"Hay una chica que mira al cielo todas
las noches, porque extraña a un chico
que también lo mira pero que ha
olvidado por qué le gustaba tanto..."
—Marluieth
Me gustaba estar aquí.
En un principio porque creía que así iba a entender mejor algunas cosas...
Pero pronto desistí de esa idea.
Uno piensa que al ver más, van a responderse algunas preguntas, pero a veces sucede todo lo contrario.
A veces mientras más ves, más preguntas surgen. Y terminan siendo tantas que se apilan unas sobre otras hasta que la torre es tan grande, que lo mejor que puedes hacer, es dejar que se vayan contestando solas; poco a poco.
O nunca...
Tal vez aquella torre crezca hasta que ya no pueda crecer más y se caiga.
Dejar que pase lo que tiene que pasar, a veces es algo necesario, pero no hay que dejar que se nos olvide; que eso también es una decisión.
Mientras existan o hayan existido opciones... siempre, siempre es una decisión.
Y sí, mis decisiones fueron las que me condujeron aquí... a la grieta.
Las que la hicieron.
Y las que me dieron ese famoso título: la bruja de la grieta dimensional.
Aquella que le dió la espalda a sus amigos, vendiéndolos por una causa, qué tal vez no fue del todo "noble", o puede que sí, todo depende de los ojos de quién la mire.
La que hizo un pacto con el diablo.
La que trazó una delgada línea justo a la mitad de lo que ella creía que estaba bien y de lo que estaba mal, y luego caminó cínicamente sobre ella.
Y lo hizo todas las veces que pudo.
La que no quiso pelear en contra de la naturaleza; ¿Y para qué? Sí ella iba a ganar de todas formas. Hay adversarios que simplemente no se vencen.
La que incitó a una rebelión. Y no una rebelión cualquiera; ¡La rebelión más grande de todas!
La que sumergió al mundo entero en un caos del qué tal vez no salga nunca.
La que mató sin piedad a inocentes y no tan inocentes... quien sabe. Tal vez en ese momento eran inocentes pero una semana después ya no iban a serlo. Pero tú no tienes forma de saber eso. Y en este mundo no está bien visto juzgar a quién no ha hecho nada, o no todavía...
Pero las mismas reglas no aplican para los gatos. Nosotras sí que podemos...
La que hizo tan fuerte a La Resistencia que casi se volvió invencibles, comenzando con el movimiento (o la serie de movimientos) que les devolvió las alas a las mariposas. Porque al principio fueron tres y luego cientos de ellas; brillantes, resplandecientes, siguiendo sin titubear a la portadora de la máscara tribal.
Pero hey, no es mi culpa que un montón de joyas malditas no les hayan sido suficiente para continuar alterando en orden natural de las cosas.
Una pirámide invertida no se sostiene para siempre.
Las mariposas lo saben.
Y por eso me han prestado sus alas para voltearla.
Lo que suceda después, no es más que cuestión de equilibrio.
Y aunque reconozco que soy mucho de lo que dicen, lamentablemente me es imposible serlo todo.
Yo también he perdido mucho.
Ya no puedo usar mis ojos para ver.
Ni tampoco puedo usar mi boca para hablar.
O mis manos para tocar.
Pero eso no significa que no vea, hable, toque, o escuche.
Da igual si mi cuerpo de carne y huesos, está sumergido en las profundidades de algún océano, congelado en el tiempo, y con una nube inmensa de mariposas revoloteando en la superficie, ahogándose cada tanto y en forma voluntaria, para asegurarse que yo no muera.
Ellas me dan su tiempo porque saben que yo todavía puedo hacer muchas cosas.
Y las estoy haciendo.
Pero también me gusta regresar, y a veces aún lo hago...
Aunque no siempre a la misma persona.
Y nunca a la misma burbuja porque resulta que puedo escoger.
Aunque por aquel entonces no lo sabía.
Y no me culpo; no tenía forma de saberlo.
Fui el primer gato en despertar y tuve que guiarme a mí misma.
Creo que lo hice bien, a pesar de todo...
Ah...
¿Aún no intuyes cuáles son esas burbujas?
Ya te lo digo.
Sueños.
Recuerdos.
Vidas.
Otras líneas temporales a las que sólo yo tengo acceso, porque yo decidí destruirlas. Las visito porque me ayudan a ver qué puede pasar, o a entender lo que está pasando... hay cosas que simplemente no cambian. Supongo que eso es lo más parecido al destino que conozco.
A veces también me gusta observar todo lo que sucedió cuando yo no estaba ahí, cuando ni siquiatra existía, porque puedo permitirme verlo como si fuera una película, o una ventana.
De todas forma no va a cambiar nada si no quiero que lo haga.
Y no quiero: porqué estamos ganando.
Supongo qué hay cosas que no puedo evitar mirar una y otra, y otra vez, porque es la única forma que tengo de descargar mi nostalgia.
Pero todas y cada una de esas burbujas van a reventar sin dejar rastro cuando yo desaparezca.
Y para eso no falta mucho.
Así que no vas a conocerlas todas.
Pero te dejaré conocer algunas.
Las importantes.
Y yo creo que el demonio con el que supuestamente hice un pacto ha de tener algo de relevancia en todo esto ¿No lo crees?
Y sí; sí que conoces su nombre.
Lyoshevko Lacroix.
Él príncipe de la horda de Cuervos Negros.
Bueno... "príncipe" es un sustantivo bastante romántico. Porque de príncipe solo tenía la aparatosa vestimenta incluida, aunque en tonos muchísimos más sobrios.
Así que no, te prohíbo imaginarlo como uno de esos príncipes que protagonízanos las fábulas o los clásicos, te decepcionarías.
Este príncipe fue demasiado orgulloso, y no pudo rescatar a su princesa. Llegó tarde y ellos la quemaron. Le costó mucho trabajo reconocer lo que sentía, porque toda su vida le dijeron que los sentimientos eran una debilidad, y se lo creyó... casi hasta el final.
No lo juzgues de forma tan dura, es una criatura de hábitos forjados con acero viejo.