Prólogo

Después del enfrentamiento con mi mejor amigo en el mundo de los inmortales, hacerse pasar por muerta, fue la mejor decisión que pude tomar. 

Caí en la Tierra como una niña abandonada y una familia de noble corazón me adoptó, al encontrarme sola e inconsciente en el bosque.

Aquella familia me crió como una hija más y además de ganar unos buenos padres, también gané un hermano.

Cuando desperté, estaba en una habitación humilde pero acogedora, que pronto se convirtió en mi refugio personal.

Aunque era feliz, dentro de mí habitaba un espíritu inquieto que se preguntaba: ¿Qué pasó con el mundo que abandoné? ¿El conflicto entre los reinos había terminado? Durante mucho tiempo, estas preguntas me perturbaron haciéndome sentir inquieta y ansiosa. Con los años, me enteré de que todo estaba bien, y que el mundo de los inmortales descansaba en paz.

Me sentí satisfecha ante esta buena noticia, porque también experimenté nostalgia, porque una parte de mí seguía en aquel lugar con todo lo que amaba y aún amo profundamente. El deseo de estar con quienes he amado, a menudo me llenaba de tristeza, pero sabía que estaban más seguros sin mí.

Así que continué con mi vida en la Tierra, consciente de que mi sacrificio había valido la pena y que todos los que amaba estaban a salvo.

Pero esto no se quedaría aquí, pues con el tiempo, una nueva noticia llegaría a mis oídos a través de un viejo conocido, la cual me haría realmente reflexionar sobre mi destino como descendiente del fénix.