"Una vez bajo un árbol, me dijiste que la felicidad no llega un día por casualidad, que es un deseo conquistado qué hay que saber defender.
...Ojalá un día me perdones por no saberte defender."
—Alan Belmont Garcés Chevalier
El primer amor nunca se olvida.
Te marca.
Suena romántico... pero en realidad es un problema.
Tiendo a pensarlo mucho cada que veo a una pareja.
No sé...
Tal vez simplemente no es para mí.
Tal vez el amor no está hecho para todos.
Supongo que es difícil escapar de un pasado como el mío. No a todo el mundo lo asesina a sangre fría su primer amor y luego vive para contarlo.
Daniel Robles —pensé.
Ya habían pasado casi 15 años y su nombre todavía me daba escalofríos.
Pero gracias a él aprendí muchas cosas... o eso creí.
Porque resulta que la mente tiende a olvidar con la misma facilidad con la que aprende.
"Debe gustarte mucho..."—susurró Argelia, sacándome de mis pensamientos.
"¿Quién?"
"¿Como que quién?"—rió—"Alan Garcés, obviamente... No le has quitado los ojos de encima desde que empezó el partido"
"Ah..."—me limité a contestar.
¿Y qué otra cosa podía decirle?
Claro que no Argelia ¿Como crees? ¿Yo como para qué iba a estarlo viendo?
No.
Yo era muy mala mintiendo y mi amiga muy buena descubriendo la verdad. Así que de entrada ya era una partida perdida intentar negarlo.
Porque sí, claro que lo estaba viendo. Y cuando no lo veía lo pensaba.
O al menos eso era lo que había estado haciendo durante las últimas horas.
Desde que...
Sentí el calor escalar hasta mis mejillas.
Ni siquiera me atrevía a pensar en la palabra.
Así que me había estado refiriendo a lo qué había pasado entre nosotros como: esa cosa.
Sí, desde qué pasó esa cosa que no debió pasar para empezar, y que no iba a volver a pasar nunca.
"Oye..."—volvió a sacarme de mis pensamientos mientras engullía una gomita de gusano—"No te culpo, es muy guapo"—se inclinó y bajó el tono a; modo secreto—"Y además tiene unas pompas que te dan ganas de morderlas hasta que grite"
Casi se me sale el agua por la nariz.
"¡Argelia!"
"¿Qué?"—se encogió de hombros de forma pícara—"Es la verdad: Hasta. Que. Grite."—enfatizó—"De placer o de dolor, me da igual, mientras lo haga fuerte... ¿Te lo imaginas gritando con esa voz de niño bueno?"
¿Que sí me lo imaginaba?
Claro que no.
Porque yo no me imaginaba esas cosas.
Era una mujer madura y en total control de sus hormonas.
Así que esa cosa que había pasado y esas otras cosas de las que hablaba Argelia, por supuesto que no me las imaginaba a todo color y 3D.
Oh Dios mío.
Necesitaba buscarme nuevas amistades con urgencia.
Me aclaré la garganta:
"¿Quien diría que detrás de esa carita de ardillita inocente, en realidad se esconde una niña pervertida que todo el tiempo fantasea con ver hombres guapos besándose, o con morderles las pompas?"—la cuestioné—"¡Tus pensamientos impuros ni siquiera respetan la casa de las monjas!"
"¡Mis pensamientos impuros ni siquiera respetan la casa de mis abuelos!"—se carcajeó—"Y no te equivoques, que no se las quiero morder yo. Quiero ver a Damasco mordiéndoselas..."
No. No. No. No.
¿Si?
Oh, no.
¡No!
Claro que no acababa de imaginarme eso.
Yo nunca me imaginaría ese tipo de cosas.
"¿Qué? ¿Te quedaste sin palabras ante tan encantadora imagen mental?"—se mofó con orgullo.
Quise decir algo, pero terminé cerrando la boca.
¿Cuanto tiempo llevaba con la boca abierta?
Ojalá no mucho.
Me pasé con discreción un nudillo sobre la comisura de mis labios...
Al menos no había hilos de baba, ni tampoco se me había metido ninguna mosca. Así que eso ya era ganancia... ¿Verdad?
"Lo que me dejó sin palabras es ese vouyerismo tan descarado que padeces"—me crucé de brazos—"¿Si sabes que las personas como tú figuran en los libros de diagnóstico psicológico, verdad? En. La. Sección. De. Las. Filias"—enfaticé.
"Que sexy..."—se mordió el labio inferior de forma exagerada—"¿Quién crees que sería él dominante si fueran pareja?"
"¿Ves? ¡Tienes problemas muy serios! ¿Ahora ya son pareja en tu imaginación?"
Porque en la mía no.
No. No. No. No.
¡Nooo!
Oh, no.
Nope.
"Ellos son pareja en mi imaginación desde que casi se agarran a golpes en la fiesta de Verónica, dahhh..."—hizo un ademán de obviedad con la mano y luego se acomodó el cabello.
Damasco siempre la molestaba con que parecía un Vikingo, pero la verdad a mi gusto, tenía un cabello precioso.
...Y una mente demasiado perversa como para alguien de su edad.
Tal vez por eso le gustaba Deimos. Porque estaba bastante retorcido también, aunque en un sentido totalmente diferente.
¿Como era que iba el dicho?
¡Ah, sí!
Dios los hace y ellos se juntan...
Y por supuesto que eso no aplicaba en mi caso.
Claro que no.
Yo me llevaba con Argelia porque los opuestos se atraen.
Punto.
Mis ojos volvieron a posarse sobre la espalda de aquella figura masculina de cabello cobrizo con reflejos en dorado oscuro.
Otra vez tenía el balón.
Y estaba burlando a los dos defensas del equipo contrario para abrirse camino hasta la portería.
Pero en lugar de tener un semblante victorioso, todo en él se veía como si estuviera huyendo de algo... o de alguien.
El corazón me dió un vuelco.
¿De quién?
¿Abel? ¿El sacerdote homicida?
Aquí había una pieza que no terminaba de encajar o que yo no estaba viendo...
"¿Y bien? ¿A poco no crees que Damimiamorrrr y Alancito serían el mejor ship de la vida?"—sus cachetes estaban retacados de gomitas en forma de gusano. Pero aún así se las ingeniaba para poder pronunciar cada letra con toda la claridad.
Era uno de esos súper poderes inútiles con los que a veces te dota Dios; como hablar con las frutas o atraer balones con la cabeza.
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Editado: 11.07.2025