El día en que los monstruos salieron

CAPITULO DOCE

CAER
 


—¿Escuchaste eso?—inquiero mientras volteo a revisar a mis alrededores.

Es el segundo día que llevamos aquí en el bosque y hay veces en las que me da miedo. He estado un poco paranoica respecto a este lugar. Siento que voces susurran entre la oscuridad o que alguien nos está mirando.

Blake dice que me tranquilice, que no va a pasar nada. Pero, me es inevitable dejar de pensar en que en cualquier momento alguien saldrá de las sombras.

Dormir entre los bosques no había sido problema anteriormente, incluso dormía sola. Pero está ese algo que me inquieta.

Blake argumenta que es tal vez por lo que podamos encontrar, pero el problema es que... no hemos encontrado nada. Absolutamente nada.

He estado cansada, fastidiada, irritante y paranoica. Incluso creo que ya fastidié a Blake y perro.

Esta apunto de oscurecer, llevamos dos horas buscando aquí en el bosque, y estar entre los árboles se ha vuelto un poco tenebroso.

—Es la tercera vez que dices eso, Morgan-me responde Blake con fastidio—. Tienes que tranquilizarte, aquí estoy junto a ti, no creo que pase nada.

—Pues te recuerdo, Blake, que hace unos días estábamos juntos y no nos fue precisamente bien. —seguimos caminando y entonces el crujido de una rama, hace que brinque asustada.

Pero solo es perro, quien pasea por donde se le da gana.

Caray, Blake tiene razón, tengo que tranquilizarme. Con cualquier mínimo ruido me espanto.

Si sigo así, tal vez incluso llegue a alterar a Blake.

Vamos caminado solo tratando de encontrar algo o alguien.

Pero no han habido señales de que haya alguien más, aparte de las aves, en este bosque.

Si no fuera por la inquietud que he tenido, diría que el bosque está tranquilo.

Extrañamente tranquilo.

Lo único que se puede escuchar aquí son el revoloteo y cantos de las aves, el crujir de las ramas y el silbido del viento. Pero ahora, ahora el bosque ha estado en silencio.

El silencio resulta relajante en algunos momentos, pero en otros resulta inquietante. Y si hablamos sobre lo que pasa alrededor del mundo, este silencio resulta tenebroso y asfixiante, como si en cualquier momento una sombra aparecerá enfrente de ti llevándose cualquier señal de que estuviste ahí.

Seguimos caminando y caminado dando vueltas y viendo cada extremo de este bosque, pero simplemente no hay nada que encontrar. Aparte de la cabaña destartalada y fea que vimos al llegar, no se ve alguna otra cosa.

Solo hay cientos de árboles rodeándonos.

—Blake, creo que no hay nada aquí. Llevamos dos días buscando y no hay algo que sea de utilidad- resoplo, agotada. —Creo que regresaré a la camioneta.

Pero apenas damos dos pasos más, ambos caemos en un pozo peculiar.

Por qué no se podía advertir de que hubiera un pozo.

El golpe al caer en algo sólido hace que me queje de dolor.

—¿Qué mierda...? —comienzo, pero cuando miro alrededor de dónde nos encontramos quedó más asombrada.

Este lugar no es grande, apenas si Blake y yo cabemos aquí dentro. Pero creo que no tendría que ser grande para lo que guardaban.

En lo que serían las paredes una gran cantidad de flechas, arcos, espadas y dagas están colgados.

Flechas de todo tipo y de todos los tamaños, arcos pequeños y grandes, espadas de todo tipo y dagas muy pequeñas. Todos estos varían. Hay una gran cantidad.

Perro comienza a ladrar desde arriba al ver que caímos aquí, hace el además de brincar hacia acá, pero creo que se arrepiente. La profundidad no es tanta, si acaso de tres metros y medio, saldríamos de aquí muy pronto, pero no le parece una buena idea saltar.

—¿Blake?— murmuro, atónita.

—¿Qué pasa?— responde igual que yo. Ambos estamos sorprendidos por la gran cantidad de armas que hay aquí.

Me doy cuenta de algo, encontramos una salvación, pero no la que buscamos.

Hay algo que me dice que esto no es lo que deberíamos de encontrar.

—No es lo que buscamos. Esto solo es una parte... No se porque creo eso...

—Por alguna extraña razón, siento lo mismo... Esto no es lo que buscamos. —concuerda conmigo. Mira todo a su alrededor con interés. Analiza cada arma que se encuentra aquí, así que yo también lo hago.

—Al menos aún faltan tres bosques por recorrer— digo soltando una risa nerviosa.

—No creo que encontremos algo más extraño...

—¡Ja!, Blake, estamos en pleno fin del mundo, no te cierres a las posibilidades. -escucho como resopla, y sonrío. Tomo una daga y la inspecciono—. ¡Mira que bonita daga!- la tomo y la alzo.

—Morgan, agarra bien esa daga, se la puedes clavar en el cuello a alguien—dice, quitándomela.

—No seas dramático. No sé la voy a clavar a nadie... —enarca una ceja como no creyéndome. -Solo si no se acercan.

—Solo espero que esa daga no se acerque a mi. —se aleja para seguir viendo las dagas, espadas, flechas y arco. 

—¿Tienes miedo de que te raje el cuello?

—Honestamente, dudo que puedas o que intimides a alguien.

—¿No te doy miedo?—cuestiono, ofendida.

—Para nada. —dice con simpleza.

—¿Entonces que doy?

—A veces ternura, otras estrés. 





 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.