El día en que mi reloj retrocedió

50. El coliseo de las Bestias

"Y cuando desapareció la jaula, el pájaro extendió las alas y emprendió a toda velocidad su vuelo. Pero olvidó que los espejos y las ventanas, también se saben vestir del azul del cielo. Su libertad lo mató, porque no supo manejarla... pero murió sintiéndose libre."

—Helena Candiani

"¡Helenaaaa!"—la voz de Damasco me llamó desde abajo, sonaba bastante alterado, incluso para él... El problema fue que después del golpe, ni siquiera tuve tiempo de girarme para intentar buscarlo con los ojos y responderle porque, en lo que me pareció una extraña ola de calor, todo a mi alrededor se volvió demasiado negro.

Es muy curioso todo lo que puede pasar en el transcurso de 5 minutos... ese fue el tiempo que demoró cierta chica (acá moi) en volver a abrir los ojos, luego de que le propinaran un tremendo manotazo en la cara marca: llorarás.

Y si no lloré fue porque mis glándulas lagrimales también terminaron noqueadas. Y es que nunca sabes quienes pertenecen al club de los que tienen "la mano pesada" hasta que te pasa algo parecido a lo que me pasó a mí. Gracias Alan Garcés, ahora ya todos sabemos que no necesitas ser un gran luchador porque sólo basta un zape como los que tú das para descontar a alguien y hacerlo ver estrellitas de todos los colores que existen.

En fin, levantemos el telón para que puedas apreciar todo lo que sucedió después y si me permites darte un consejo, te sugeriría que te pongas cómodo, porque pocas veces ha habido circos así de buenos que además, tengan la peculiaridad de llegar a su clímax dramático únicamente en 5 minutos.

"Solo son 5 minutos" —pensarás—"¿Qué tanto pudo pasar?"

Ja.

Jaja.

Jajaja.

Creo que te sorprenderías mucho si supieras TODO lo que puede pasar en ese pequeño lapso de tiempo, porque no has considerado la variable más importante de todas: ninguno de los ahí presentes éramos personas normales y razonables. Así que si había una forma de hacer las cosas mal, seguramente encontramos la forma de hacerlas peor, MUCHO PEOR... llámalo talento nato si quieres.

Resulta que solo bastan unos pequeños, insignificantes y aparentemente indefensos, 5 minutos para que una chica pase de modo: "Estoy haciendo mi acto de diva orgullosa y dramática, porque creo que me merezco una disculpa bonita pero además te conozco y sé que vas a aguantar cada uno de mis desplantes que no le hago a nadie más que a ti, y además sé que en el fondo te gustan" a "Me acabo de convertir en una extraña bolsita de catsup humana, recién aplastada, y si no me ponen rápido de ladito, me voy ahogar. HEEEELP"

Eso desató el caos.

*Crash*

"Ah sí... y me acabo de pegar con el filo de las gradas justo al centro de la frente, así que, si una nariz rota no era ya tragedia suficiente, también me saldrá un chichón que me hará parecerme mucho a un unicornio... zombie".

Ah... pero eso no fue todo.

Oh, no.

Claro, que por supuesto, que no.

Porque resulta que en esos mismos 5 minutos, un chico (que gracias a su tranquila, madura y pacífica forma de resolver los problemas, tiene todas las miradas del cuerpo estudiantil encima) puede decidir arrancarse los bóxers y los pantalones ahí mismo, porque según él, le estorban para correr gradas arriba (¿Tanto te costaba volvértelos a subir Damasco? ¿¡Por qué mierda hiciste eso!? ¡¿Por qué?!) y es que al parecer para poder entrar en modo Hulk, uno también tiene que romperse la ropa: es todo o nada Caballeros.

"¡Imbécil de mierda!" —Ahhh sí, estás en lo correcto mi querido lector, ese que acaba de abordar la situación con tanta propiedad y madurez, claramente fue el chico al que le vale un pepino traer las pelotas al aire, mientras con un derechazo bien dado, decide que la mejor forma de resolverlo todo, es rompiéndole el hocico a ese otro chico—"¡¿Qué mierda te pasa?!"

"¡Quítate!"—rugió el chico del labio reventado zafándose del agarre del primero.

"¡Se va a quitar tu puta madre!"

Otro golpe a las costillas.

Un puntapié.

Un agarrón de greñas: porqué al parecer, eso de la masculinidad también se lo estaban pasando por el arco del triunfo.

Pero es que mientras el primer chico era víctima de un ataque de ira jarcor, el segundo chico estaba más preocupado por lo que acababa de hacer que por defenderse, así que a pesar de haber caído nalgas al suelo repetidas veces, y de haberse ganado un bien merecido Oscar, gracias a su más reciente papel como saco de boxeo, se las supo ingeniar para rodar hacia un costado (como un hábil gusanito) y arrastrarse hacia la pobre bolsita de catsup inconsciente (que ya parecía más un extra de Resident Evil que otra cosa), y en su muy peculiar sentido común para afrontar situaciones de estrés (con las que estaba tan bien familiarizado como con la humildad ¡Jaja!), decidió que era una magnífica idea desabrocharse la camisa ahí mismo (porque si se trataba de darles un show de stripptease a las monjas, había que dárselos completo, why not?) para según él, tratar de parar la hemorragia explosiva en la nariz de la chica unicornio, muy a pesar de que sus conocimientos en primeros auxilios no fueran más allá de tener la habilidad para poder abrir una cajita de curitas, pero ajá. Intentémoslo: ¿Qué puede salir mal?

No es como que a su pobre novia se le vaya a revolver la bilis ahí mismo...

Ah, pero espera...

¡Que estos 5 minutos aún no terminan!

Así qué si aún no tienes una bolsa de palomitas en la mano, te sugiero ir por una. YA.

Resulta que este es el momento en el que una energética chica con trenzas perfectas, aparece en escena agitando las manos y gritando cosas que nadie entendió, y antes de que las monjas o alguna maestra, puedan hacer algo, decide entrar en modo cowboy (¿cowgirl?) y montarse a la espalda del chico de las pelotas al aire, como si estuviera jugando al toro mecánico en alguna feria (pero la versión nudista), para según ella intentar calmarlo.




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