El tercer nivel no parecía parte del búnker.
Tomás, Elías y John descendieron en silencio. La escalera era más estrecha, más fría. Las paredes no eran metálicas, sino de un material oscuro que absorbía la luz. Al llegar al fondo, se encontraron con una sala circular. No había consolas visibles. Solo una estructura central que pulsaba con una luz tenue, como si respirara.
Frente a ellos, una puerta sin manijas, sin cerraduras. Lisa. Inerte. Pero viva.
Sobre ella, flotaba un mensaje proyectado en símbolos que se reconfiguraban lentamente, como si buscaran traducirse por sí solos. Finalmente, una frase se formó, en un idioma que parecía antiguo… pero comprensible:
“Una salida. Un tiempo. Una salvación.”
Debajo, una cuenta regresiva comenzó a parpadear:
"Tiempo restante: 92 días, 14 horas, 37 minutos.”
Tomás se acercó. Tocó la superficie. Nada ocurrió.
—¿Qué significa esto? —preguntó, frustrado.
John observaba los símbolos, desconcertado.
—No lo sé. Nunca vi esto. Ni en las visiones. Ni en los planos. Este nivel… no fue construido por mí.
Elías se acercó lentamente. Su mirada era distinta. No de miedo. De reconocimiento.
—Está esperando algo —dijo—. Pero no es una clave. Es una condición.
Tomás lo miró.
—¿Una condición?
—Sí. Algo que aún no hemos cumplido.
John se sentó en el suelo, exhalando con fuerza.
—Entonces no es una puerta. Es un juicio.
El núcleo seguía pulsando. La computadora integrada mostraba fragmentos del código, pero no respondía. Era como si el sistema supiera que ellos aún no comprendían.
Frustración. Silencio. Y una sensación de estar demasiado cerca… y aún muy lejos.
Mientras tanto, en el primer nivel, Marina abrió los ojos.
La luz era suave. El dolor, distante. Cael estaba junto a ella, revisando sus signos vitales.
—¿Dónde estoy? —susurró.
—En el búnker. En el primer nivel. La operación fue un éxito —respondió Cael.
Marina lo miró, con lágrimas en los ojos.
—Gracias. Pensé que no volvería a despertar.
Cael sonrió, agotado pero aliviado.
—Aún no hemos perdido todo.
Jack entró en la habitación, con una botella de agua.
—El tercer nivel está activo. Pero no se abre. Hay una cuenta regresiva. Un mensaje… enigmático.
Marina se incorporó lentamente.
—Entonces… tenemos tiempo. Pero no sabemos para qué.
Cael la ayudó a sentarse.
—Y eso es lo que más nos falta.