El Día de la Destrucción

El alivio inesperado

El segundo nivel ofrecía un respiro, pero nadie se sentía a salvo.

Las explosiones habían cesado, pero el eco del juicio aún vibraba en las paredes. El grupo se movía con cautela entre las habitaciones, el comedor y la sala de entretenimiento, intentando adaptarse a un mundo que ya no existía afuera.

Mike se sentó junto a la mesa del comedor, revisando su mochila rasgada. Sacó herramientas, baterías, y un pequeño estuche metálico que colocó con cuidado sobre la superficie.

—¿Qué es eso? —preguntó Cael, acercándose.

—Medicinas —respondió Mike—. Antibióticos, antivirales, estabilizadores. Lo poco que pude rescatar antes de que los drones me alcanzaran.

Cael abrió el estuche con manos temblorosas. Sus ojos se iluminaron.

—¡Esto… esto es justo lo que necesitamos!

Mike lo miró, confundido.

—¿Para qué?

—Marina —dijo Cael, señalando la habitación donde ella descansaba—. La sustancia en su pierna… no es solo veneno. Es una bacteria sintética. Estaba mutando. Y sin estos compuestos, no teníamos forma de detenerla.

Tomás se acercó, escuchando.

—¿Puedes operarla?

Cael asintió, con una mezcla de alivio y determinación.

—Sí. Con esto, puedo neutralizar la bacteria. No será fácil, pero es posible. Necesito preparar el instrumental, estabilizarla, y trabajar rápido.

Mike se levantó.

—Toma lo que necesites. Lo traje para esto… aunque no sabía que sería para ella.

Cael comenzó a organizar los medicamentos, revisando dosis, compatibilidades y tiempos de acción. Jack ayudó a limpiar el área médica. John reforzó el sistema de energía para evitar interrupciones. Elías observaba desde la puerta, en silencio.

Marina abrió los ojos, débil pero consciente.

—¿Qué pasa?

Tomás se acercó.

—Te vamos a operar. Cael tiene lo que necesitas. Vas a estar bien.

Ella sonrió, apenas.

—Entonces… aún no es el final.

Cael colocó los guantes. Encendió la lámpara quirúrgica. El equipo se movía como si el mundo no estuviera colapsando afuera.

Porque en ese momento, en ese nivel, en ese rincón del juicio…

La esperanza había encontrado un lugar para resistir.




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