Siempre me asaltaban preguntas, de esas que interrumpen en la mente justo cuando más me desconecto del mundo y de la humanidad en general. Me refiero a la noche, un sinfín de interrogantes que surgen precisamente cuando más anhelo la paz mental, y aunque la mayoría eran en su totalidad absurdas, no dejaban de ser preguntas al fin de cuentas. pero... ¿Cuáles eran exactamente esas preguntas?.
¿Sobre el futuro? ¿Si tendría una vida prospera al cumplir los treinta? ¿Seria una exitosa diseñadora gráfica trabajando para marcas e empresas importantes? ¿Dejaría de estar soltera y encontraría el amor? ¿Me casaría? ¿Tendría hijos? La mayoría de los seres humanos se plantean cuestiones más profundas y menos superficiales, dudaban de su futuro, despreocupándose por el presente, picándole la cabeza— Y no precisamente por piojos— pensando en el más allá... Pero ese no era mi caso, no señor, no eran mis increíbles preguntas.
¿Las mías? Eran tontas.
Yo Andrea ¿Me consideraba una persona capacitada para trabajar bajo presión? Por supuesto que no ¿Quién es bueno trabajando bajo presión?.
¿Tenía facilidad para ser empática con los clientes que concurren a la cafetería? ¡Vamos! ¿Que clase de pregunta era esa? Por supuesto que Sí, lo soy porque me toca no porque quiera.
¿Ser puntual? No me molestaré en responder eso.
¿Lo estoy haciendo bien? Es lo que quiero creer.
¿Era torpe o simplemente era mi mala suerte disfrazada? Uff, ¿Por donde empezar?.
Esto era lo que más me carcomía la mente. ¿Que clase de mal pude haber cometido en mis vidas pasadas para ser tan sala en esta?. No consideraba mi torpeza como mala suerte, pero era lo que me había traído hasta este momento, no había ningún día en que me pasara algo.
Sabía de sobra que me había liberado de varios problemas—En los cuales yo misma me metí por mi bocota imprudente—No tan graves por suerte. Pero en este preciso momento, es donde me replanteo todo.
¿Que había hecho yo para llegar hasta este instante en el que tropezaba con aquel hombre que usaba un traje carísimo y las bebidas salían volando cayendo parte de su y suelo? Era como ver una telenovela dramática, porque para mí, hasta el tiempo se detuvo, haciendo que todo se redujera lentamente, como si todo fuera un sueño. Pero no.
Tal vez por obra y gracia del destino mi mala suerte me había abandonado.
O eso había creído hasta que tropecé con el, sentí un leve flechazo que se borró de inmediato al ver su cara de amargura y rabia, en conjunto con un sinfín de emociones en tan solo pocos segundos.
Mierda...¿ Como llamaría esto?.