El día en que murió el amor

El día en que murió y nació el amor

 

Tiempo atrás, un adolescente se enamoró de quien era su mejor amiga. Ella, un amigo, y otra amiga eran las únicas personas que tenía en su vida. En el pasado, muchos de los que decían ser sus amigos, le daban la espalda o lo utilizaban. Su mejor amiga era esa «luz que iluminaba su vida» Una noche de septiembre, mientras paseaban por la playa, decidió confesarle lo que sentía por ella. Ella se sonrojó y sonriendo le confesó que sentía lo mismo por él. En ese instante, frente a la hermosa playa Vacía Talega de Piñones, su amada le prometió que estarían juntos para siempre. La promesa la sellaron con un apasionado beso bajo la luna llena. No obstante, faltando un mes para cumplir su primer año de noviazgo, ella decidió romper la relación. «Encontré a alguien más» le dijo una mañana de septiembre mientras le daba la espalda. El adolescente bajó la cabeza y siguió caminando. Continúo viviendo su vida como si nada hubiese pasado.

"Han pasao' dos semanas desde que Yaritza te dejó y tu estas como si na'. ¿Cuál es tu secreto?"- le preguntó uno de sus pocos amigos.

Pasaron los meses y en una gira escolar al reino de Loíza, el «reino de la tradición» conoció a una joven que conocía las palabras perfectas. Esas dulces frases que su corazoncito desesperadamente necesitaba. Ella le acariciaba el rostro, lo besaba cada minuto, le enviaba mensajes bonitos, le dedicaba canciones, y todos los días lo levantaba con un mensaje de "Buenos días" a través de la aplicación de mensajes WhatsApp. La chica lo sacó del infierno y le dio alas para que llegara hasta al cielo. ¡Era un mundo de ensueños! «Esta vez será para siempre» pensaba el joven equivocadamente. Después de 2 meses y una semana de noviazgo, la joven dio un cambio radical. (¡Sorpresa!) Ya no le regalaba besitos, no había cariño, mensajes bonitos, canciones de amor, nada de esas cosas bonitas y cursis de amores juveniles. Un día simplemente le dejó de hablar, cambió el número de teléfono y desapareció. ¡El "amor" se fue pal' carajo! Su corazón quedó hecho trizas. Una tarde, en vez de caminar hacia su casa, corrió debajo de la lluvia por las calles de la cuidad. La lluvia escondía sus lagrimas de dolor.

"No puedo aguantar más... ¡no me puedo aguantar más!" repetía el joven de rodillas entre medio de la lluvia, con la cabeza abajo y agarrándosela con las manos. Lloró, lloró, y lloró por varias horas hasta que sus lágrimas se secaron. Sacó un lápiz que tenía guardado en su mochila y comenzó a apuñalarse en el brazo izquierdo. Mientras se seguía apuñalando y desangrándose en aquella solitaria calle del Condado de Metrópolis en el reino de Toa Baja, una mujer vestida completamente de negro, tez blanca y que la mitad de su rostro era cubierto por un sombrero color negro, se le acercó a él y le ofreció una mejor solución que el suicidio.

"No te mates, desquítate." – le aconsejó la mujer mientras le levantaba su quijada con su mano izquierda. "Ni el suicidio ni tus lagrimas sanaran tu corazón perdido."

El joven seguía llorando y apuñalándose en las venas de su brazo izquierdo. Repetía que estaba cansado de tanto dolor. La mujer le arrebató el lápiz y con su mano derecha lo hizo desaparecer. De su bolsillo derecho saco una esfera de color gris y con los dedos de su mano izquierda tomó un pedazo de sangre del adolescente. Frotó la sangre en la misteriosa esfera color gris cual comenzó a brillar. La esfera parecía una estrella que iluminaba una noche oscura en el campo. Ella le explicó que en la esfera encontrará la solución para todos sus problemas. Solo debía tomarla, apretarla, y canalizar en ella todas sus frustraciones, tristezas, y dolor. Con ella dejará de sentir dolor y obtendrá el poder para su «desquite». Se escuchó un trueno y en un relámpago ella desapareció así de rápido como llegó. Él ya tenía la esfera en su mano derecha. Colocó ambas manos en la esfera, suspiró, y siguió las instrucciones de aquella misteriosa mujer. El adolescente se transformó en un nuevo ser, su cabello ahora era tan blanco como la nieve y largo como las ramas de un flamboyán, sus ojos se cambiaron de marrón a rojo como el fuego, alas color negro como la oscuridad crecieron en su espalda, tan grandes como las de un ángel. Obtuvo poder más allá de su imaginación y ya no sentía dolor si no odio. El amor, la fortaleza y la ilusiones que una vez existieron en el eran cosa del pasado y quería que todos lo supieran. Se levantó lentamente del suelo, y dio un salto hacia el cielo para iniciar su desquite. Con sus maravillosos y malvados poderes quemó sobre 20 reinos. Los monarcas levantaron miles de ejércitos y todos fracasaron. El ángel seguía imparable derramando sangre a donde quiera que iba.




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