El Devorador de Lágrimas

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     El comedor estaba abarrotado de estudiantes, como lo es usualmente, y Michael soportaba el martirio sentado a solas en una de las mesas puestas hasta el fondo del lugar. Estaba ya casi pegada a las puertas del gimnasio, pero al mismo tiempo, a la corrediza de vidrio que lleva al patio trasero, por lo que los olores de sudor y victoria que emanaba una entrada, se los llevaba la otra. Ya habían transcurrido diez largos minutos desde que sonó el timbre, pero estaba bajo advertencia acerca de ello. Rachel le avisó que su profesora de literatura siempre demoraba la salida.  

     Por fin, luego de vaciar la soda transparente de su envase, y comer un pote entero de puré de manzana, la vio llegar a lo lejos. Estaba acompañada por aquellos dos jóvenes con los que siempre la veía: Thom y Melissa. Durante la última semana, Michael estuvo arduamente atareado, ya que tenía que darse prisa cada vez que sabía, tenía la oportunidad de seguirla. Así que en cada receso, siempre trataba de estar listo para dispararse al aula de Rachel. Durante la última semana, notó que ambos la seguían exhaustivamente. Pero notó también las intenciones de cada uno.

     Dividió los nueve días previos al tope casual con Rachel, de la siguiente manera. Un día Rachel, un día uno de los dos amigos, un día Rachel, y al siguiente; el que faltaba del trío. Así pues, se enteró de algunas cosas puntuales en ambos.

     Principalmente, antes de Rachel, Michael no tenía ni idea de la existencia de Thom Hopper. El muchacho nació en Dells, por lo que evidentemente, había vivido allí más que el propio Michael, a quien aún consideraban relativamente nuevo. 

     Michael le siguió, y anotó exactamente su dirección, solo por si acaso. Patton se registró en el club de lectura de la escuela; un pequeño grupo que también se encarga de los concursos de debate; ya que, indagando entre los distintos alumnos que él sabía de antemano que habían nacido y residido toda su vida en aquella pequeña ciudad, descubrió que hubo un tiempo —no muy lejano—, en el que Thom Hopper era vicepresidente de aquel grupejo de lectura, pero nadie sabía exactamente por qué cedió su lugar y se apartó del equipo. 

     Las malas lenguas cantaban un desastroso amorío con Jessica Hepburn, la presidenta de ese entonces, y actual del equipo. Pudo recolectar el cuento por completo, en el cual Jessica encontró al pobre Thom demasiado inmaduro y le rompió el corazón antes de un concurso de debate entre colegios superiores del estado, por lo que el mísero muchacho no pudo aguantar la presión en el escenario, rindiéndose en pleno certamen y retirándose con la cabeza gacha. 

     Por su puesto, otros dicen que fue por mera irresponsabilidad, por falta de compromiso, o de puro "pecho frío", como lo tildó Richie Wilkinson, el actual campeón de ajedrez del pequeño y helado Wisconsin. Wilkinson fue amigo cercano de Hopper en la infancia, y gran parte de la adolescencia. Se reunían casi todos los días en interminables hazañas con calabozos y dragones, junto con las épicas historias del séptimo arte, tales como "El Señor de los Anillos" o el mismísimo "Harry Potter".

     Pero claro, una amistad de ese calibre no dura mucho cuando el resto te tilda de marica. Los veían tanto tiempo juntos, que varios idiotas en la escuela los etiquetaban de homosexuales. Que si hacían pijamadas, que si pasaban toda una tarde verano en el sótano de la mamá de Wilkinson, que si tenían una pequeña carpa plegada donde dormían juntos... Los prejuicios terminaron por dañar perpetuamente esa amistad, y trastornaron el pensamiento crítico de Thom, quien empezó a alejarse de su mejor amigo solo por evitar ese tipo de tratos. 

     "Pecho frío". Así lo trató Richie en su momento, y así lo trata ahora, porque por más que no lo parezca, para muchos, incluyendo Jessica —la cual, nadie le pudo confirmar a Michael si tuvo o no una relación con Hopper, ya que eso habría cambiado totalmente las cosas—, eso es lo que es, un cobarde que deja atrás lo que se propone, o a los que quiere, solo por el qué dirá la gente que le rodea.

     Pero claro, la amiga posesiva y celosa no se quedaba atrás. Si de "pechos fríos" estamos hablando, he allí un claro ejemplo. Melissa Sutton es una porrista con gustos raros, muy inusuales para alguien con su estereotipo de persona. Cuando Michael imagina una porrista, cree que sería alguien sin un futuro puesto o pensado por ella, quizás, lo único que ha pensado de su futuro es a cuál deportista se va a coger, dejar preñar, y demandar para volverse rica. Es el único concepto con el que juega Michael a la hora de investigar a una simple porrista, cuya vida se basa en sonreír y mostrar suficientemente el trasero en los juegos con audiencia. 

     Pero cuando Michael ingresó en el mundo de Melissa, se dio cuenta de qué tan equivocado estaba, al menos con ella, ya que su forma de pensar en el resto de chicas que interrogó le hizo recapacitar, que tal vez existen excepciones, pero no nuevas generalidades. 

     Descubrió que Sutton alguna vez quiso ser pintora, ya que se acercó pidiendo rasgos específicos con las distintas porristas cuando Melissa no se quedaba luego de las prácticas —lo cual era más frecuente últimamente—, usando la excusa de una carta para la universidad en la facultad de psicología —truco que le había funcionado más de una vez, y perfectamente bien—, y le ligó a la primera, todas se comieron entera la trola y le cantaron lo que pidió el muchacho. Todas se querían inscribir, todas querían saber cómo eran, porque evidentemente no tenían idea por dentro de quiénes realmente son, ni cuánto valen. Y cuando le tocó una de las que le tiene envidia a Sutton, esta simplemente le restregó todo en la cara a Patton: que a Melissa le encantaba dibujar, pero su trazo con el lápiz es tan diestro como su back tuck en el campo. Que si quería ser artista —le siguieron el juego a la primera que empezó con el chisme—, debía primero aprender a dibujar full ups en el aire, y que no perdiera el tiempo en tonterías. "Sí que hay apoyo de equipo.", pensó Michael, con tanta mierda que le echaban a su compañera de parte de cada porrista.




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