Capítulo 7

Cuando era pequeña, siempre veía a mi mamá escoger un día en específico para hacer limpieza profunda por toda nuestra casa, colocando la emisora 105.7 donde dejaba que se escucharan música que solían poner, desde reguetón viejo hasta el tedioso vallenato, era divertido ver como mi papá se quejaba del desorden que hacía mi mamá limpiando pero luego terminaba siendo regañado por ello. Aquellas mezclas eran únicas.

Y es que todavía me acuerdo el día que le pregunte el por qué ella tomaba un día para hacer la limpieza profunda, cuando podría ser cualquier día—ella prefería los domingos— ahí fue cuando me dijo “cuando llegues a la mayoría de edad, y empieces a ver que las cosas no son tan fáciles como parecen, que le dinero no sale por arte de magia,que la quincena no te va a durar ni dos minutos, que los hombres son estresantes, que el mundo en general es estresante, y que todo se te venga encima, la única manera de escape la econtraras en limpiar”. No había entendido a que se referia hasta que llego ese momento, que era hoy.

Y cuanta razón que tenía, no sabía que limpiar podía ser muy terapéutico.

Era martes, Amelie decidió que hoy no abriríamos el local, ya que aquel día tendría una obra de teatro a la cual asistir de su hijo Noah y no podría perdersela y prefirió regalarnos el día, así que luego de no haber logrado dormir hasta la tarde y haber estado despierta a las cinco de la mañana como un gallo por la costumbre de tener que madrugar, decidí que hoy haría algo completamente diferente.

Hoy me tomaría la tarea de tener una limpieza profunda en mi hogar, el cual ya le hacia falta.

Me habia dedicado tanto a los estudios y al trabajo que habia descuidado un poco el departamento, y el polvo en los estantes donde tenía algunos libros y adornos que me habia regalado mi abuela me lo estaba confirmando, hacía lo necesario, barrer, pasar el coleto y lavar los platos que ensuciaba al preparar mi comida, pero esta vez lo haríamos más profunda.

¿llevaba desde las siete y media limpiando? Si.

¿Qué ya son las dos de la tarde y es poco lo que he avanzado porque me quedaba viendo cualquier cosa que me encontraba? También, bueno en eso ultimo mentía un poco, había ordenado todo, solo faltaba la cocina, que era más difícil por la cerámica ya que le echaba un producto especial para que quedara impecable, por un momento recordé cuando me aburría cuando acompañaba a mi mamá al centro comercial Makro, durábamos treinta minutos en los pasillos del área de limpieza viendo los productos para el aseo del lugar yo me quejaba de tanto estar ahí, ahora, yo tenía un lugar especial con todos los productos que uso a la hora de limpiar, incluso duro lo mismo que mi mamá viendo los productos, la única queja que tenía, era que no tenia el único e inigualable fabuloso del morado, que era mi favorito y el que mejor olía.

Había cambiado el orden de los muebles de la sala, el lugar del estante y con un poco de pintura que conseguí entre los productos de limpieza en aquel pequeño compartimiento donde se guardaba las escobas y el coleto, había retocado un poco las paredes, aquellos baches que salían cuando la pintura se desgastaba y de los clavos que se caían y jalaban la pintura, estaba orgullosa de lo que había hecho durante el día, definitivamente le hacía falta este cambio a mi casa.

Tenía mi playlist en aleatorio, asi que la música podía variar, desde la más depresiva hasta la más movida, sin mencionar los anuncios molestos de spotify que salían después de tres canciones, ya me lo había memorizado, las divertidas notas de Cyndi Lauper empezaron a resonar en los altavoces, dejándome llevar por las notas movedizas de Girls Just want To have Fun

—¡The phone rings in the middle of the nigth¡ my Father yells: ¿ what you gonna do with your life?– Cantaba mientras tomaba el cepillo para barrer como si fuera una persona mientras movia mis caderas al ritmo de la pegajosa canción, me dejaba llevar por el ritmo tan movido olvidando por completo que estaba limpiando, solo eramos yo y el cepillo de barrer contra el mundo—Oh, ¡daddy dear! You Know´re still number one —me paro enfrente el espejo de la sala y señalo a mi reflejo— but girls they wanna have fun, oh! Girls just wanna have

Me sentía como si estuviera en una de esas películas de comedia romántica donde solo se basaban en bailar hasta el amanecer, o como si estuviera en si yo tuviera 30, una joya de película, cuando era niña quería ser como Jenna Rink, ahora de adulta aún quiero ser como la divertida Jenna rink.

La diferencia aquí es que aún no llego a los treintas y todavía no soy coqueta ni prospera.

Unos fuertes toques en la puerta hicieron que me sobresaltara en mi lugar soltando la escoba haciendo que se cayera al suelo ¿Quién tocaria la puerta a esta hora? ¿sera la señora Susanita a decirme que le baje volumen a la música? Aunque no era la primera vez que colocaba música en volumen alto, pero esta vez si me habia pasado un poco con el, me acerque a la radio y le baje a la canción sonando esta vez más bajo, tal vez era yo escuchando cosas que no era, pero no, volvieron a tocar la puerta una vez mas.

—¡voy!

Avise mientras recogía la escoba del suelo y la colocaba recostada en la pared junto con el coleto, no sabía quién era así que probablemente encontraría la casa toda desordenada al igual que la dueña,porque aún quedaba algunas cosas esparcidas por el sofá y sinceramente me importaba poco si vieran el desorden, estaba limpiando.

Volvieron a tocar.

—¡Ya voy! — ¿Por qué tanta insistencia? Ahora buscaba las llaves de la puerta, definitivamente no querían que terminara de limpiar.

Y fuera quien fuera la persona que ahora estaba tocando la puerta repetida veces como si su vida dependiera de ello se habia puesto de acuerdo para interrumpir mi momento de señora ama de casa. Me estaba obstinando mientras seguía escuchando el toque incanzable de la puerta, ya habia conseguido la llave.