Al salir de clases, ella soltaba un suspiro. Era su forma de despedirse de un día más en su rutina, o de una prisión.
—T... —susurró —T... ¿Señor T?
—¿Cuánto fue esta vez?
—Diez segundos —volteó—. Diez segundos exactos.
—¿Bromeas? —sonrió— ¡Es un nuevo récord! La vez pasada fueron...
—¡Quince segundos! —completó Vita.
—Supera eso Houdini...
—¿Quién es Houdini?
—Ya lo aprenderás —hizo un gesto de que no tiene importancia.
Ambos caminaban con dirección hacia la casa de Vita, como lo hacen desde que asiste a clases. Tienen tiempo para hablar sobre todo lo que se pudieran imaginar, sin que nadie interrumpiera. O eso pensaban.
—T. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Lo que quieras.
—Eres la muerte, ¿verdad?
—¿Lo dudas?
—Era obvio, supongo —agachó la cabeza—. Las historias que cuentas, por que solo yo puedo verte, pero principalmente por que cada cosa que tocas "lo haces dormir".
Vita antes pensaba que el Señor T podía realmente hacer dormir a quien tocaba, por eso siempre que tenía insomnio quería que él la toque para que duerma. Pero recientemente dedujo que "hacer dormir" realmente significaba quitarle la vida a alguien.
—¿Solo eso? —preguntó T.
—¿A qué te refieres?
—Vita, pasaron seis años y sigo con la misma cara, el mismo corte de cabello, no envejezco. Al menos eso debió darte una pista —sonrió.
—Entonces. ¿Siempre estuviste solo? ¿Soy tu primera amiga? ¿Tu cabello siempre fue blanco?
—Sí. Sí. Y sí —respondió—. De hecho, eres mi mejor amiga. Y ahora que lo mencionas, siempre fue blanco.
—Tengo muchas preguntas que hacerte —se emocionó Vita. Pues tenía miedo de preguntarle si de verdad ella era amiga de la muerte.
—Y tienes toda una vida para hacerlas. Solo asegúrate de agotar todas las preguntas que tengas.
—¿Te llamas a ti mismo "La Muerte"?
—Pues...la verdad...—se detuvo.
T, estaba viendo como el grupo de chicos que siempre molestan a Vita se acercaban en dirección contraria, pero en la misma calle. Se veían algo distraídos, así que si Vita lograba esconderse a tiempo, tal vez no se den cuenta de que ella esté aquí.
—¿T? —preguntó Vita.
—Mmm... ¡Por allá! —señaló T hacia un desvío de la calle. —Vamos por allá, ¡Rápido!
—Pero...yo vivo por el lado contrario —volteó para señalar.
Vita los reconoció a los chicos que se acercaban, se hacían llamar los "FLARS". Un grupo de cinco chicos que las iniciales de sus nombres, forman F.L.A.R.S.
—¡Miren! ¡Es la rara! —gritó Frank.
—¡Go, go, go! —sonreía y gritaba Laurence.
—Sí, de hecho, es mejor ir por allá, y ¡Rápido! —dijo Vita comenzando a correr por donde había señalado T.
Tres calles más adelante, uno de los F.L.A.R.S. alcanzó a Vita. Pues fue directo hacia ella y la empujó mientras corrían.
Ella cayó al suelo, rodó un par de pasos, se lastimó las manos intentando frenar su caída, pero la fuerza con la que la habían empujado fue demasiado intensa.
—¿De verdad corriste? —sonrió Frank. —Somos del equipo de deportes, estúpida.
Un chico que pasaba desapercibido entre los "FLARS", era considerado como un integrante muy débil, no era como los otros, como si tener sentimientos en ese grupo fuera muestra de debilidad.
Ese chico fue quien, al parecer, era el único cuerdo.
—Oigan. ¿No creen que es algo abusivo? —alzó la voz. —Somos cinco, y ella está sola.
—Primero, si, tienes razón. Gracias —Vita se levantaba de la caída—. Y segundo, no estoy sola.
—Tener amigos imaginarios, eso es estar muy sola. —contradijo un FLARS.
Vita solo ignora sus comentarios y acciones, así que solamente decide levantarse y recoger sus cosas para irse. Al levantar su mochila, inmediatamente otro integrante de FLARS la volvió a tirar de las manos de Vita.
—Vamos chicos. Solo váyanse y no diré nada. —volvió a levantar su mochila.
Ajeno a los ya mencionados integrantes de FLARS, el quinto integrante empujó por la espalda a Vita, haciendo que otra vez ella cayera, tirase su mochila y se vuelva a lastimar las manos.
—¡Basta! No puedo seguir solamente mirando, lo siento Vita, pero esto ya sobrepasó la línea. —T se acercó sin despejar la vista de aquel integrante que había empujado a Vita.
Con la mano extendida dispuesto no solo a tocarlo, si no también dispuesto a romperle la promesa a Vita, de no tocar a nadie que no fuera necesario hacerlo.
—¡Oye, Laurence! —levantó la voz aquel chico "más débil" del grupo. —Se nos hace tarde para entrenar, y no quiero que me llamen la atención otra vez. Una más y me sancionarán toda la semana.
Todo ellos, concordaron con aquel chico, sin embargo, no se iban a ir sin antes hacer que Vita caiga al suelo nuevamente.
Ella, ya en el suelo, notó que todos ellos se fueron, voltearon la esquina del callejón y desaparecieron de su vista. Excepto uno.
—Ven, vamos —comentó Hade extendiendo su mano derecha hacia Vita —. Levántate.
—Gracias —respondió mientras levantaba su mochila nuevamente.
—¿Puedo tocarlo? —preguntó T.
—¡No!
—¿No? —preguntó asustado el chico que intentó ayudarla.
Era como algo impulsivo contestarle de esa forma a T, pues llevaba haciéndolo por alrededor de seis años. Y se había olvidado de que, desde el punto de vista de otras personas, ella no parecía cualquier chica normal.
—No, disculpa —alzó la mirada—. No te lo decía a ti, ya sabes. Estoy loca.
Sonrieron ambos mientras se miraron a los ojos.
—Oye, actúas raro —T, volteó la mirada
El Señor T, dio la vuelta, para ver más fijamente al chico, pues no le daba tanta importancia, ya que era un F.L.A.R.S. Pero al ver como Vita estaba nerviosa, le dio curiosidad.
—Vita, Vita, Vita —volvió a voltear T hacia ella—. Es...
Vita interrumpió a T afirmando con la cabeza, pues no quería volver a alzar la voz e intentar asustar al chico, que obviamente, él no sabía del Señor T.