Un año ha pasado desde que el caos se apoderó de la ciudad. La esperanza fue enterrada junto con el cuerpo de Guther, y el domo sigue ahí, impasible, como una cicatriz en el cielo.
La ciudad no volvió a ser la misma. Bajo el domo creado por la piedra Wepaher, todo se rige por el miedo. Redd y Jeff gobiernan desde una fortaleza blindada en el centro, custodiada por tecnología avanzada y cientos de secuaces bajo control mental. En cada rincón hay vigilancia, desaparecidos y leyes impuestas con violencia. Muchos ciudadanos han huido; los que quedan, sobreviven como pueden.
Tony, aunque sigue con vida, está destrozado. Vive en las sombras, apartado del grupo. Desde la muerte de Guther, ha rechazado liderar, ha dejado de luchar. En lo que antes fue una vieja comisaría abandonada, duerme solo, silencioso, con una libreta en la que garabatea ideas sin sentido... y a veces escribe el nombre de su amigo una y otra vez: “Guther. Guther. Guther...”
Mientras tanto, Israel y Dalton no han dejado de intentar levantar una nueva resistencia. Junto a ellos se han unido tres nuevos aliados:
Iván: Un joven técnico que trabajaba en sistemas de seguridad del domo. Escapó tras sabotear una torre de vigilancia. Silencioso, calculador, y marcado por las consecuencias de lo que ayudó a crear.
Carlos: Ex oficial de la ciudad, perdió a su familia cuando intentó rebelarse. Ahora vive para vengarse. Es fuerte, decidido, pero su rabia lo nubla.
Tom: Exestudiante de historia obsesionado con los Caza-Destripadores y los eventos pasados. Sabe demasiado para su edad, y eso lo hace útil... o peligroso.
Ubicada en los túneles del antiguo metro de la ciudad, la nueva base de operaciones es fría, húmeda, y apenas iluminada. Allí se reúnen los cinco.
Dalton: —Lo intentamos por el túnel sur, y no funcionó. Los sensores del domo rastrean hasta el pulso cardíaco. No podemos acercarnos a la fortaleza sin ser detectados.
Israel: —¿Y si usamos los canales subteráneos? Aún hay rutas antiguas selladas desde el incidente de los bio-reactores…
Carlos: —Eso es un suicidio. Nadie ha bajado ahí desde el cierre del 98. Las ratas brillaban en la oscuridad.
Tom (entusiasmado): —Pero… si logramos llegar hasta el núcleo energético del domo, podríamos apagar la red secundaria. La fortaleza no sería impenetrable para siempre.
Iván: —Saben que para eso necesitarán a Tony.
Todos se callan. Miran al suelo.
Dalton: —Él no está listo.
Israel (mirando al techo, resignado): —Nunca lo estará… si seguimos esperando.
Tony observa por una ventana rota la ciudad en ruinas. Tiene barba, ojeras, y sus ojos ya no reflejan determinación. Escucha pasos. Israel entra con cuidado.
Israel: —¿Sabes qué día es hoy?
Tony no responde.
Israel: —Un año desde que Guther murió. Un año desde que prometiste que harías algo.
Tony (frío): —Y mira cómo acabó todo…
Israel (furioso): —¡¿Y entonces qué?! ¿Vas a seguir escribiendo su nombre en una libreta hasta que también nos maten a nosotros?
Tony lo mira, dolido, pero sin responder.
Israel: —Sabes que no podemos entrar sin ti. Tú conoces a Redd mejor que nadie. Tú lo viste cambiar. ¡Tú lo viste perderlo todo!
Tony (en voz baja): —Y aún así, no pude detenerlo.
Israel: No deberías estar solo, Nadie!
En el centro de la ciudad, dentro de una sala con pantallas y mapas, Redd observa la ciudad con mirada vacía. Jeff entra detrás de él.
Jeff: —Los rebeldes están en movimiento. Sabía que Tony no tardaría en volver al juego.
Redd (sin voltear): —No se trata de él. Se trata del futuro.
Jeff: —Y si vuelve a interponerse…
Redd: —...lo haré desaparecer del tiempo. Solo un poco más. Y el plan estará listo..