El Destripador De Wepaher 5

5x01:La calma que precede

La ciudad dormía tranquila bajo un cielo despejado. No había sirenas, ni explosiones, ni el rugido de criaturas extrañas… solo un silencio reconfortante que hacía dias habría sido imposible imaginar.
El escuadrón de caza-destripadores patrullaba en calma, aunque las últimas alertas encendían una vieja sospecha: Jeff podría seguir con vida.

Guther caminaba al frente, con Carlos, Israel, Tom y el resto del equipo cubriendo los flancos. Tony, como siempre, mantenía los ojos atentos a cada sombra. El informe marcaba actividad sospechosa en el distrito industrial, y ahí se dirigían.

—Mantengan la calma —ordenó Guther—. Si Jeff sigue ahí, no nos va a tomar por sorpresa.

Entre pasillos de fábricas abandonadas, Tony divisó una silueta moviéndose rápido. Su corazón se aceleró. Sin pensarlo, apuntó y disparó. El blanco cayó al suelo con un quejido. Tony corrió, arma lista, y lo giró boca arriba…

—¿¡Emi!? —susurró, incrédulo.

El hombre tosía, levantando una mano en señal de rendición.
—T-Tony… espera… no… por favor… ayúdame… —suplicó.

Pero la rabia de Tony hervía. Lo tomó del cuello y lo estrelló contra una pared.
—¡Tú eres un traidor! ¡Tarde o temprano venderás a todos!

Guther y el resto corrieron, separando a Tony de un empujón.
—¡Basta! —rugió Guther—. ¿Qué demonios te pasa? Emi ha trabajado con nosotros estos meses, ¡fue tú quien lo reclutó!

Tony quedó paralizado.
—¿Yo… lo recluté?

Carlos lo miró extrañado.
—Claro que sí… ¿estás bien?

La mente de Tony dio vueltas. Al volver del último viaje… ¿había cambiado algo más de lo que creía? ¿Qué otras piezas del tablero habían quedado alteradas?

Horas después, en su cuarto, Tony se dejó caer en la cama. La imagen de Emi suplicando ayuda lo perseguía. No entendía cómo todo se había torcido así. Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—Ey, ¿estás bien? —preguntó Guther asomando la cabeza.
—No lo sé… —respondió Tony, mirando al suelo.
Gunther le avisa a tony que la herida del disparo fue lo rozo y estara bien
Para olvidar el mal rato, Tony propuso algo inesperado.
—Vengan, invito las cervezas. Todos.

En el bar, las risas y los brindis borraron por un rato la tensión. Tony se acercó a Emi.
—Perdón por lo de hoy. No sé qué me pasó.
—No importa —sonrió Emi—. Fuiste tú quien me trajo a los caza-destripadores. Eso… nunca lo voy a olvidar.

Se siguió celebrando en grande de que la ciudad reinaba de paz y tranquilidad.

Poco después, el grupo se despidió y cada uno tomó rumbo a su casa. Emi encendió su auto, saludó a Tony desde la ventanilla y se perdió en la avenida.

El asfalto estaba vacío… hasta que una figura oscura se cruzó en su camino. Emi giró el volante bruscamente, perdió el control y el vehículo volcó varias veces antes de quedar de lado. Un olor a gasolina llenó el aire. El fuego comenzó a lamer el capó.

—¡Ayuda!… —gritó Emi, atrapado en el asiento.

El hombre misterioso se acercó, agachándose frente al vidrio roto. No movió un dedo para ayudarlo. Solo lo observó, en silencio, mientras las llamas crecían.

Y entonces, sin una palabra, dio un paso atrás. El auto estalló en una bola de fuego, iluminando su rostro por un instante. Lo suficiente para ver… una sonrisa fría y desconocida.

Emi estaba muerto. Y con él, comenzaba un nuevo juego.




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