¿el día de mi suerte?

Capítulo 1

El día es perfecto.

No hace tanto calor. Lo cual ya era bastante bueno.

El clima estaba increíble con un intenso cielo azul parcialmente despejado, sin rastro de alguna nube que obstruyera los rayos de sol.

Empezando la mañana con un buen humor, llegué directo a la cafetería a colocarme mi delantal y ponerme manos a la obra en atender a los clientes que comenzaban a llegar desde muy temprano, en búsqueda de aquella bebida negra que despertara sus sentidos para el resto del día.

Hay una cantidad considerable de clientes en la cafetería haciendo que todo marche a su propio ritmo otorgándonos un día simplemente espectacular, nada ajetreado, incluso podía llegar a decir que había empezado con buen pie esta mañana desde que me había despertado, las tostadas no se quemaron y no tengo ningún mensaje de mi mamá asegurando que vendrá a jalarme las orejas por no responderle los mensajes que tengo acumulados desde hace tres días seguido de sus miles de llamadas perdidas.

Okey.

Sin duda era algo qué diría en otra ocasión, no cuando había empezado realmente con el pie izquierdo esta mañana desde que me enrede con las sábanas al intentar levantarme,todo se estaba volviendo una absoluta y completa mierda.

Pero de esa mierda de la mala, de esa aguada que te da un subidón de rabia al verla en tus zapatos nuevos.

Un desastre total.

Hace un calor infernal desde hace rato, mi jefa está de mal humor por culpa de Lucas y su maldita torpeza sin mencionar los problemas que le ha estado causando Hank desde que inició la bendita semana asegurándose de que nuestros días sean lo suficientemente amargados. Porque no era suficiente para el ser un amargado de mierda, no, tenía que venir y amargar a todos los demás. La cafetería está abarrotada de tanta gente al punto de que la mayoría esperaba afuera para ser atendidos un retraso enorme por culpa de la caja registradora y el punto que estaban lentos y como si no fuera suficiente el aire acondicionado al parecer se averió, hace como una hora.

Una hora sudando como si no hubiera un mañana, sintiéndome empegostada, apestosa, hedionda . Dios, estaba sudando como si hubiera corrido un maratón antes de venir al trabajo.

Realmente era desagradable andar sudando.

Una completa mierda.

—Tu puedes Andrea, el día pasara rápido ya verás—Me digo a mi misma mientras miro mi reflejo en el espejo del baño, paso una mano por mi cabello para aplacar esos mechones rebeldes y con una última bocanada de aire Salí del baño a enfrentarme a mi día.—Solo te queda como siete horas más.

Mierda.

El día era un asco por completo, incluso podría a llegar a decir que hasta estresante y el calor solo hacía que me pusiera de muy mal humor e incrementara el dolor de cabeza que tenía desde que se hicieron las nueve de la mañana evitando que soporte a las personas que están pidiendo orden tras orden, bebidas tras bebida, y a los que no se decidían que era lo que iban a pedir por fin, o a los qué a último momento se arrepentían y cambiaban de orden.

Esos eran los que más odiaba.

¿Por qué diablos no pensabas lo que ibas a pedir antes de entrar?.

No solo eso, también agregando el hecho de que los de Marlone's—La cafetería de nuestro carismático y simpático de Hank— se habían empeñado en jodernos la existencias con acusaciones estúpidas sin sentido alguno alrededor de unas tres semanas seguidas, tres semanas intensas donde acusaba haber visto una chiripa en el mostrador donde estaban los dulces o a ver visto una cucaracha voladora al entrar, porque en serio, este hombre estaba empeñado en ser una ladilla por el resto de sus días.

—¡Andrea! ¡El pedido de la mesa seis esta listo!—Apenas escucho el llamado me acerco al mostrador terminando de amarrar mi delantal justo cuando Charlie deja frente de mi dos capuchinos junto con unos croissant recién hechos.

Para empezar, ¿Quién no estaría de mal humor con un calor así de intenso y con personas tan horripilantes que también estaban de mal humor y no hacían más qué quejarse porque sus pedidos se tardaban? Los entendía a ellos, pero como que ellos no nos entendía a nosotros. No es como si fuéramos unos pulpos.

Y sí fuera uno mi vida estaría arreglada.

Trabajar a atención al cliente tenía sus momentos buenos tanto como los malos.

Más malos que buenos, pero no había mucho por hacer en realidad.

—Aquí está su orden—Digo justo cuando dejo el pedido a aquellos dos trabajadores para luego acercarme nuevamente al mostrador, esquivando en el proceso a un niño corriendo en dirección al baño con su mamá persiguiéndole.

—Me volveré loco si no tomo yo un café—Dice Harry pasando por mi lado con una bandeja llena de tasas vacías de cafés. Lo entendía.

—Deberíamos tomarnos la jarra entera.

Y si, estaba obstinada, ¿cómo no estarlo?, era literalmente imposible entrar a la cocina sin que sintieras que estabas ardiendo en las llamas del infierno, o que te tomaras un par de cinco minutos para beber un poco de agua sin que algún cliente te llamara para decirte que quiere otro Chesse Cake de avellana, no obstante el calor sacaba lo peor de mí, de todos por igual, tanto como trabajadores como clientes, trataba de mantenerme serena para evitar tratar mal a los clientes por mi mal humor, pero algunos me ponían la cosa bien difícil.

Bastante difícil diría yo.

Y la idea de tirar la toalla, en este caso mi delantal, y echarme a llorar en una esquina abrazando mis piernas y mecerme era tentadora, pero tuve que obligarme a alejarla y mantenerla tras una reja en la esquina más oscura y lejana de mi mente y enfocarme en todo lo que tenía por hacer.

Enfocarme en sobrevivir a este día.

—Esto es una mierda— Sera mi palabra favorita a partir de ahora de tantas veces que ya lo he dicho durante la mañana, me recuesto un momento contra la pared pasando una mano por mi rostro soltando un suspiro de frustración.



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En el texto hay: romance, drama, comedia romntica

Editado: 04.08.2025

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