El día en que los monstruos salieron

CAPITULO CINCO

Avanzar
 

Mi padre me ha dicho que las personas valientes pueden lograr lo que sea.

Por qué se atreven a actuar.

Se atreven a decir.

Se atreven a buscar soluciones.

Y se atreven a confiar en que lo pueden lograr.

Cuando tenía once años estaba demasiado nerviosa por tener que hablar frente a todo el pueblo durante una obra de teatro, pero pensé que no era algo tan grave, que podía hacerlo y que nada me pasaría.  Así que, con toda confianza del mundo me planté enfrente de todos e hice mi mejor actuación. Mi padre, que había visto mis nervios y preocupaciones, me felicitó y no por haber echo una magnífica presentación, si no, por haber sido valiente y no dejar que mi miedo impidiera que actuara.

Pero, mis nervios por una presentación, no se comparan con mis nervios por estar frente a lo que me puede asesinar.

En este momento no hay algún punto de comparación y no estoy siendo valiente.

Ni siquiera se mueven, permanecen quietos mirándonos fijamente, nos tienen rodeados.

Sus posturas que demuestras seguridad y que transmiten temor me ponen los pelos de punta.

La cara no se le ve, ya que una capucha la cubre totalmente. Llevan una capa negra y algo así como una túnica negra.

Es como si estuviera presenciando a la muerte. Y básicamente es lo que han traído estos últimos días.

No traen ningún arma, y solo su presencia logra intimidarnos.

Blake, que aún tiene el arco en mano, no se ve realmente asustado. Tiene la misma cara de todos los días, pero aún así se puede notar que no está cien por ciento seguro.

Están tan cerca de nosotros que el frío se apodera en nuestros cuerpos. Y el agotamiento comienza a percibirse.

No llevamos ni la semana, y ya estamos otra vez en peligro.

Pero, no es como si pudieramos escapar para siempre de ellos.

Solo hay una manera de que ya no estemos continuamente en peligro.

Necesitamos encontrar su destrucción.

Pero, en este instante, estar rodeados de diez demons nos está debilitando demasiado.

Así que tal vez en menos de lo que pensemos, ya estaremos tirados inconscientes o muertos. 

—De está no nos vamos a librar, Blake— susurro mirando como los demons nos van cerrando el paso.

—Confía— refuta aún sin mirarme.

—¿Confiar?— suelto una risa nerviosa—Blake, en este momento no sé si pueda confiar.

—¿Confías en mí?— se atreve a volver a mirarme a los ojos.

—¡Pues claro que confío en ti!—espeto— Si no lo hiciera, no te hubiera dirigido la palabra.

—Entonces confía en mí. 

—No se, pero siento que dijimos muchas veces la palabra confiar.
 

—No es momento— blanquea los ojos y mira a su alrededor.
 


 

Ellos ni siquiera se han movido de su lugar, o se han atrevido a atacarnos. 
 


 

Y esto está resultando inquietante.
 


 

Mis nervios se sienten en cada extremo de mi cuerpo, sin embargo Blake se muestra un poco tranquilo, y ellos ni siquiera puedo decir que estén intimidados por dos chicos.
 


 

Mi respiración comienza  debilitando. Siento que me falta el aire y entiendo que ellos lo que quieren es que muramos lentamente.
 


 

—Cuando yo diga corre, tu corres, ¿entendido?— susurra cerca de mi oído.
 


 

Si aliento golpea en mi mejilla, pero apenas puedo sentirlo, ya que lo que dice me deja un poco desconcertada, así que  volteo y lo miro a sus ojos, que en este momento se encuentra de un tono azul muy oscuro.
 


 

—¿Y tú qué harás?—digo preocupada.
 


 

Ojalá y no sea lo que estoy pensando.
 


 

—Los distraeré.—contesta muy tranquilo.
 


 

—No te voy a dejar aquí—espeto enojada.
 


 

Pero al parecer él no tiene ganas de escucharme.
 


 

Lo tomo de la cara y le susurro enojada.
 


 

—No te voy a dejar aquí. Te-tenemos que seguir juntos—titubeo.
 


 

—Morgan, no saldremos de aquí los dos—toma mis manos y les da un pequeño apretón—Tu tendrás que seguir.
 


 

—¿Co-cómo lo lograrás, Blake?¡Son diez y tú uno!
 


 

—Dijiste que confías en mí.
 


 

—¡Pues sí! Pero, para eso están los equipos, para ayudarse.
 


 

Y aún sin mostrar un poco de inquietud, lo cuál me pone muy nerviosa, mira a los diez demons que siguen sin mostrarse temerosos ante nosotros.
 


 

—Bueno, pues te ayudaré a escapar—dice muy tranquilo.
 


 

¡Por dios! Está a punto de morir y él ni siquiera pretende darse cuenta de ello.
 


 

—¡Ah, que fácil!—espeto con sarcasmo.
 


 

—Morgan, solo estamos perdiendo tiempo. Y tú estás perdiendo color, te vez muy pálida. No nos queda mucho, tenemos que hacer algo.—vuelve a decir y es cierto, me estoy poniendo pálida, y el también, pero al parecer ya no queda nada más que hacer.—Cuando yo diga corre, tu corres hacía cualquier bosque—susurra en voz muy baja para que solo yo pueda escuchar—No importa cuál, solo corre hasta que te duelan los pies. Y comienza a buscar lo que sea que dice en las hojas, y tendrás que hacer un arco, si vagaras por los bosques es más fácil hacer una flecha que regresar por balas. Y si salgo de esta, nos encontraremos a mitad de camino.
 


 

No muy convencida asiento. 
 


 

Blake no cambiará de opinión. 
 


 

Y supongo que en algún momento esto tendría que pasar. Alguno de los dos debería de arriesgarse.
 


 

No es como quisiera, pero no puedo salvar en este momento su vida. Pero si podría salvar la de miles más. Así que, cuando Blake toma su arco y le dispara a uno de ellos, cae en el suelo,  y los demás se aproximan hacía Blake, él grita mientras los demons van hacia él y yo salgo corriendo lo más rápido que puedo mientras todos prestan la atención a él.
 




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