El día en que los monstruos salieron

CAPÍTULO DIECIOCHO

Te ví… morir.

 

 

El silencio se expande en toda la sala ante la revelación de Blake esperando que este comience a hablar.

—El día en que nos encontramos y nos quedamos dormidos en el bosque a mitad de la noche, recuerdo haber soñado contigo. —suspira hondo y comienza a vacilar— No… no fue algo agradable, ni siquiera estaba cerca de serlo. Yo… te ví, te ví a ti. Estabas junto a una mujer y entonces ella te asesinó. Te ví… morir. —un nudo comienza a formarse en su garganta y guarda silencio. Pienso que no quiere continuar, pero prosigue— Fue horrible mirar que habías muerto, ni siquiera sabía que era un sueño, porque se sentía real. Lo sentí real.

» Y entonces me di cuenta de que no dejaría que alguien te lastimara, te enseñaría defenderte a ti misma cuando yo no estuviera y te protegería con mi vida si fuera necesario. No sé con exactitud que es lo encontraremos, y tampoco sé si lleguemos vivos, pero… prometo luchar en todo momento. —eso último lo dice en voz muy baja, casi en un simple susurro como si las palabras lo ahogaran.

Sus palabras, sus desesperantes palabras me llegan al fondo del corazón, Blake es de las mejores personas que he podido conocer y es la única que se ha permitido querer compartir tiempo y espacio conmigo. Se que le cuesta decir lo que siente o, en algunas ocasiones, simplemente no habla demasiado sobre él.

No es necesario que el diga todas esas palabras, porque yo sé que él haría cualquier cosa por mí, al igual que yo haría cualquier cosa por él. Somos compañeros, amigos y nuestro apoyo.

Me aproximo a él para darle un abrazo y al ver que no se aleja lo rodeo con mis brazos apretujándolo hacía mí.

—Lucharemos en todo momento. No quiero que nos vuelvan a separar, es difícil estar sin ti. Y aunque la mayoría de las veces no congeniamos, me gusta estar contigo. —siento como su cuerpo va perdiendo tensión y se relaja en mis brazos.

 

***

—Levanta más el brazo. Un poco más… un poco más, no te pongas muy nerviosa, relájate. — sigo paso a paso las instrucciones de Blake. Antes de que anocheciera Blake decidió a seguir enseñándome a usar un arco, según él, mis habilidades con las armas son inútiles. Pero me cuesta sentirme cómoda con un arma. —Concéntrate en tu objetivo.

Me relajo y observo mi objetivo. No es gran cosa, solo es una marca en el tronco de un árbol. Mi objetivo es darle o aproximarme a ese punto.

Rezo para darle y entonces dejo la flecha ir.

Un metro más arriba y le atinas.

La flecha queda más debajo de donde debería estar, lo cuál es decepcionante, hago un puchero y volteo a ver a Blake.

Está mirándome seriamente. Tal vez analizando mi situación o problema.

—Tienes que relajarte. Estás muy tensa. — me hace una señal para que entre a la casa y me sonríe tratando de darme ánimos — Hay que descansar, mañana continuaremos.

Entramos a casa y miro a Loki, que está echado en la alfombra de la sala, me agacho a acariciarle su pelaje, y él solo mueve la cola con alegría. 

No dejo de pensar en que hay algo extraño de todo esto. Bueno, no es como si los demons fueran normales, pero siento que hay un trasfondo de ello. He estado muy inquieta toda la tarde y me siento rara.

—No es necesario que te abrumes tanto. —Blake aparece a mi lado y me tiende una taza de café.

—Lo siento. —murmuro, apenada.

—¿Por qué?—inquiere, confundido. Toma asiento en el sofá y espera por mi respuesta.

—No estoy siendo de mucha ayuda. —me lamento.—Mi puntería es pésima.

—Bueno, no siempre es necesario saber usar armas. —se encoge de hombros y se recuesta en el sillón cerrando los ojos.

—Tampoco es que sepa hacer algo. Lo único que sé es fastidiarte.

—Atormentarme, querrás decir.

Nos quedamos en silencio un buen rato y me doy cuenta que en realidad no sé hacer nada.

No soy buena en ninguna cosa.

En los estudios me iba pésimo. Reprobé lengua, matemáticas y ciencias. Ni siquiera pasé educación física. Me daba mucho miedo hablar frente a las personas, la mayor parte del tiempo me rehusaba a hablar frente al público.

¿Cocinando?, Se me quemaba hasta el agua.

¿Artes?, si hacer dibujos con palitos es considerado un arte, entonces me iba bien.

¿Moda?, ¿Qué es eso?

La única esperanza que tenía es que era—soy— muy curiosa, me gusta leer de todo y me gusta ayudar a los demás.

Era lo único rescatable de mi ser.

—Hasta acá puedo escuchar tus lamentaciones. — su voz me saca de mis pensamientos y lo miro cansada, sigue acostado con los ojos cerrados.

—Perdón, no te quería atormentar con mis lamentos. —murmuro, exhausta.

Suelto un bostezo y Blake se levanta viéndome con extrañeza.

—¿Estás bien? —pregunta, preocupado.

—Lo estoy. — digo en voz baja restándole importancia y, de pronto, una oleada de cansancio me azota.

Mis ojos comienzan a cerrarse lentamente y mi cuerpo va perdiendo fuerza.

Cientos de pensamientos pasan por lo cabeza y todos ellos de qué no hago nada bien.

El pesimismo invade mi cuerpo y no logro aguantar el peso. 

Me desplomo en el suelo de la habitación y pierdo la conciencia.




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