El destino que nos eligió

CAPITULO 1

Dieciocho años en Woodstock, toda una vida aquí, donde crecí, reí, lloré y me convertí en mujer. La hora de decir adiós ha llegado, sabía perfectamente que este día llegaría, adoro mi ciudad pero tenía claro desde que empecé secundaria que quería hacer mi carrera en Vermont.

La verdad siempre la gente me ha preguntado el por que, nunca he tenido una respuesta cien por cien válida, mis abuelos paternos son de allí, mi padre y mis tíos estudiaron allí y es donde se conocieron mis padres, mi madre era de Nueva York la gran ciudad pero después de no entrar en las universidades que quería acabo también en Vermont y tanto yo como mi hermano hemos querido seguir esa pequeña “tradición”.

Allí seguimos teniendo familia, mis abuelos y dos de mis tíos siguen viviendo allí por lo tanto sé que no estaré mal. Sin sumarle por supuesto que mi hermano ya lleva un año de carrera allí. Tampoco me va a costar despejarme de amigos o una pareja porque la realidad es que no existen, mi única amiga es Lía y sin saber aún el motivo, ella también quería venir a esta universidad.

¿Escucháis mis gritos? Porque sí señores y señoras, mi mejor amiga y yo vamos a ir juntas a la universidad, pero lo mejor de todo es que también vamos a vivir juntas, aunque pensándolo bien esto puede salir o muy bien o muy mal.

Claro está que viviremos juntas cuando encontremos un piso, no pensé que en Vermont costaría tanto encontrar algo accesible, no me quejo del dinero de mi familia no somos ricos pero tampoco pobres, la cosa está en que ellos ya me pagan lo que la beca no me cubre en la universidad, por tanto el piso corre a cuenta de Lía y mío, doy gracias de haber podido ahorrar y haber trabajado desde los quince con mi tío en su bufete de abogados.

Eran las cinco de la tarde, todo estaba listo para que mañana a las siete de la mañana pudiéramos salir hacia Burlington, la ciudad natal de mi padre, el único problema es que no teníamos donde vivir, mi hermano vive junto a su compañero y mejor amigo que nunca hemos visto, por tanto no es una opción. Lo mejor será ir con mi tío Cristian hasta que encontremos un sitio estable cerca de la universidad y me parece bien, él sólo vive a 30 minutos andando.

Mientras acabo de acomodar todas las maletas en la entrada recibo una llamada de Liam.

- Hermanita

- Me vas a ver mañana mismo, ¿hay necesidad de llamarme?

- La verdad es que si, traigo buenas noticias.

- A menos que sea un apartamento donde podamos vivir, no creo que sea muy buena. - De repente en la otra línea todo era silencio y mi preocupación salió a flote, mire que no se hubiera colgado la llamada.- ¿Liam sigues ahí?

- Si, solo quería darle un toque dramático.- Veinte años y este hombre no cambiará nunca.- Entonces si que tengo buenas noticias, la pareja que vivía delante nuestro no quería seguir rodeada de universitarios y han decidido irse del piso. Por tanto he hablado con la dueña y si lo queréis es vuestro.

Mierda, eso si que son buenas noticias, no me di ni cuenta que había empezado a chillar y saltar como una loca. Lía vino corriendo a ver qué sucedía pero mi euforia no me dejaba ni hablar, me quitó el teléfono y supe que mi hermano se lo había dicho también a ella porque empezó a saltar y chillar igual que yo, por eso amaba a esta mujer, es tan loca como yo.

- Me tomaré eso como que aceptas el piso.- La voz de mi hermano era de estar riéndose a carcajadas de nosotras pero no me importaba, todo estaba saliendo perfecto, sin contar claro está que mis vecinos serían mi hermano y su mejor amigo.

A las ocho de la noche decidí subir a mi habitación para poder despedirme de la habitación que me vio crecer, no es que no iba a volver pero si lo hacia solamente seria de visitas y ya no estaría todo lo mío como yo lo tenia, ya estaba bastante vacía, solo quedaban algunas fotos y libros que no me cabían por que aunque soy una loca del romance juvenil y de la fantasía no me podía llevar todos, sé que allí tendré tiempo de comprarme más allí. Abrí uno de los cajones de mi escritorio y ahí encontré dos sobres, dos cosas que podrían no significar mucho para el mundo pero para mi lo eran todo.

El primer sobre era un escrito, unas trescientas cincuenta páginas de un libro que escribí hace año y medio pero que ni me atreví a enseñar y mucho menos plantearme publicar, había dudado si llevarlo pero sabía que si lo hacia solo sería un recordatorio de la cobardía que me daba luchar por uno de mis sueños.

El segundo era aún más doloroso, algo con lo que llevaba luchando dos años y el cual aún a día de hoy sentía pesadillas por el, no quise abrirlo pero en ese momento me di cuenta que debía llevarlo, era algo que nadie sabía y no quería que nadie en la vida se enterase, era uno de mis mayores complejos y por el cual sufro aún todavía, cogí la funda del portátil y lo metí hay dentro.

Mire por última vez mi habitación, las risas que habían visto estas paredes y los llantos que habían sucedido aquí. Era hora de un nuevo comienzo, no se si será mejor o peor, pero tengo claro que será algo increíble.

Nunca me ha importado madrugar, de verdad que no, pero levantarse a las cinco de la mañana ya no era madrugar, era levantarse en medio de la noche al menos desde mi punto de vista, había dormido en la habitación de huéspedes, anteriormente de mi hermano, porque Lía estaba nerviosa y aun con dieciocho años me pidió de dormir juntas, no me importo en absoluto la verdad pero cuando a las cinco me despertó por que no podía dormir más y creía que lo mejor era empezar el camino ya, ganas de estrangular la verdad es que si me vinieron.




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