El día en que mi reloj retrocedió

11. Contra corriente

"¡Ella se tropezó sola con la pierna de Alan! ¡Yo la vi Miss Lula! ¡No fue culpa de Alan!" —gritaba la voz de Algeria, revoloteando a mi alrededor como mariposa.

"¡Sí, ella se cayó sola porque no se fijó que Alan estaba ahí Miss, Algeria vio todo porque todavía no bajaba del salón!" —gritaba la voz de Verónica impaciente por secundar la versión antes dada.

"No es justo qué-"—la maestra no permitió que Algeria terminara su oración.

"Ya basta... ¡Y a sus salones que yo nunca les pedí su versión de nada! ¡Y si se quedan un segundo más les voy a un mandar un reporte a cada una y después a la capilla a confesarse y a rezar todo el tiempo que haga falta! Así que a mover sus patitas pollitas, ¡Ya! ¡Ya! ¡Yaaaa!" —la voz de quien quería suponer era Miss Lula, era bastante gruesa y rasposa, casi podía jurar que el tiempo que no usaba para encarnar el papel de la docente de primaria perfecta, era una fiel adicta de closet al cigarrillo.

La cabeza me daba vueltas, y me punzaba de manera insoportable. Casi como si hubiera perdido una pelea callejera... y lo había hecho... contra el pavimento.

Pude escuchar los pasitos apresurados de huida de Argelia y Verónica. Diooos, hay personas que solo tienen 8 años de edad y que de todas formas se las logran ingeniar para convertirse en un reverendo dolor en el trasero marca: llorarás.

Me llevé la mano al rostro y por inercia toqué mi nariz. Auch. Dolía bastante, pero mi cara parecía ya no estar bañada en sangre, o por lo menos no en sangre fresca y supongo que aquella era una pequeña victoria, en lo que parecía ser mi catastrófico comienzo como alumna de tercero de primaria.

Abrí los ojos con cuidado jalándome algunas pestañas en el acto, ya que se habían pegado entre sí con lo que parecían pequeños restos de coágulos. Me quité los que pude con las yemas de mis dedos.

"Niña Candiani... me alegra que ya haya despertado ¿Cómo se siente?" —me preguntó Miss Lula acercándose a mí. Era una mujer no muy alta, de piel morena muy clara y cabello lacio y corto, pintado de un tono entre rojo y café, no podía ver sus ojos muy bien ya que sus enormes gafas de fondo de botella no me dejaban, pero a juzgar por las líneas de expresión tatuadas permanentemente sobre sus facciones, debía tener más de 40 años...

"Hum... mal." —Contesté tratando con todas mis fuerzas de no sonar como una niña odiosa... y fracasando.

"Ya le llamamos a sus padres, estarán aquí en cualquier momento, pero mientras llegan, tómese un analgésico para el dolor y no se preocupe, que es bajo prescripción médica de nuestra doctora del colegio que también es consagrada" —Miss Lula parecía hablar bastante y muy rápido cuando estaba nerviosa y al parecer según su lógica, la capacidad médica profesional de tal doctora parecía incrementarse por mucho, por el simple hecho de también ser una consagrada religiosa, porque fuck logic—"Alan Garcés, vaya por agua para la niña Candiani, porque no se va a pasar la pastilla a sentones ¿verdad?" —Inquirió Miss Lula sin recibir respuesta, pero pude escuchar unos pasos apresurados que iban y venían, con torpeza.

"Bueno, voy a terminar de hacer un par de cosas en mi oficina y en cuanto se tome su pastilla y se lave la cara, los espero a usted y a Garcés en mi oficina" —Dijo Miss Lula mientras cerraba la puerta detrás de sí, para dejarnos a mi y a mi agresor solos porque aparentemente eso era algo completamente lógico y sobre todo responsable. En verdaaaad ¡Fuck logic y con todo!

Alan se quedó congelado sosteniendo mi vaso de agua, empapado en sudor, por los nervios... al parecer yo no era la única que estaba extremadamente incómoda con la situación.

Aclaré mi garganta para intentar sacarlo del trance. He de decir que funcionó perfectamente porque saltó mientras me volteaba a ver abriendo los ojos de golpe, pero aún parecía no poder articular palabra alguna.

"Necesito tomarme el analgésico y para hacerlo necesito eso que tienes ahí" —le dije señalando con mi dedo el vaso.

"Ah" —musitó mientras me lo pasaba.

Lo estudié con la mirada mientras me tomaba el agua... era alto, para un niño claro... y su nariz me recordaba un poco a las esculturas griegas de antaño... su cabello era lacio con destellos color cobre mezclados con dorado, sus ojos eran alargados y estaban rojos e hinchados como los de un sapo.

"¿Lloraste?" —le pregunté con genuina curiosidad.

Mi voz lo hizo brincar una vez más, pero rápidamente frunció el ceño como tratando de aparentar fortaleza "No."—me contestó a secas.

Lo mire de arriba a abajo mofándome un poco.

"Okaaaay Alan de 5to B" —le dije sarcásticamente mientras estudiaba el cuarto con la mirada, al parecer era un consultorio con una pequeña salita de estar y por supuesto bastantes imágenes de la virgen María, Jesús, la virgen María con Jesús y ...palomitas, muchas palomitas blancas.

"Dije que no. Yo nunca lloro" —me aseguró con terquedad. Al parecer había pateado su talón de Aquiles sin saberlo... aún así no me iba a poner a discutir con un niño de 10 años obviamente, así que le sonreí intentando no ser tan hipócrita y le cambié el tema.

"¿Dónde está el baño?"

"Afuera." —contestó molesto

Me levanté de la camilla como pude... la cabeza me dolía bastante y mis rodillas parecían carne molida con grasa.

Supongo que esa fue la gota que derramó el vaso para mí y eso que aún no había visto mi cara en el espejo del baño.

Me detuve para mirarlo por encima de mi hombro mientras me decidía a tomarme la libertad de repréndelo—"Por cierto, es muy cobarde de tu parte empujar a una niña y no querer aceptar tu culpa." —y ahí iba yo y mi bocota y mis supuestas ganas de no discutir con un niño. Pero al ver mis rodillas no hice más que pensar que aquello pudo haberle pasado a cualquier otra niña pequeña y que mientras para mí solo había sido un horrible golpe, para una nena en formación era mucho más que eso. Y yo lo sabía porque ya había pasado por ese tipo de cosas antes.




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