—Vita, Vita —llamaban—. Vita, despierta.
Vita estaba desmayada en medio del baño de mujeres del primer piso, su cuerpo se sentía tan desalineado que decidió tomar un descanso después del golpe que recibió.
Abrió los ojos y subió la cabeza. Ahí arrodillado frente a ella, estaba el Señor T; mirándola con unos ojos brillosos, unas manos nerviosas que se frotaban los dedos unos con otros y una respiración algo acelerada.
—¿T? —susurró Vita. —¿Qué haces aquí?
—Vine a verte, quería ver como estabas —respondió agitadamente—. Pero cuando vine, te encontré así.
Vita convenció a T, que fue un accidente. Ella iba a entrar al baño cuando resbaló y cayó. Él no era ningún tonto como para creer una excusa así. Sin embargo, le preocupaba más saber como se sentía Vita, así que, decidió ignorar esa excusa.
—Mira la sangre, Vita —bajó la mirada—. Espérame aquí.
T, se levantó del suelo, dispuesto a irse lo más rápido posible. Pues quería ir apresuradamente a la habitación de Vita, para traerle una sudadera nueva.
—No te vayas.
Los ojos de Vita al inicio estaban algo desorientados, no tenía las fuerzas necesarias para levantar al menos un solo brazo, sus respiraciones eran lentas, y como saber si no le dolía la cabeza.
T, la miró directamente. Los ojos de Vita estaban ligeramente rojos y algo hinchados, demostrando que la pequeña Vita, ya había roto en llanto antes de que el Señor T, fuese por ella.
—Tranquila. No pienso dejarte —volvió a sentarse sin apartar la mirada—. Quieres decirme, ¿Qué fue lo que en realidad sucedió?
No podía negarse a contarlo, fue una pregunta directa y lo dijo con un tono de voz muy suave como para ignorar o cambiar de tema.
—Fue Casandra—respondió con una respiración acelerada y lágrimas recorriendo sus mejillas—. Pero no le hagas nada, por favor. No sabe lo que hace
Vita rompió en llanto, se notaba ya el miedo que le comenzaba a dar una simple chica. Tanto que solo nombrarla comenzaba a asustarla lo suficiente como para llorar.
T, también se rompió, él no le tenía miedo a nadie. Pero cuando vio el lado más puro del miedo de una niña, simplemente se tocó el pecho con su mano derecha. Dagas afiladas que atravesaban su pecho, lo invadían de un sentimiento innombrable, un nudo en su garganta que hizo que él mismo se sorprendiera a una escala colosal.
Ese día, T. Fue testigo de algo que, a pesar de existir antes que la vida, nunca le había sucedido, sintió algo que no podía nombrar, algo que le dominaba por completo. Y, aunque fue solo por un breve momento; T, tuvo su primer sentimiento.
—¿T? ¿Estás bien? —preguntó Vita acercándose a él.
Con los labios entreabiertos, una respiración mínimamente más fuerte que la de costumbre, su mano derecha en su pecho y con la mirada fija, echó un suspiro para posteriormente subir la cabeza.
—¿Tú estás bien? —respondió seriamente con otra pregunta.
—Cielos, sí —sonrió limpiándose los residuos de lágrimas que le quedaban.
T, ayudó a Vita a lavarse la cara. A cambiarse la sudadera que estaba de sangre por una que acababa de traer de su closet.
Le dijo como limpiarse la herida que tenía en una de sus cejas y como cubrirla para que no se infecte.
—¡No puede ser! —gritó T, asustando a Vita.
—¡No me, asustes así! —volvió a gritar Vita tocándose el pecho con una mano.
—Lo siento —sonrió T—. Casi lo olvido. ¿Te sientes mejor?
Vita mostró una mirada desconcertada, miró a ambos lados, izquierda y derecha. Para luego decirle que sí, fue un sí temeroso, ya que esa pregunta y esa actitud del Señor T, la hacían suponer que tramaba algo.
—Pero, ¿Por qué lo preguntas? —preguntó al sospechar.
—Tengo algo que enseñarte —bajó la voz, temiendo a que alguien pudiese escuchar lo que estaba por decir—. Vamos
—¿Estás bien? —preguntó—Nadie puede escucharte, así que solo dilo. Eres muy dramático.
T, sonrió y abrió la puerta del baño de mujeres.
—¡Hay que escapar!
Vita no sabía ni siquiera la hora y como podría ella escapar. Si tiene un récord de asistencias aparentemente perfecto.
—Vamos Vita. Solo será por este día.
—Pero, ¿Qué hay de mis clases?
T, dejó de sonreír y se le acercó a Vita muy seriamente.
—Ambos sabemos que no te gusta estar aquí. ¿Quieres volver a encontrarte con ella? ¿Y qué si pasa algo más?
Vita iba a hablar, pero cuando abrió la boca para decir sus primeras palabras, T la interrumpió, normalmente la interrumpe de broma. Pero esta vez, entonó su voz tan firmemente que amenazó con tocar a Casandra en caso de que le volviese hacer daño.
Vita, guardó silencio. Miró fijamente a T, y afirmó con la cabeza.
—Bien. Vamos —sonrió T—. Tengo algo que estoy seguro de que te alegrará el día.
—Pero no necesito nada —respondió Vita—. Si ya te tengo a ti.
El Señor T, estaba de espaldas cuando ella dijo eso y a pesar de que Vita no lo pudo ver, T, sonrió más que nunca mientras su respiración se aceleraba. Al fin alguien, dijo que es feliz junto a él.
Ambos comenzaron a escapar de las clases de Vita, corrieron, saltaron, dieron vueltas y tomaron desviaciones, se ocultaron, siguieron corriendo y tuvieron que esconderse un par de veces más; T, casi tocaba a Vita en varias ocasiones, se despistaban mucho y la costumbre de mantenerse cerca uno al otro, casi le costaba la vida de Vita. Pero después de todo, ambos salieron por la salida de emergencia con éxito, dispuestos a llegar al lugar donde T, le quería mostrar algo a Vita.
—Señor T... —habló Vita, con unos ánimos bajos y ya cansada—Llevamos caminando mucho. ¿A dónde me llevas?
—No te lo pienso decir —sonrió—. Pero ya casi llegamos.
—¿Crees que puedas llevarme en tu espalda? —preguntó sarcásticamente con una sonrisa—O puedes llevarme arrastrando. Cómo quieras solo ya no quiero seguir.