“Cuenta la leyenda que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper”.
Eso fue lo que me contaron, pero en realidad no fue así, desde muy pequeño podía ver el hilo rojo. Pero había personas que se amaban, pero no estaban unidos desde muy pequeño quería saber el por qué podía verlo yo, pero nunca encontré la respuesta.
Cuando crecí tuve mi primera confección era un chico quien se había enamorado de mí, al pasar el tiempo con el sentía mucha felicidad, pero esa felicidad no duró…
El cruel destino me lo arrebato, el me protegió para que no me atropellaran, pero a cambio el murió, aunque me doliera o aunque llorara el nunca volvería.
Así paso meses y meses, todos esos meses, otras personas se me confesaban no importa si era chico o chica, pero cada uno murió en frente de mis ojos, la locura se apoderó de mí y una gran pena consumió mi corazón.
Para que no volviera a pasar, tenía que rechazar sus sentimientos hacia a mí, pero a pesar de todo, todas esas personas que murieron no estaban conectados conmigo y me jure a mismo que nunca más encontraría otra persona que esté conectado conmigo.
Porque yo sufriría otra vez, por eso no me pienso enamorar, no más.
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