El destino del lobo

Prologo

El viento se cruzaba entre los pasillos de esa inmensa casa donde alguna vez las risas se colaron entre las paredes, la oscuridad se apoderaba de cada espacio, debajo de las escaleras donde alguna vez el amor fue jurado, la entrada principal se miraba desgastada como si los años hubieran pasado de golpe, se mantenía de pie solo por decisión propia, las ventanas mostraban la falta de cuidados y limpieza, era un lugar desolado que antes estuvo lleno de vida.

En la oscuridad del bosque un alma en pena caminaba a pasos cortos y pesados, arrastrando sus culpas, había perdido todo, sus pesadillas se habían vuelto verdad, un lobo blanco camina detrás de él con la cabeza gacha, era el único que sabía la verdad, era el único testigo de lo que había pasado esa noche, pero las palabras no existen y jamás existirán.

Podía revivir el llanto de esa noche, sus ojos llenos de lágrimas, sus gritos y sus súplicas, Alexter estaba condenado y revivía su dolor todos los días, estaba maldito al quedar vivo después de lo que hizo.

— Alexter... sálvame...

Golpeo uno de los árboles que aún permanecían de pie a su paso, alzo la vista a luna cuando sintió su luz. Sus ojos que ahora se miraban de un rojo carmesí se encandilaron por el brillo de la luna, ahora hasta ella misma le negaba su luz. ¿Qué había hecho? Había matado a la mujer que amaba, viviría maldito hasta el último día de su vida. La voz de Madeleine se colaba en su cabeza atormentándolo.

— Mírame Alexter... por favor...

Se dejó caer de rodillas, su cuerpo mostraba cansancio, heridas sin curar y otras que solo eran el rastro del daño, ya no deseaba vivir, pero su condena era esa. Tomó la tierra entre sus manos marcadas de sangre, enlodó sus uñas encajándolas, golpeo con fuerza la tierra y comenzó a llorar, si es así como puede llamarse al llanto que sale de él, un bufido de dolor, aprieta sus dientes y el crujido es taladrante y lastimero.

— Te amo... te perdono...

Alexter grito, grito con desesperación un grito sin palabras, sin letras que pudieran expresar su sufrir, solo partiendo su garganta por el sonido de su voz, los ojos de Madeleine no los podía borrar, jamás pasarías.

— Quiero estar a tu lado... lo siento tanto— dice contra el suelo mientras sus lágrimas rebosan su rostro y gotean hasta el suelo, la lucidez había llegado, pero ahora prefería permanecer perdido en el trance que su bestia obligo, ya que la bestia no le responde más lo ha dejado solo. El lobo blanco estaba plantado sobre sus patas traseras mirándolo, alzo la vista al cielo cuando un pequeño pétalo se cuela entre la luz de la luna. Se pone de pie alerta cuando siente la presencia de alguien más. Alexter abre los ojos cuando aprecia una calidez en su mano derecha, observa el pétalo sobre su mano, las flores habían dejado esas tierras desoladas. La tierra comenzó a vibrar bajo de él, se puso de pie con rapidez cuando siente ser atacado por unas finas raíces.

Alza los brazos protegiendo su rostro y un fuerte golpe choca contra ellos lanzándolo contra dos árboles a metros atrás, Sable intenta ayudarle, pero un fuerte viento lo aleja de la misma manera.

— ¿Quién eres? — exige el mayor.

— El destino...

— ¿De—estino? — dice con dudas tratando ver en donde esta quien habla, pero no puede ver a nadie, si no fuera por la sangre que corre en sus brazos pensaría que es una alucinación más.

— ¿Cuál es tu pecado Alexter Itreque?... — dice la voz un poco distorsionada entre los árboles.

— Pecado... — Alexter repite, y la imagen de Madeleine se afianza en sus recuerdos.

— La luna demanda tu destino... la luna demanda tus pecados ¿Qué estás dispuesto a dar a cambio?

Alexter le escucha y sonríe amargamente, se deja caer sentándose sobre sus piernas, mira el paisaje a su alrededor.

— No tengo nada de valor, si consideras mi vida digna, mi vida es lo que puedo ofrecer... aunque ya no es mía.

— Que así sea — escucha el alfa.

La tierra tiembla y comienza a abrirse en dirección a él, pero el mayor no hace nada por correr, el aullido de sable retumba en sus tímpanos, alza la vista para verlo parado imponente sobre una roca, el viento ondea su pelaje blanco, Alexter sonríe y las lágrimas recorren sus mejillas.

— Perdóname buen amigo...

Regresa la vista a sus manos que están privadas aferradas entre sí, la muerte lo asechaba de nuevo, pero ahora no puede correr, los motivos para vivir se han quedado atrás, aunque sabe que la luna jamás le permitirá descansar en paz en brazos de ella, porque se condenó al exilio de los suyos.

— Alexter...

Abre los ojos al reconocer su voz, mira a sable que hábilmente salta en dirección de donde viene la voz, el mayor por inercia se pone de pie y un árbol se parte en dos cayendo aun costado suyo, el ambiente se vuelve hostil, las raíces de los árboles se tornan armas contra él, pero la escuchó... es ella.

— Madeleine — dice con miedo.

— Alexter...

Se pone de pie cuando siente ser atacado, corre apoyado con sus pies y manos, salta cuando siente el azote de una raíz y esta se rompe en miles de pedazos contra la roca que choca. Comienza a correr a toda velocidad cuando su nombre se repite una y mil veces más, su corazón late con frenesí y puede sentir que se ahoga.




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