El Destino del Fénix

12. Encuentros y rivalidades

Mientras mi tío esperaba a Daiyu, me dirigí a mi siguiente clase, esta vez la de artes marciales, donde me enfrentaría al primer obstáculo de mi pasado… Li Wei.
Cuando llegué, la clase aún no había comenzado, pero todos los estudiantes ya estaban reunidos.
Como era nueva en el lugar, no tenía a nadie con quien charlar, así que me senté en silencio a orillas de una gran fuente, saqué mi espada y con un paño empecé a limpiarla, mientras hablaba para mis adentros con Fenghuang.

– ¿Qué te parece esta atmósfera? – pregunté, intentando distraer la tensión en mi pecho.
– Es bastante agradable. – Respondió serenamente, siendo su voz, como una suave brisa que envolvía todo mi cuerpo.

Suspiré y continúe limpiando mi espada, mientras que mis pensamientos vagaban hacia Daiyu.

– Espero que la lección termine antes de que Daiyu llegue al templo. Quiero verla, saber en que se ha convertido mi niña. ¿Crees que se parezca a mí o a su padre?
– No lo sé… – dijo Fenghuang, en tono pensativo. – Ojalá se parezca a ti.
– Cuando llevaba unos meses con ella, sus ojos parecían que iban a ser idénticos a los míos y su cabello, comenzaba a tornarse oscuro como el de su padre. – dije, con una sonrisa nostálgica

Estaba inmersa en estos pensamientos cuando un joven desconocido irrumpió mi concentración al acercarse para hablar.

– Bienvenida. – dijo, con una sonrisa cálida.
– Gracias. – respondí, devolviéndole la sonrisa.
– Tu eres Mei Feng, ¿verdad?
– Así es. – asentí. – ¿Y tu eres…?
– Mi nombre es Feng. Es un gusto conocerte.
– El gusto es mío, Feng.
– A pesar de que eres nueva aquí, ya te has ganado la admiración de algunos. – comentó, en tono amigable.
– ¿De verdad? – dije, sorprendida.
– Así es. – respondió, divertido. – El maestro Leizhen ha quedado impresionado por el control que tiene sobre tu qi, pero además de eso, también es por ser la aprendiz del maestro Zhou, quién regresó al reino después de tanto tiempo de estar ausente. Nadie en el Reino Inmortal es tan importante como Zhou, ya que es un gran maestro en el arte de la alquimia y la magia curativa, por lo que muchos están contentos por su regreso.
– No sabía que a mi tío le tenían en tan alta estima, pero realmente me alegra por él. – sonreí, con humildad.
– ¿Zhou es tu tío? – preguntó, levantando una ceja como si estuviera sorprendido.
– Así es. Es hermano de mi madre. Cuando fue a visitarla hace poco tiempo y observó que poseía un gran talento para la alquimia, me invitó a venir con él al Reino Inmortal para refinar mi poder y yo sin dudarlo, acepté.

No me gustaba mentir, pero en este caso no podía hacer otra cosa que ocultar la verdad hasta que llegue el momento indicado para mostrar quien soy en realidad.

– Es increíble. – expresó Feng, impresionado.

Le dediqué una sonrisa modesta y en ese momento, llegó a la clase Li Wei, y tanto Feng como yo, nos ubicamos en nuestros lugares correspondientes.

Cuando Li Wei me vio, me esbozó una pequeña sonrisa a modo de saludo, ya que antes nos habíamos visto. Pero lo que hizo no pasó por desapercibido para los demás discípulos, ante este saludo que nadie noto, dos jóvenes empezaron a murmurar entre ellas algo que obviamente era ineludible para mí, pero no les hice caso.

El joven maestro de artes marciales era el centro de atención para muchas chicas y sospeché que estaban hablando de eso, lo consideraban no sólo guapo, sino también como una figura misteriosa lo que hacía aumentar su atractivo.

Aunque no podía negar que Li Wei era un hombre apuesto y enigmático, sabía bien que ninguna de esas chicas podría conquistar su corazón. En mi caso lo conocía bien y sabía que el objetivo de este joven, desde tiempos inmemoriales era: aumentar su poder y convertirse en un gran Dios de la Guerra, exceptuando la idea, que muchos no sabían, sobre su obsesión con la Diosa Fénix, mi antigua identidad.

Las chicas continuaron susurrando entre ellas por un rato más y luego dejaron de hacerlo, lo que hizo que notara a una en particular, cuyos ojos azul oscuro me observaban con una intensidad desagradable.

Después de la clase, me reuní nuevamente con Feng, quien me recibió nuevamente con una gran sonrisa.

– ¡Eres increíble! Apenas has comenzado y ya destacas entre todos nosotros.
– No es para tanto. – respondí, humildemente, ya que no me gustaba que me halagarán tanto.

En ese momento, la joven que durante la clase me había estado observando se acercó y con una mirada cargada de desdén que no auguraba nada bueno, dijo:

– Así que tú eres la nueva prodigio del lugar. Pareces destacar en tus habilidades y eso que acabas de empezar. – dijo, en un tono que ocultaba una clara hostilidad.

Analizé lo que iba a responder por un momento y respondí:

– La verdad no soy un prodigio. Simplemente he practicado mi qi lo suficiente, como para dominar esta lección.
– Incluso en tu práctica de qi destacaste. Eso es realmente admirable. – su tono, estaba cargado de una ironía apenas disimulada.

Quería terminar la conversación lo antes posible, sentía una urgencia por ver a Daiyu en el templo. Estaba a punto de despedirme cuando Li Wei se unió a nosotros y noté como la expresión de la joven cambiaba de arrogante a sumiso.

Entonces en ese momento comprendí porqué me había mirado con tanto desprecio desde el principio.
Las otras chicas le habían comentado, como Li Wei me había sonreído al saludarme y esto claramente no le asentó bien a la joven, cuyo nombre era Mingzhu.



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En el texto hay: dioses, reencarnación, antigua china

Editado: 15.08.2024

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