El destino que no construí

Prefacio

Era fiel creyente de que cada quién construye su propio destino, que no hay nada escrito, que había que luchar con todas las fuerzas, con todas las ganas y todo saldría como tú esperabas o al menos se acercaría mucho. Pero la vida me dio una amarga sorpresa y mi forma de pensar cambió para siempre.

Conozco a Brandon desde que teníamos seis años, era mi mejor amigo. Desde esa edad, sabíamos que estaríamos juntos para siempre.

Recuerdo cómo me cuidaba, siempre que me ponían algo empaquetado para el desayuno, como un yogurt o unas galletas, él se aseguraba de que la caducidad estuviera bien y me lo abría para que yo no batallara. Siempre fue muy noble y tierno, fuimos en el mismo salón todos esos años, por lo que jugábamos horas, dentro y fuera de la escuela. Por lo mismo, nuestros compañeros comenzaron a burlarse de nosotros, diciéndonos que éramos novios. Eso jamás nos molestó, así que era una pérdida de tiempo hacernos enojar con eso. Tengo un millón de recuerdos con él, no acabaría nunca si tratara de escribirlos.

Fue en mi cumpleaños dieciséis cuando todo comenzó. Era sábado, planeamos festejar todo el día y por la noche trabajar como de costumbre. Estaba todo anotado. Desayuno, ir a comprar un disco de vinilo para mi colección, ir a su casa a nadar un rato y luego al cine.

Las cosas cambiaron después de comprar el disco. Mi amigo dijo que su mamá nos esperaba con un pastel, yo me emocioné mucho porque ella hacía los mejores pasteles del mundo. En cuanto llegamos no pude esperar, entré corriendo a la cocina y ahí estaba.

- ¡Rocío! - grité con todas mis fuerzas y la abracé.

- ¡Mi niña! qué gusto verte, ¡feliz cumpleaños!

- Ya me contó Brandon que hiciste un pastel.

- Así es Sam y doblemente rico porque el año pasado no pude hacértelo.

- Hay que partirlo ¡por favor! ¿sí?

- Ja, ja, ja seguro muñequita vamos.

Después de comer mucho, Brandon dijo que era hora de ir a la alberca, nos pusimos el traje de baño y cuando quise salir corriendo al patio me detuvo.

- Espera, tengo que vendarte los ojos porque te tengo una sorpresa.

Me quedé viéndolo un poco extrañada y él se limitó a sonreírme. Amaba la forma que adoptaban sus ojitos cuando sonreía, se hacían diminutos hasta formar dos medias lunas. Me encantaba.

- Está bien- le dije.

Me puso un trapo en los ojos y me guió hasta el patio. Una vez ahí me dijo que ya podía ver.

No podía creerlo, había globos morados por todas partes, de todos tamaños, mi color favorito. Luego me entregó un enorme saxofón hecho de chocolates con envoltura dorada. Lloré de la emoción y lo abracé. Estaba a punto de decirle algo cuando me jaló a la orilla de la alberca. Había algo en el fondo, pero no distinguía muy bien lo que era.

- Agarra tu celular y toma una foto desde arriba con tu selfiestick.

Lo hice. Cuando la vi, el corazón me latió muy fuerte. Eran piedras grandes de río pintadas de morado formando unas letras que decían ¿quieres ser mi novia?

- ¿Es en serio?

- Sí, sé que hemos sido mejores amigos durante diez años, pero estoy enamorado de ti Sam, me gustas mucho. Prometo hacer que todo funcione.

- Sabes que tú también me gustas mucho Brandon y tengo un poco de miedo, pero creo que debemos arriesgarnos. Así que sí, acepto.

Nos abrazamos, pero ya se sentía diferente, un mar de emociones inundaba todo mi cuerpo. Nos separamos y quedamos viéndonos a los ojos, toco mi mejilla y se acercó lentamente para darme un beso. Fue lo más bonito que había sentido en toda mi vida. En ese momento supe que no quería perderlo jamás. Nos tomamos de la mano y nos lanzamos a la alberca. Estuvimos mucho tiempo jugando hasta que nos cansamos. Luego fuimos al cine y vimos una película romántica, normalmente hubiéramos visto una de terror que son nuestras favoritas, pero ese día estábamos con las emociones a flor de piel.

Al final del día llegamos a trabajar a la cafetería de mis padres. Un lugar que impulsaba y promovía la lectura. Todos los sábados, Brandon leía algunos poemas o pequeños cuentos mientras yo lo acompañaba sutilmente tocando el saxofón. Él era un devorador de libros y yo amaba la música. De alguna manera, habíamos encontrado la forma de combinar nuestras pasiones y la gente lo disfrutaba mucho.

Cuando terminamos nuestro turno le dimos la noticia a mis padres de que ya éramos novios. No les sorprendió en lo más mínimo.



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En el texto hay: tragedia, romance, primer amor

Editado: 26.05.2019

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