Emma Myers
Los días pasaron más rápido de lo que creí, solo me quedaba un día de castigo —claramente estaba feliz, al igual que Declan—. Después de lo sucedido en el entrenamiento con Thomas, él no volvió a buscarme ni a hablarme, ni yo a él.
Supongo que el orgullo de los dos era más grande.
Aunque sí se la pasó restregándome a la chica de cabello negro, como esperando una reacción de mi parte. No la iba a recibir, pasé años aprendiendo a controlarme y, en definitiva, un chico no me lo iba a hacer perder.
Tania le contó al grupo que se llamaba Sara, ella la conocía porque tenían unas cuantas clases juntas. Al parecer Thomas y Sara estaban saliendo.
Él era rápido.
Sophie trató de preguntarme por la situación, ella sabía lo emocionada que estaba por Thomas, pero me negué a hablar del tema.
Solo me dediqué a escuchar lo que se decía por los pasillos y lo que hablaban Julia y Tania, aunque Sophie siempre cambiaba de tema para que no me afectara.
Para mi desgracia, mi casillero no estaba muy lejos del de Thomas y cada vez que volteaba hacia ese lugar me encontraba a Thomas y Sara demostrándose cariño; pequeñas caricias, besos y coqueteos.
Ansiaba que el día fuera diferente, ya que no los había visto, sin embargo, cuando me di la vuelta, ahí estaban —otra vez—. Besándose por el casillero de Thomas, no pude evitar mirarlos por unos segundos, quería no sentir nada, pero era imposible.
Al final llegó Sophie y me sacó de mi sufrimiento.
—¿Estás bien? —preguntó. Sophie giró hacia donde estaba mirando, regresó su mirada a mí y se colocó enfrente para cubrirme la vista.
Bajé la cabeza y di un suspiro largo —que patética me sentía—. Le agradecía que me cubriera la vista, no podía seguir viéndolo, era orgullosa, pero no podía evitar la molestia que me causaba el verlos juntos.
—Estoy bien —aseguré, tratando de hacerme la fuerte y soltando una media sonrisa.
—Emma, no te cierres.
—No me estoy cerrando.
—Ven acá —Sophie me tomó del brazo y empezó a caminar, dirigiéndome por los pasillos hacia el campo. Pasamos a lado de ellos, pero evité voltearlos a ver.
En cuanto estuvimos en la mitad del campo nos detuvimos. Sophie hecho una mirada a nuestro alrededor, revisando que nadie estuviera cerca.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunté algo confusa.
Ella, sin responderme, solo me tomó de los hombros y me jaló hacia ella dándome un fuerte abrazo. Al principio no supe cómo reaccionar ante el gesto, pero ese abrazo provocó que todos los sentimientos que por dos semanas estuve conteniendo, salieran.
Sin poder detenerlos, cada uno empezó a doler. No solo era lo de Thomas, sino también lo de mi familia, mi padre, era un cúmulo de emociones que me había obligado a enterrar y gracias a Sophie todo empezó a salir.
Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, sin que pudiera detenerlas, rodeé a Sophie con mis brazos, abrazándola igual de fuerte. Sophie no dijo nada, solo siguió pasando su mano por mi cabello delicadamente, como si supiera que lo único que necesitaba era no hablar.
Llegó un momento en que las lágrimas no salían más, ni siquiera sabía cuánto tiempo llevábamos ahí en medio del campo. Me separé y limpié mis mejillas con la manga de mi sudadera.
—¿Mejor?
Asentí en seguida.
—Eres la mejor. ¿Lo sabías?
—Sí me lo dicen seguido —contestó con una pequeña sonrisa—. Siempre voy a estar para ti Emma, siempre te voy a sostener para que no caigas. El tiempo que lo necesites.
—Me encanta escuchar eso.
—Y a mí me encanta decirlo —tomó mi mano y le dio un ligero apretón—. Vamos al baño para que te laves la cara y salgas a demostrar que eres una perra sin corazón a ese idiota.
—Esa boca niña —contesté riendo.
Ella rio y empezó a dirigirnos al baño.
Lavé mi cara y volteé a verme al espejo. Odiaba llorar, mi cara se ponía muy roja y los ojos se me hinchaban, el lado bueno era que me sentía mejor, un poco menos pesada.
Me miré unos segundos, repasando todos los sucesos y fue justo ahí, que lo decidí.
Thomas no era algo que necesitara en ese momento en mi vida.
Decidí que lo mejor sería apagar mis sentimientos por él, decidí que tenía que olvidar nuestras pláticas y sobre todas las cosas decidí ver y entender que solo había sido una noche en la que él tal vez tuvo lástima por mí y por eso me había tratado como siempre esperé que un chico me tratara.
Tenía que verlo como lo que era; solo un chico que por una noche me había proporcionado esa paz que siempre buscaba.
Saqué de mi mochila mi bolsa de maquillaje y me coloqué un poco para disminuir la rojez de mi cara, en cuanto terminé salí del baño y me encontré con Declan y Sophie.
Declan notó que había estado llorando, me preguntó al respecto, pero se quedó tranquilo cuando le dije que era por lo de mi familia.