El día en que los monstruos salieron

CAPITULO CUATRO

  

Tres días fueron en los que permanecimos ahí. Blake me enseñó como usar un arma y el arco. No me fue tan bien, en una de ellas casi le doy en la cara. 

No pregunten cómo pasó y por qué.

Peleamos más de lo que hablamos y Blake solo tenía su cara de amargado y eso no ayudaba mucho. 

Aunque cuando no tenía su cara de amargado, su cara no mostraba nada, y eso hacia darme ganas de irritarlo más.

Ah, y también me gustaba burlarse de mí, aunque yo no me quedaba atrás.

Cuando salimos por comida nos volvimos a encontrarlos. Los llamé demons, ya que no había alguna palabra que los describieran, y además cuando sugerí que los llamaríamos Blakes, Blake me puso una cara de desagrado, lo que me hizo saber que el nombre no lo gustaba mucho. Así que el veredicto final fué llamarlos demons. Matamos a cuatro de ellos, él tres y yo uno.

Y de ahí, en lo demás todo estaba bien. Decidimos ir de bosque en bosque hasta encontrar eso. No sabíamos ni que buscábamos, pero lo esencial en ese momento es llegar al bosque.

En las hojas que leí en una decía que los podríamos ver de lejos, ya que era algo brillante. 

Así que no creo que tengamos muchos problemas.

Aún estoy pensando en mi padre. De hecho, pienso mucho en él, me gustaría que estuviera aquí y que nos acompañara en esto. Pero, no sé si en este momento lo encuentre, me animo diciendo que si llegamos a encontrar lo que elimine a los demons tal vez él regrese y estemos juntos y felices

—¿Qué tienes?—pregunta Blake sentándose junto a mí.—Te vez preocupada y nostálgica.

En este momento nos encontramos en la sala de la casa, solo hay un sillón y hay una chimenea, pero lamentablemente no la encendemos, Blake cree que podría llamar mucho la atención. Algunos demons han estado rondando por el pueblo y no queremos que todos sepan que hay personas vivas aquí.

—Pienso en mi papá.— volteó a verlo y me sorprende ver qué en este momento no muestra amargura ni burla, se ve en realidad preocupado.

—¿No estás feliz con esto?—dice en voz baja.
 


 

—No creo que alguien esté feliz mientras no sabe de alguien que le importa.
 


 

—No me refiero a eso— arruga el entrecejo— Digo que si no estás feliz con que estemos nosotros juntos.
 


 

—Estoy feliz con nosotros. Se que en un inicio mi plan fue buscar a mi padre, pero se que lo hacemos en este momento es mejor. Tenemos información que tal vez otros no tengan y eso puede ayudar a que los demons desaparezcan. 
 


 

Nos quedamos un momento en silencio y solo se escucha el viento que golpea en las ventanas. 
 


 

Solo estamos ahí sentados, y no es necesario que uno de los dos comience a hablar. Y esto sucede los tres días anteriores, cuando no estamos peleando, burlándonos de nosotros o hablando sobre lo que sucede a nuestro alrededor, llega el momento en el que solo estamos sentados disfrutando de la compañía del otro. 
 


 

Y se siente tan malditamente bien. Por un solo momento entras en paz. 
 


 

—Creo que iré a dormir— murmura Blake. 
 


 

En seguida se levanta y sube a una de las habitaciones.
 


 

Cómo ya no tengo nada que hacer me levanto del sofá y me dirijo a mi habitación.
 


 

Pasó por la puerta de la habitación de Blake y en ella aún se ve una luz encendida.
 


 

Pienso irme de paso e ignorar que aún está despierto.
 


 

Pero, mi conciencia y yo no trabajamos de la mano.
 


 

Y antes de que me arrepienta, me asomo por la rendija en la que se la luz y lo veo sentado en la orilla de la cama. 
 


 

Abro la puerta con cuidado tratando de no hacer tanto ruido, pero el enseguida lo escucha y voltea.
 


 

—¿Ahora también eres metiche?— dice con una pequeña sonrisa.
 


 

Suelto una risa y me cruzo de brazos.
 


 

—No molestes.
 


 

—Tu eres la que vino a molestar.— enarca una ceja. Y me indica que me siente.—¿Qué quieres?
 


 

—Vi la luz encendida y dije Hey, a lo mejor Blake necesita de compañía, y ¿por qué no ir? Yo soy de las mejores compañías—suelto una risa y me acomodo en la cama. —Pero, ya hablando en serio, solo quería ver cómo estabas.
 


 

Suelta un suspiro, pero sin embargo no sale una palabra de él. Y entiendo ese silencio. Es el silencio de no querer hablar.
 


 

O que algo lo está atormentando, pero no lo quiere compartir. Tal vez aún no me tenga la suficiente confianza para compartir sus aflicciones, preocupaciones o temores.
 


 

Y mi padre me enseñó a no forzar a hablar a las demás personas, que fuéramos pacientes, por qué en cualquier momento esa persona puede decirte que es lo que tanto le inquieta.
 


 

Así que aprendí a ser paciente. 
 


 

Y cuando las demás personas hablaban, me dedicaba escuchar, por qué en ese momento era lo que ellos querían. Ser escuchados.
 


 

En este momento lo soy con Blake. Estoy siendo paciente y no lo presiono por hablar. Dejo el silencio gobierne a nuestro alrededor y mientras solo le hago compañía. 
 


 

Y cuando el silencio comienza a pesar, decido despedirme, por qué él tal vez tenga cosas que pensar.
 


 

—Creo que mejor iré a dormir—me despido de él y enseguida voy a el cuarto en el que duermo.
 


 

La habitación no está tan mal. Es sencilla y acogedora, a simple vista se ve que era de una adolescente, bueno, por qué habían algunas libretas regadas y era de un color rosa pastel, ahora se ve como un rosa feo.
 


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.