"Pensé que con una segunda oportunidad, iba a poder remendar mis errores, tapar los baches, ser la Mary Sue de mi propio cuento, uno que supuestamente ya conocía. Dar eso por sentado me salió muy caro. Porque ser una Mary Sue implica buscar la perfección... pero yo había llegado a destruir.
Yo había llegado a destruirlo todo."
—Helena Candiani
"¿¡Qué!?"—Damasco se volteó hacia mí con furia y total incredulidad—"Helena... ¿¡Qué?!"—tragó saliva porque su propia voz le había irritado la garganta. Estaba molesto sí, irritado, queriendo arrancarse los pelos de la cabeza... o de la mía. Pero un ronquido que había emitido mi papá, le había bajado lo (solo un poco) los humos—"¿Estás escuchando lo que me estás pidiendo?!"
Miré hacia un costado y comencé a hacer pequeños círculos con la punta de mi pantufla de hospital.
¿Que sí estaba segura?
Pues... no.
A veces ni siquiera estaba segura de quien era o de cómo me llamaba, pero obviamente no le iba a decir eso.
Suficiente tenía con... bueno, con todo. Incluida la lechuza inconsciente que había depositado sobre mi cama como un bultito.
Levanté la vista lentamente, evitando sus ojos.
"Sé que..."—respiré hondo—"Ya sé que suena algo extraño, pero-"—me interrumpió.
"¡Pero NADA!"—comenzó a dar vueltas en el cuarto, como si fuera una bestia enjaulada y se pasó las palmas abiertas sobre la cara, y entre el cabello con exasperación.
"Va a ser muy muuuuy rápido"—le aseguré—"Y tú vas a estar ahí todo el tiempo, lo promet-"—
Se volteó hacia mí con la velocidad de un relámpago y me sostuvo por los hombros.
"¿¡Y yo cómo por qué voy a querer estar ahí?!"—su par de soles ardían con tanta furia que hasta parecían brillar—"No Helena"—se lamió los labios—"Mi respuesta es: No."
"Confía en m-"—
"No."
"¿No confías en mí?" —puse la expresión más dolida y exagerada que tenía en mi repertorio de expresiones faciales. No me gustaba regalarlo así, pero era por una buena causa.
"Heh"—resopló de forma absurda—"Ni se te ocurra intentar chantajearme con esa cara porque no te va a funcionar"—la comisura derecha de sus labios se levantó para crear una media sonrisa repleta de autosuficiencia—"Soy inmune a los pucheros falsos de las mujeres, bonita"—se inclinó, para acercarse a mi oído y bajó voz, fingiendo un secreto— "Y sobre todo a los tuyos. Porque cada vez que dejo que me convenzas con esa cara..."—deslizó sus alargados y varoniles dedos de mis sienes hasta llegar a mi nuca, pescando un cairel que se enrollo entre los dedos —"En fin..."—se lo llevó a los labios cerró los ojos y luego lo soltó y dió un paso hacia atrás. Mi corazón estaba a todo lo que daba —"Ya te dije que no. Así que si quieres llamar a ese imbécil vas a tener que ponerte a hacer señales de humo en la terraza o también puedes afeitarte la cabeza y hacer poses de meditación, como los monjes tibetanos para ver si con eso desarrollas poderes telepáticos"—se alejó y entrelazó sus manos detrás de su cuello hasta hacer que tronaran. Se le marcaron los músculos de la espalda en el proceso—"Tú escoge, pero no te voy a prestar mi celular"—me volteó a ver por encima de su hombro—"Buenas noches"
Me mordí los labios.
No podía dejar las cosas así... y si para conseguir lo que quería de él (su estúpido celular que no le costaba NADA prestarme) iba a tener que jugar un poco sucio, pues ¡Manos a la obra!
¡Por Dios!
¡El no entendía que esa Lechuza que estaba en mi cama, no era una Lechuza cualquiera y yo de verdad que no sabía como explicárselo!
¿¡Y si por su testarudez la Lechuza se moría!?
Respiré muy hondo y me cruce de brazos.
Si algo bueno me había dejado ser la novia de Daniel Robles en mi otra vida (y casi por 7 años) era que le había aprendido de todo al Rey del drama y la manipulación sentimental.
Y heme aquí, descubriendo que hasta las mierdas más espeluznantes que aprendes y los chantajes más bajos, pueden llegar a serte útiles.
Porque yo madera de buena actriz definitivamente no tenía. NADA. Pero para burlarme era buena, y me había burlado de mí misma y de todo lo que me había hecho Daniel "N" número de veces dentro de mi cabeza.
Y lo había hecho tanto, que me había hecho bastante buena interpretando únicamente a ese personaje.
"Estás escondiéndome algo... ¿Verdad?" —quebré mi voz al final de la oración a propósito.
"¿Qué?" —El estaban a mitad de cambiarse la playera por otra, porque la primera la había llenado de sangre.
Tenía la línea 'V' tan marcada por el ejercicio que incluso se le notaba definida en la oscuridad. Este chico no le pedía nada a todos esos modelos de Calvin Klein o Hugo Boss.
Fijé mis ojos en los suyos para no distraerme y me puse a evocar momentos tristes para qué se me empañarán los ojos.
Como la primera ves que lo ví... dentro de un féretro.
"¿Me engañas...?" —pregunté, quebrando mi voz tanto. Que hasta pareció como si no hubiera dicho nada... pero era la idea.
"¡No!" —no le tomó más de media zancada estar plantado nuevamente frente a mí.
Y aquí venía el drama...
Dios, no podía creer que Daniel Robles me hubiera aplicado tantos como estos y que yo hubiera caído redondita cada vez.
Claro que, el los usaba para cancelarnos citas, o justificar foros comprometedoras con chicas bonitas, o para decir que se iba de juerga con sus amigos y luego desaparecer por tres rías y nunca contestar su celular.
Yo lo estaba haciendo para salvar una vida.
"¿Con quién?"—lo encaré apenas—"¿Es con la enfermera verdad?"—me escurrió la primera lágrima—"Lo sabía... en el fondo lo sabía"—me tapé la cara con las manos porque sacar lagrimas falsas estaba siendo realmente difícil —"Pero no quería verlo porque me sentía muy feliz de que alguien como tú... se hubiera fijado en mí"
Comencé a hacer resoplidos y afortunadamente todo el evento "Rescatando al soldado Ryan" pero con Lechuzas y brazos mágicos, me había aflojado los mocos, así que sirvió.