El día en que los monstruos salieron

CAPÍTULO CATORCE

—¿Qué pasó?
 

 

El primer sentido que recupero es el olfato, así que en primer lugar puedo decir que aquí huele horrible. Ni siquiera sé si pueda abrir mis ojos. Siento un gran dolor en todo el cuerpo, un ardor se extiende en todo mi ser y cuando intento moverme algo me lo impide.

Estoy atada de pies y manos. El mínimo movimiento que hago me hace sentir a las cuerdas atadas con fuerza.

Abro mis ojos con mucha dificultad, pero en cuanto lo hago me arrepiento enseguida.

El cuarto en el que me encuentro es espeluznante. Me causa escalofríos ver todo a mi alrededor.

Varios cuerpos sin vida se encuentran regados en el piso, y si no fuera suficiente, los cuerpos no están completos. Algunas de sus extremidades faltan.

Sus cuerpos putrefactos que emiten un mal olor y la sangre seca que se extiende en el piso me comienza a asquear.

Solo con la luz del sol entrando por una ventanilla da una escena de terror.

Miedo, asco, tristeza y dolor siento en este momento.

Observo mi cuerpo y me doy cuenta de me quitaron la chamarra y que algunos cortes se visualizan en mis brazos. También se encuentran algunas hematomas en ellos y hay sangre seca.

No recuerdo tenerlos antes, ni recuerdo haberme echo alguno de ellos.

La habitación  está sin ninguna persona con vida, a parte de mi.

Blake no está aquí, pero en el otro extremo hay una silla y algunas cuerdas están tiradas.

No quiero hacer suposiciones sobre dónde se encuentra. O como se encuentra. Tan solo pensar en lo que le haya pasado oprime mi pecho.

Continuo revisando a mi alrededor y observo que en las paredes hay cuerdas, ganchos, cuchillos y más armas, no quiero imaginarme que hacen con eso.

Un ruido me pone alerta y cuando intento moverme hacia el sonido las cuerdas me raspan las muñecas. Un quejido sale de mí y después otro quejido se escucha, pero ahora ese sonido no proviene de mí.

Cinco hombres entran desde alguna puerta que no logré ver y con ellos traen a Blake. Hay poca luz, pero en un destello logro observar su rostro.

En cuanto lo miro emito un chillido de asombro o susto. No sabría cómo decirlo.

—¡Dios mío, Blake!— sollozo y ellos solo lo traen en rastra hasta dejarlo en la silla y amarrarlo a ella.

—Cállate, niña — me reprende uno de los hombres, pero lo ignoro, sus palabras me entraron por un oído y salieron por el otro, solo me importa Blake.

—¿Porqué le hicieron todo eso? ¿Estás bien? — cuestiono mientras unas lágrimas amenazan con salir.

—Morgan, por favor, cállate—Blake me dice con dificultad.

La mayor parte de su rostro se encuentra cubierto de golpes y un hilillo de sangre sale de su labio. La ceja la tiene cortada y uno de sus pómulos se encuentra morado. Hay sangre en su ropa y su piel.  

Respira con dificultad y me doy cuenta de que está sudando demasiado.

Su aspecto es preocupante y solo puedo pensar en todo lo que le tuvieron que hacer ellos para dejarlo en ese estado.

—Oh, por dios, Blake. ¿Estás bien?— vuelvo a preguntarle, pero no creo que tenga demasiadas fuerzas para hablar. El mismo hombre que me regaño voltea a mí y se acerca hasta donde estoy.

—Te dije que te callaras— repite, molesto. Hace un ademán de tocarme, pero antes de que pueda hacerlo, Blake vuelve a hablar.

— No toques a Morgan. — sisea, enojado. —Hicimos un trato. — le recuerda. Sin embargo, yo no logro entender absolutamente nada.

Los demás hombres salen de la habitación y nos dejan a solas con el que debe ser el que manda.

—El trato se cumplía si me lograbas decir cómo es que sobrevivieron a un ataque de veinte demons. Y no me dijiste nada que fuera de ayuda— su enojo incrementa en cada palabra que dice.

La confusión es palpable en mi rostro.

Así que sobrevivimos, ¿Será suerte?

No es la primera vez que lo hacemos. Es extraño, pero ni siquiera sabemos cómo es eso posible.

—No tengo idea— responde Blake y parece como si eso lo hubiera dicho cientos de veces.

—Tal vez tu acompañante si sabrá que decirnos— dice con malicia.

—No te atrevas a ponerle una mano encima— le amenaza y aún estando en muy malas condiciones, se empeña en que no me hagan daño.

—Oh, por supuesto que a ella no le pondré una mano encima. — sus palabras me toman por sorpresa, pero hay algo detrás de ello.

A mí no me hará daño

No puede ser…

Regresa hasta donde se encuentra Blake y de uno de los bolsillos de su pantalón saca una navaja.

—Vamos a hacer algo muy divertido— sonríe aparentando una sonrisa de alegría, pero a mí me parece siniestro y perturbador — Te haré un par de preguntas, y si tu respuesta es una mentira le daré un navajazo a tu amiguito.

Alza la navaja y comienza a pasearla por el rostro de el pelinegro. Los nervios comienzan a aumentar en mi sistema y una capa de sudor comienza a cubrir mi frente.

De repente comienzo a sentir como si me faltara el aire, el espacio comienza a sentirse más pequeño y mi respiración comienza a agitarse.

Una gran presión se siente en mi pecho.

—¿Cómo sobrevivieron?— fórmula la primer pregunta, pero eso solo incrementa mi nerviosismo.

—No lo sé— las palabras salen tan rápido con un toque nervioso.

—Error. Te daré otra oportunidad. — aleja el arma blanca de Blake.  — Hay algo en ti que me agrada, así que espero que aproveches esta oportunidad. ¿Cómo sobrevivieron?— fórmula la misma pregunta.

—E-en serio no lo sé. Solo recuerdo te-tener mucho frío y t-todo se oscureció — las lágrimas comienzan a recorrer por mis mejillas y mi voz de vuelve entrecortada.

La cabeza me comienza a doler demasiado, siento como si fuera a explotar en cualquier momento, mi cuerpo entero empieza a temblar y el sujeto vuelve a hacer la misma pregunta.

Cierro los ojos con fuerza tratando de menguar el dolor.

—¡NO LO SÉ!— grito con un dolor inexplicable invadiéndome por completo.




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