—Entonces fui directamente, con la mirada fija, muy decidido —puso una cara de seriedad—. "Es ahora o nunca" dije. Agarré la botella y bebí sin pensarlo, terminé, solté la botella, solté un gran suspiro y me dije a mi mismo "Casi muero de sed".
Vita no pudo contener esta vez su sonrisa. Ya había perdido, el juego quedó empatado cinco a cinco para saber quien tenía los mejores chistes, aunque el Señor T contaba anécdotas pues tenía cientos y cientos.
—En realidad, fue un chiste muy malo —sonrió—. Pero imaginarte con esa cara absurda que te cuelga, lo hace gracioso.
Caminaban ambos por el pasillo de la escuela, pues cada una hora y cuarenta minutos, sonaba la campana de cambio de hora y todos los estudiantes tenían que irse a cada aula correspondiente a su materia.
—¿Otra vez hablando sola, fenómeno? —interrumpió Casandra.
Casandra era una chica que siempre iba con dos de sus mejores amigas a cada lado. No importa cuando la veas, en el baño, en la entrada, en las mismas clases, incluso en las fotografías del club de la escuela, ellas siempre andaban juntas.
Pero Vita solo recordaba el nombre de ella, pues era quien más la acosaba.
—Suena algo loco, pero si quieres puedo tocarla —dijo el Señor T.
—¡No! —alzó la voz Vita.
Casandra inclinó ligeramente la cabeza al lado izquierdo, subió las cejas y con una voz aguda casi insoportable le preguntó si de verdad le estaba gritando a ella.
—La loca despertó —complementó una de las mejores amigas de Casandra.
—¿Será contagioso? —se escuchó la voz chillona de su otra amiga. —Cas, ¿Podemos irnos ya?
—Medícate —comentó Casandra mientras empujaba a Vita con su hombro para que abriera paso.
Vita suspiró, y siguió su camino. No había nada que hacer, ya se habían ido y no valía la pena esforzarse.
—Debiste dejar que toque al menos a una. Digo, a veces toco a alguien por accidente y ya.
—¡T! Es solo una niña —susurró—. Tienes que estar enfermo para hacerle eso.
—Ella puede ser muchas cosas, pero niña no es —adelantó el paso.
A un segundo de abrir la boca para continuar con la conversación que había sido interrumpida por Casandra; Vita cayó al suelo, pues fue empujada por un grupo de chicos uniformados que pasaban burlándose de ella y de su aspecto.
—Cielos, Vita. ¿Estás bien? —se acercó el Señor T extendiendo su mano.
—Tranquilo, espera. No me toques, no quiero irme a dormir aún —sonrió mientras levantaba sus cosas que habían caído de su mochila.
No hace falta decir que este tipo de cosas que le suceden a diario desde comienzos del año le afectaba, pero a Vita no parecía importarle, de hecho, podríamos decir que incluso lo tomaba como bromas pesadas para evitar conflictos.
Ambos retomaron su charla de chistes que fue interrumpida. Tienen que desempatar.
—Nos vemos a la salida, T —sonrió Vita. Entraba a su respectiva clase, y como de costumbre ambos siempre se veían a la salida para ir juntos a casa.
En un pestañeo, ambos se separaron. El Señor T, que ahora es llamado solamente "T", desapareció tan rápido y naturalmente que no te darías cuenta en qué momento sucedió. Por otro lado, Vita, estaba lista para aprender algo nuevo.
—Qué pérdida de tiempo —pensó Vita mientras alzaba su cabeza, entrecerraba los ojos y se dirigía a la cafetería.
Después de que un profesor suplente llegase tarde, se presentara, y quisiera conocer a cada estudiante; Vita quería aprender cosas nuevas, quería contarle al Señor T lo mucho que le gustaban los números, pero su mente estaba igual que ayer; entonces lo tomó como una pérdida de tiempo.
Dio vuelta al pasillo, cambió de rumbo, pues quería lavarse la cara.
—¿Es en serio? —suspiró Vita.
Se encontró nuevamente con Casandra y sus otras dos amigas, en grupo como siempre y dirigiéndose por lado contrario del pasillo.
—No puedo creer que ahora admitan animales aquí —comentó Casandra a la vez que se detuvo.
Vita podía ignorar los insultos, podía incluso ignorar las bofetadas que le daban. Pero había algo que ella nunca podría soportar, y era esa voz chillona de las tres chicas.
—¿Aquí llevas tus cosas? —(amiga de Casandra) le quitó su mochila, la abrió y posteriormente pasó a inclinar totalmente la mochila, que, por acto de la gravedad, todo cayó al suelo.
—¡Oye!
—Los animales comen en el suelo —justificó pateando su comida.
La tercera amiga de casandra no se quedaba atrás, pues también quería participar en esta humillación. Así que, sin pensarlo, pateó la mochila de Vita por el pasillo gritando "¡Goool!".
Al mismo tiempo que sucedía esto, T, estaba con un billete en su mano derecha. Estaba en la escuela de Vita, específicamente con el director.
Sostenía el billete con el pulgar y el índice, mientras subía y bajaba su mano, como si estuviese imitando una brisa que soplaba un billete por el colegio.
No aguantaba ver como un señor de cuarenta años corría como loco, desesperado por agarrar ese billete.
—Nunca cambian —sonrió—. Siempre van por el dinero.
Y, como si le tirase una pelota a un cachorro para que vaya tras ella; T, lanzó el billete al pasillo donde estaba Vita.
El director volteó el pasillo, fue directo a por el billete, como si su vida dependiese de si lo atrapaba o no. Subió la mirada y vio lo que sucedía.
—¡Niñas! —alzó su grave voz—Vengan conmigo. Señorita Vita, vaya a clase, ahora yo me encargaré de ellas.
Las tres chicas que acosaban a Vita fueron con el director, ella quedó inmóvil hasta que los cuatro diesen la vuelta al pasillo, pues en el ambiente se sentía como aumentaba el odio de Casandra al interrumpir la incompleta escena de humillación.
T, apareció detrás de Vita que veía como el director y las tres chicas desaparecían al voltear el pasillo.
—Más vale que las haga llorar, por que tu rescate me costó cien dólares —se agachó para juntar las cosas de Vita.