El día de las Hadas.

Segunda Parte.

Tricks estaba tumbado en el piso. Aturdido y mareado.

Antes de que aquel turbulento torbellino lo empuja a quien sabe dónde, él estaba flotando sobre una ciudad, sobre casas y calles. Ahora estaba en una pradera suponía. Porque la oscuridad apenas le mostraba siluetas de árboles que no sabían dónde estaban.

—De píe, Tricks —dijo Sylphina con un tono inusualmente serio—. Vámonos rápidos o llegaran.

Tricks se tambaleó, pero logró ponerse de pie. Corrió en la dirección que le indicó Sylphina, no sabía si era norte o sur, éste u oeste, o siquiera si esas direcciones valían en aquel lugar. Solo corrió. Lo hizo durante casi una hora, hasta que ya no pudo más.

Se desplomó en el piso y Sylphina suspiró.

—En serio, Tricks —dijo—. Nos alcanzará, yo no quiero que nos alcance. La vida de un hada es bastante aburrida por lo general, pero eso es mejor que morir acá. Así que levántate que no quiero morir contigo.

Tricks se sacudió la cabeza y siguió adelante.

 

Estaban frente al portal. No podía creerlo. Revisó entre sus bolsillos y seguía ahí.

¡La gema de vida seguía ahí!

Su esposa volvería. Su deseo sería realidad.

La emoción se convirtió en miedo cuando vio un encapuchado frente al portal. Los aguardaba. Trató de decirse que quizá era un amigo, un enviado de la reina o algo así, pero la expresión preocupada, e incluso atemorizada de Sylphina le confirmo lo que era.

Un lacayo del Dios Muerto.

Tricks volvió a mirar al encapuchado cuando éste empezó a acercase. Tricks podía escuchar las placas de metal chocar entre sí, esa cosa, sea lo que fuere llevaba una armadura, y Tricks no tenía ni un palo para defenderse. Había confiado en que todo saldría bien y todo iba saliendo bien. Miró a Sylphina y esta le devolvió la mirada, pero antes de que pudiese preguntar que podía hacer, Sylphina habló.

—No tengo tiempo para tus payasadas —dijo Sylphina, cortante—. Vete, cruza el portal y ve con tu esposa. Yo me encargaré de eso.

Sylphina se convirtió en viento. Envolvió al sujeto imposibilitando que escapara, mientras Tricks corría al portal.

 

Lo había atravesado, seguía abierto tras él. Estaba seguro de que Sylphina volvería luego, pero él tenía que hacer. Delante suyo se alzaba su propio hogar, donde yacía su esposa, moribunda.

Entró por la puerta, caminó hasta su habitación y ahí seguía. Con débiles jadeos y el rostro enrojecido por la fiebre, pero ahí seguía. Viva.

Tricks se apresuró y, con un vaso de agua le dio de beber la pequeña gema. Su fiebre bajó y su respiración se normalizó.

Eso había sido simple, sin duda.

Su esposa abrió los ojos. Una vez más pudo ver sus hermosos ojos color esmeralda. Una mirada que le retornaba la vida y la esperanza, estaba otra vez con él. Su amada esposa, que ahora le sonreía débilmente.

—Gracias, amor —dijo la mujer, con una voz débil pero estable.

La mujer volvió a cerrar los ojos.

Él sabía que esas gracias no le correspondían. No le correspondían a quien solo había sido estúpido. Todo fue gracias a las hadas, gracias a Sylphina.

Besó la frente de su amada y volvió a salir. El portal seguía abierto, miró en todas direcciones buscando a Sylphina, no había nada.

Ya habían pasado algunos minutos desde el retorno a su mundo.

Sabía que las cosas no estaban bien. Sabía que era peligroso mantener el portal abierto, pues los lacayos del Dios Muerto podían salir por ahí. Tenía que cerrarlo.

Se maldijo al darse cuenta de que estaba pensando en apagar las llamas verdes que mantenían abierto el portal. Dejando a Sylphina a dentro ¿Qué clase de hombre era?

Tenía que hacer algo o él y su esposa morirían a manos de lo que pudiese salir de allí. No podía abandonar a su esposa ¿Qué esposo abandonaría a su amada tras devolverle la vida? ¿Condenarla a una vida de soledad?

Entonces se dio cuenta, él no había traído a su esposa por ella, sino por él mismo. Su esposa aún era joven, podría tener otra vida, una sin él si es que no volvía.

Las lágrimas se asomaban por sus ojos mientras su cuerpo temblaba. Tomó su hacha y miró el portal. Había tomado una decisión. Su esposa ya estaba bien, y el portal podía ser cerrado desde dentro también. Revisó entre sus cosas, ahí seguía el vial que le había dado la Reina con ese fin. Aun lo tenía.



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En el texto hay: amor, magia, hadas

Editado: 21.12.2019

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