza de Izzy y no podía describir lo aliviada que se sentía por escucharlo. Todo su cuerpo se relajó por un segundo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.