—Novecientos once. ¿Cuál es su emergencia?
—Buenas tardes... Eh, mi hija, es mi hija. No está respondiendo su teléfono... —Un profundo suspiro se escuchó en la bocina del aparato.
—¿Sabe hacia dónde se dirigía antes de perder comunicación con ella?
—Salió a correr esta mañana. Casi no la sentí cuando salió... Pero ya casi son la una de la tarde y no ha vuelto... —Se notaba por el tono de voz en la mujer, que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para mantenerse calmada.
—Muy bien, podría darme sus datos por favor. ¿Quién está en la línea?
—Mi nombre es Hallie Sweet... Eh, mi hija se llama Rachel. Rachel Sweet.
—Hallie Sweet. Te tengo, cielo. Tu residencia es Green Heart número 12, bloque C. ¿Estoy en lo correcto?
—Sí, así es... Mire, sé que tal vez puedo estar exagerando con esto, pero ella no es así, no es de las chicas que sale muy a menudo o que se queda tanto tiempo fuera sin avisarme...
—Entiendo lo que sucede, y estás haciendo lo correcto en mantener la calma. Ahora mismo enviaré una patrulla para que monitoree el precinto. ¿Me puedes dar la zona por la que salió a correr?
—Creo que debió hacerlo cerca a la casa. No conocemos mucho estos lugares, porque nos acabamos de mudar hace unas semanas, así que no creo que se haya ido lejos. Eh... ¿Necesitan una descripción?
—Tenemos una fotografía de su pasaporte tomada hace tres meses. ¿Ha tenido algún cambio drástico desde entonces?
—Está un poco más alta... Pero creo que sigue igual... ¡Ay Dios...! Tengo miedo que le haya ocurrido algo...
—Una patrulla está yendo ahora mismo a la zona y harán todo lo que esté a nuestro alcance por localizar a su hija. Mantenga la calma, por favor, siga con ese ímpetu que hasta ahora sostiene. Se mantendrá al tanto con el oficial a cargo. Su nombre es Jarred Garb, y le tomará solo unos minutos llegar a su vivienda.
—Gracias... Por todo.
Melina Garrod fue la persona que tomó esa llamada. Fue de las pocas personas que habló con Hallie cuando esta aún mantenía la calma, y las esperanzas de encontrar a su niña. El día anterior a ese, un comunicado se había extendido entre todo el departamento, sobre todo para las llamadas de emergencias que inferían la desaparición o secuestro de mujeres entre los quince y veinticinco años de edad, con especificaciones precisas de la apariencia que podían llegar a tener.
El pueblo era tan pequeño, y la zona telefónica de emergencias tan poca utilizada, que solo habían dos recepcionistas de llamadas, pero Connie Pearson se encontraba en su descanso auto impuesto. Almorzaba acompañada por el sargento Vincent Peck, sargento que en pocas horas recibiría la llamada que cambiaría su forma de ver el mundo desde entonces.
Melina no le había tomado mucha importancia al comunicado. Ese tipo de anuncios eran extraños, y a pesar de que decían que había un asesino en serie en Dells, ella pensaba lo contrario.
Creía que todo ese barullo era pura propaganda, porque el morbo atrae turismo, y Dells no tenía historia, no tenía motivos suficientes para que la juventud se quedara y produjera ganancias a la ciudad, y en lugar de ello, migraran a estados más ricos en trabajo y sueldo. La historia de un asesino en serie en Dells caía como una gran bolsa de dinero en los bolsillos de los inversionistas. Miles cosas podrían derivar de ello, como una película, una serie, un documental, un museo, un recorrido turístico, un vídeo juego, un cuarto de escape, un resort temático, hoteles con su nombre, un día conmemorativo... Y montones de montones de estupideces con un solo propósito, mantener estúpida a la población para que consuman y consuman hasta más no poder.
Pero el morbo también le ganó a ella. Garrod notó que la foto de la chica Sweet tenía un icono nuevo, uno que habían agregado esa misma mañana para que el sistema comparara el rostro de la mujer desaparecida, con las coincidencias dejadas por el detective Hunt. Y allí fue cuando su curiosidad le empujó la mano al ratón, dirigió el cursor hacia el icono, y lo presionó dos veces.
El programa demoró unos segundos, pero luego una alarma roja se prendió en su pantalla. "Coincidencia: 97%" dictaba. El archivo se auto envió al correo de los cuatro detectives en el caso, y ella no tuvo que hacer más nada. Melina Garrod había contribuido con esa sociedad que ella tanto odiaba en secreto, y sin saberlo, había aumentado las probabilidades de encontrar con vida a Rachel, en márgenes que ninguna de las anteriores muchachas que murieron a manos de aquel criminal, tuvieron.
—"Garb... Garb. ¿Estás allí?"
La radio en la patrulla de Jarred gemía su nombre una y otra vez, pero Jarred Garb ya había abandonado su asiento, y estaba parado en la puerta de la casa de Rachel conversando con su madre.
—Salió como a las siete de la mañana a correr, y no ha vuelto desde entonces... —repitió el oficial, mecánicamente. Se rascó la barbilla, pensativo, y luego decidió que en realidad no debía hacer el recorrido solo—. Sabe, para que una persona sea considerada desaparecida, hay que mantener un margen de dos días. De tal manera que todo quede claro, y que seamos conscientes que aquella persona no se ha alejado por decisión propia, pero en este caso haré una excepción. ¿Podría subir conmigo al auto, por favor? Me ayudaría tener a alguien conmigo que conozca su rostro de memoria.
—Sí, claro. Déjeme ir por mi niña primero.
Mientras Hallie Sweet vestía a la pequeña Julie, Garb solo podía pensar en una cosa, y aquel el motivo por el cual estaba haciendo la excepción: un asesino anda suelto.
Era obvio que aquella noticia se mantendría en cubierto hasta que las circunstancias les obligaran a lo contrario, pero ello no quitaba su deber como policía, de advertirle a aquella señora del peligro que corría su hija a estas alturas.
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Editado: 19.06.2020