La lluvia golpeaba con fuerza las ventanas del hotel. Todo el edificio parecía crujir, como si supiera que el final se acercaba.
Tony apenas podía mantenerse en pie. Atado a una silla de metal, la sangre le corría por la frente. Frente a él, Jeff y Dalton, con la piedra brillando intensamente en sus manos, sonreían con una calma escalofriante.
—¿Sabes por qué te elegí a ti? —susurró Jeff—. Porque tú eres el único que podría entender lo que esta piedra realmente es. Pero prefieres seguir siendo el héroe, ¿no?
Tony no respondió. Solo pensaba en sus amigos y en lo que le deparaba el futuro. No puedo morir aquí. No hoy.
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La llegada de Gunther y Redd
Gunther y el agente Redd avanzaban por los pasillos, esquivando trampas, enfrentando a los secuaces de Jeff, Luke y Dalton, y siguiendo el rastro que los llevaría a Tony y a las chicas.
—Con la piedra en nuestras manos podemos salir —dijo Redd, determinando un plan.
Gunther distrajo a los enemigos mientras Redd atacaba por la espalda.
—Solo asegúrate de sacar a todos. Salva a Tony y a las chicas —dijo Redd—. Yo me encargaré de salir. La puerta solo estará abierta unos minutos.
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En la sala principal, con fuego devorando los cortinajes, Paola y Melany colgaban de cadenas. Luke y Dalton, armado con una escopeta, vigilaban desde las sombras.
De repente, una explosión de luz llenó el salón. Redd apareció, envuelto en un aura blanca, con la piedra resplandeciente.
—¡Suéltenlos! —rugió con autoridad. Ni Jeff ni Luke pudieron ignorarlo.
Las dos piedras brillaban y vibraban. El hotel entero parecía colapsar entre dimensiones.
Tony logró liberarse en el caos. Gunther derribó a Luke con un golpe certero. Melany y Paola fueron liberadas, corriendo entre humo y cenizas.
—¡No eres un salvador! —gritó Tony a Jeff—. Eres un cobarde que se esconde detrás de ese poder. Usas a tu hermano para huir, no puedes solo.
Mientras Redd atacaba con la piedra, Jeff fue herido. Tony se enfrentó a Dalton:
—Tú mataste a Navi. Confiamos en ti —dijo Tony mientras peleaban.
Cuando parecía que Dalton tenía ventaja, Gunther apareció por detrás y lo derribó. Dalton cayó, sonriendo, muriendo finalmente. Tony y Gunther se abrazaron.
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Jeff intentó usar la piedra para escapar junto a Luke. En ese instante, Redd se lanzó sobre él, fundiendo ambas piedras en un estallido de energía pura.
Un silencio profundo llenó el salón. El edificio se caía a pedazos mientras todos huían, saliendo finalmente de la ilusión. Pero aún quedaba algo por hacer: alguien debía eliminar todo rastro de la piedra.
Tony se ofreció, pero Redd insistió:
—¡Corran!
Cuando todos salieron, Redd entregó la piedra a Tony:
—Cuídala. No dejes que caiga en manos equivocadas. Nos veremos pronto y sabrás por qué lo hice.
El hotel desapareció por completo, sin dejar rastro. Jeff y Luke se fueron con él. Dalton estaba muerto. Todos afuera agradecieron a Redd por salvarlos.
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Tiempo después, Tony contaba la historia a sus hijos:
—Ese día fue increíble. Un hombre nos salvó cuando parecía imposible…
Los hijos, fascinados, preguntaron:
—¿Ese es el final de la historia?
Tony sonrió, con un brillo en los ojos:
—Claro que no… apenas vamos a la mitad. Lo que sigue les va a encantar.