El día en que los monstruos salieron

CAPÍTULO VEINTISIETE

"La lluvia ha dejado de caer"
 


 

El ambiente se vuelve silencioso, pero cómodo. No ignoro los latidos de mi corazón, porque es imposible hacerlo, están a todo lo que dan. 

Pero intento leer un poco más, Blake se ha relajado en su asiento y ahora parece que está dormitando. 

Y me gusta esto, los dos tranquilos sin ninguna muestra de preocupación; sin embargo, hace falta la presencia cálida de nuestro Loki. Jamás había tenido una mascota, no sabía lo difícil que podría ser tener que cuidarla, ahora sé que en tiempos como estos es difícil cuidarlos, no puedo imaginar cuántos animales murieron por qué sus dueños no pudieron cuidarlos o porque simplemente sus dueños también murieron. 

Y vuelvo a pensar, ¿el mundo podría volver a la normalidad? Yo no estoy muy segura. 

Dónde vivía, todos murieron o desaparecieron de la faz de la tierra, los que estaban conmigo antes de que mi casa cayera no eran muchos, pero aún así, no sé que les pasó. Tal vez siguen junto a mi padre, tal vez murieron. No se sabe. 

Cierro el libro y dejo de pensar, no puedo seguir pensando en los demás, solo haré que me deprima y no quiero eso en este momento. 

—Hasta acá puedo sentir tus pensamientos. — murmura aún con los ojos cerrados.

—Creí que dormías — murmuro en respuesta.

—No puedo hacerlo si estás preocupada. 

—No estoy preocupada... Solo pensativa. 

—¿Recuerdas decir que confías en mí? 
 


 

—Si... ¿A qué viene eso? 
 


 

—Bueno, confía en mí cuando digo que todo estará bien. Deja de perturbar tu mente buscando respuestas, concéntrate en que todo saldrá bien. Cierra los ojos y duerme un momento, descansa tu mente curiosa y relájate, pero si quieres hablar, te escucharé. 
 


 

Se endereza en su asiento y comienza a prestarme atención. 
 


 

Empiezo a juguetear con mis manos con señal de nerviosismo y trato de no mirarlo directamente. 
 


 

—Dirás que soy muy molesta con ese tema... 
 


 

—Solo dilo. 
 


 

—¿Tú crees que podemos volver a cómo era antes?, el mundo puede ser un poco extraño.
 


 

—Nada será como antes, Morgan. Todos estarán buscando paz mental, millones de personas perdieron a alguien, familias enteras murieron y cientos de personas cambiaron, tomaron malos caminos. — mira hacia afuera y suspira, para continuar lo que estaba diciendo — No creo que el mundo volverá a ser como antes, pero espero que no se vuelva peor, ojalá y todo sea mucho mejor, es una buena oportunidad para cambiar para bien. Podemos cambiar la forma en que vivimos. 
 


 

—¿A dónde iremos después de todo esto? — comienzo a pensar, ¿A dónde iremos? No tenemos un hogar como tal. Hemos estado de un lado hacia otro buscando respuestas, nunca permanecimos totalmente en un sitio, aunque viajar de un lado a otro no suena mal, también me gustaría poder decir que un lugar me pertenece. 
 


 

—Podría conducir por todo el mundo hasta que encontremos un lugar que te guste, o solo viajar y conocer el mundo. No me importaría, solo con que esté junto a tí, todo me resulta bien. 
 


 

Sonrió encantada y asiento. 
 


 

—Sabía que te encantaba mi simple presencia— pone los ojos en blanco y eso me hace sonreír más — No te preocupes, Blake, tú presencia también me gusta. 
 


 

Y pensar que al inicio no nos aguantabamos. 
 


 

—¿Qué te gustaría? — cuestiona con una pequeña sonrisa asomando en su rostro. 
 


 

—No lo sé, pero me gustaría tener una casa. Un lugar al que siempre pueda regresar. ¿Y a tí? ¿Que te gustaría?
 


 

—Estar contigo. — es innegable el hecho de que mis mejillas se han teñido de rojo al instante que dice eso, diría que está bromeando, pero no tiene cara de que lo esté haciendo. Habla con toda la honestidad del mundo. 
 


 

—No digas ese tipo de cosas que me sonrojo— susurro bajito. 
 


 

—Bueno, esa es mi meta. 
 


 

—Eres un idiota.  
 


 

Suelta una carcajada y me resulta tan reconfortante. 
 


 

Nos quedamos en silencio y suelto de la nada un lugar que siempre he querido visitar. 
 


 

—La playa. 
 


 

—¿Nunca has ido a la playa?—me mira tan confundido, como si no fuera posible que yo no conozca la playa. 
 


 

—No..., vivíamos en un pueblo perdido, salir de ahí era muy difícil, así que no conocí mucho el mundo. Solo conocía los bosques que estaban a nuestros alrededores, pero mi padre siempre hablaba de la playa. Decía que era un lugar muy tranquilo y magnífico. 
 


 

Él tiene los ojos puestos en mí y me escucha con atención, tratando de absorber cada palabra que digo. 
 


 

—La playa suena taan pacífica. He visto películas donde muestran la playa y, simplemente , me eclipsó el ambiente. ¿Tú conoces la playa?
 


 

—Vivía a unos cuantos kilómetros de una playa. 
 


 

—¿La visitabas seguido? — cuestiono con curiosidad. 
 


 

—No mucho, para ser sincero. 
 


¿Qué no la visitaba? Se me hace tan irreal que alguien no quiera visitar la playa, mi mayor deseo es ir a ese lugar, sentir el aire golpeando en mis mejillas, escuchar el sonido de las olas y el ruido de las aves, sentir la arena entre mis pies y que el agua choque en mí, sentir esa sensación de tranquilidad y paz. Soy demasiado joven, aún tengo mucho mundo por conocer, pero el mundo se está acabando y siento que no he vivido nada en absoluto. Vivía en un pueblo que me mantenía la mayor parte del tiempo encerrada, conocía el pueblo tanto como me conozco a mí, las mismas calles, las mismas personas, nada cambió en toda mi vida. Y aunque sabía que había más mundo a las afueras, nunca traté de salir de ese lugar, por qué amaba ese pueblo, a pesar de que en la escuela no tenía amigos, de que la mayoría me miraba con rareza y de que me sentía excluida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.