El día en que los monstruos salieron

CAPÍTULO VEINTITRÉS

ANTES DEL AMANECER

—Deja la paranoia, Morgana Meyers. — resopla, apartado a Loki de la puerta. —No nos va a pasar nada si salimos a pasear.

—Yo no estaría segura de ello. — me niego, por… ¿Cuarta?¿Quinta vez?

Blake sale junto a Loki y yo me quedo en el umbral de la puerta, mirándolos.

El chico pelinegro que se encuentra a menos de tres metros de mi comienza a sonreír y , cómo buena conocedora de ese tipo de sonrisas, enseguida empiezo a negarme.

—No, no, no, nada de manipulación con una sonrisita tuya.

—Vamos, sabes que quieres ir a dar una vuelta. Trae tus preciados libros y puedes ir leyendo en el camino. —sugiere, y, aunque me quiera negar, la idea suena muy tentadora.

De no tan mala gana, voy a por los libros y aunque quiera hacer una mueca de desagrado, me es imposible. En vez de ello, una sonrisita se asoma en mis labios, pero en cuanto me doy cuenta de ello, la borro.

Cuando llego junto a Blake, sonríe con suficiencia.

Y antes de que diga algo, lo interrumpo.

—No te burles.

—No iba a hacerlo. — señala con un toque divertido.

Comenzamos a dar una vuelta por las calles y, anteriormente me habría asustado, pero supongo que ahora ya no.

Las calles siniestras en las que el único ruido que hay es el sonido del viento golpeando en los árboles, me he acostumbrado a ese ambiente.

Abro el libro y comienzo a leer mientras camino, Blake me va advirtiendo sobre los obstáculos que me puedo encontrar por el camino y escucha cada palabra que sale de mi boca.

—“Y sí podría pedir una sola cosa en todo el mundo, sin dudarlo, diría que quiero estar contigo; ahora y siempre.” — cito el diálogo y me quedo observando a Blake, esperando que diga algo, pero solo está ahí. Parece que ha comenzado a divagar. —¿Qué opinas?— le digo para traer su mente de nuevo al lugar que nos encontramos.

—Que estoy de acuerdo. — susurra al viento y aún medio distraído.

No sé que hacer en este instante, pero lo miro unos instantes y luego comienzo a avanzar nuestro camino y; continúo leyendo.

Se qué no se ha quedado atrás, porque escucho sus pisadas a tan solo unos cuantos pies de mí.

—¿Tú qué opinas? — devuelve la pregunta.

Lo miro confundida.

—Eh… pues… ah… — ¿Qué opino? Tal vez le resulte ridículo, pero opino que es lo más romántico que he escuchado en mi vida, muy en el fondo de mi corazón amo las cosas cursis — Supongo que es una hermosa manera de decir que estás enamorado— respondo, apenada. Puedo jurar que mis mejillas están sonrojadas. O incluso todo mi rostro.

—No deberías de avergonzarte por pensar en que es algo muy romántico.

—Ya.

—Hablo en serio.

—Si, lo sé. Solo que no estoy acostumbrada.

Suspira y mejor cambia el rumbo de la conversación.

—¿Y qué has encontrado en ese libro?— hace una seña hacia el libro que se encuentra entre mis brazos.

—Tal vez no sea tan importante, pero podría hacerte un resumen. — le sugiero, un poco más animada.

—Me encantaría escucharte, aún si no lo consideras importante. 

Comienzo a asentir y un poco nerviosa resumo todas las páginas que he leído. 

—Cada día, antes del amanecer, ellos se encuentran en un bosque…— comienzo a relatar— … el bosque es de la principal ciudad de Wiysand, es como el nombre de ese mundo, por sí te lo preguntas. Básicamente la relación entre mismos sexos es… mal visto ahí, así que es algo secreto. Ellos viven su vida normal, y asistiendo todos los días, pero entonces uno de ellos, Braen, tiene que contraer matrimonio con una joven millonaria del pueblo vecino, no es que él quiera, es que su padre lo obliga. La situación se pone tensa y comienzan las peleas, Albert, el otro chico, le dice que lo mejor es terminar, que nada de lo que tienen podría funcionar, ya que siempre estaban ocultos. Comienzan a dejar de encontrarse, se evitan y no vuelven a hablar. Ambos están tristes y un día, por accidente, ellos se topan en una fiesta que se hacen obligatoriamente, empiezan a charlar y es entonces cuando se encuentran con alguien que se hace llama auror y les cuenta que hay un mundo en el que sí pueden ser felices, un mundo donde sí pueden estar juntos sin tener la necesidad de ocultarse, pero tendrían que pagar un precio o tendría que hacer algo por aquel sujeto, Albert duda mucho sobre ello y es entonces cuando Braen le dice eso. — termino de relatar y suelto todo el aire que tenía en mis pulmones. — Y hasta aquí he quedado… — agrego, mirándolo al rostro. 

Y entonces, veo que ha quedado en blanco, su mirada está totalmente perdida.

Su cuerpo comienza a perder fuerza poco a poco y, finalmente, cae inerte en el suelo. 




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