El día en que te encuentre

Capítulo 15. Lo que compartimos

Thomas O’Connor

A veces las decisiones que tomas te llevan a situaciones en las que no quieres estar. Situaciones que se vuelven un caos antes de que te puedas dar cuenta y a mí la situación que estaba viviendo me estaba cansando y rebasando.

Se suponía que vivir con mi hermano Noah era empezar de nuevo. Para olvidarme de todos los problemas que teníamos, el plan era que solo iba a entrar a la escuela, terminar el año y largarme de la ciudad. Mi plan era no volver jamás.

Todo iba bien, era simple, pero todo se fue a la mierda con ella. Emma Myers. Esa chica realmente me había impresionado desde que la había visto, de estatura baja, ojos cafés, cabello castaño claro y esa piel blanca, tan bonita.

Al principio la vi como una chica fuera de alcance, siempre estaba con Declan y eran muy cariñosos, al punto que creí que eran novios, pero después del incidente ellos aclararon que no eran novios, así que mi interés hacía ella aumentó.

Traté de buscarla varias veces, pero ella parecía evitarme, aunque sabía que no le era indiferente, teníamos nuestro juego de miradas interminable. Finalmente, me armé de valor y hablé con ella.

Ese día la llevé a mi lugar, no me detuve a pensar en nada, ni siquiera en que no me gustaba llevar a nadie ahí. Era un sitio importante para mi madre, era nuestro lugar especial y no lo había compartido con nadie, pero creí que ella necesitaba un lugar así. Un lugar con paz.

Esa noche pudimos hablar de una manera impresionante y me gustó mucho ese aspecto.

Fue inmediata la química y ninguno estuvo incómodo en ningún momento, desde entonces cada vez que lo recordaba no podía evitar sonreír como un tonto.

Mi madre decía que no era tan fácil encontrar a personas de ese tipo y que el día que me encontrara con una persona así, lo entendería.

Esa noche, con ella, lo entendí a la perfección.

Cuando fui a su casa, creí que teníamos un momento, hasta que sonó su celular y por alguna razón no pude evitar enojarme por su relación con Declan. Ellos decían que eran amigos, pero podía notar que había algo más y no me quería involucrar en algo así.

Traté de alejarme, ignorarla, fue cuando me involucré con Sara, una chica amable y guapa —al principio—. Creí que con ella podría divertirme, al inicio era lo que los dos buscábamos, lo habíamos aclarado cuando empezó nuestro acuerdo, pero luego algo en ella cambió, mezcló sentimientos y era ahí donde yo debía retroceder.

Thomas creo que te amo.

Esas simples palabras casi me hacen correr. No llevábamos mucho tiempo juntos y que esas palabras salieran de su boca, me asustó.

Cuando no le contesté de la manera en que ella quería, las cosas empeoraron. Pasó días reclamándome cualquier cosa y presionándome.

Era una mujer hermosa, pero teníamos un acuerdo o eso fue lo que pensé.

Ella quería algo más de mí, algo que no le podía dar.

Inhalé profundo y en cuanto pude salir de la escuela me dirigí al lago.

El día era soleado y estaba seguro de que el lago se veía hermoso. En cuanto llegué, noté un coche estacionado y de inmediato la curiosidad me invadió.

No solía ir mucha gente a esa parte del lago. Me bajé del coche y más adelante pude ver a Emma.

Estaba sentada sobre una manta, su cabello se movía por el aire y parecía que ella escuchaba música mientras dibujaba algo en su cuaderno. Estaba tan concentrada en la música y el dibujo que no notó mi presencia.

Aproveché su distracción para poder tomar unos minutos y admirarla. Ella tenía algo que llamaba mucho mi atención.

Si alguien me hubiera preguntado en ese momento podía enumerar las cosas que me gustaban de Emma, pero también podía enumerar las que no y una de las que menos me gustaba era su necedad para aceptar ayuda de alguien.

Algo le pasaba y ella se negaba a aceptarlo y pedir ayuda. Si bien en su momento aceptó mi ayuda fue porque prácticamente no le queda otra opción y eso me preocupaba.

Cuando decidí que era suficiente, me acerqué y bajé sobre mis piernas para quedar a su altura, toqué su hombro y ella se sobresaltó. Emma al instante se giró para poder quedar frente a mí.

—¿Qué haces aquí?

Se quitó los audífonos para poder escucharme.

—¿Qué? —preguntó ella, confundida.

—Pregunté qué, ¿qué haces aquí Emma?

—Yo… Lo siento, no sabía que vendrías —mencionó, mientras se levantaba rápido y empezaba a recoger sus cosas—. Ya me voy, no quiero incomodarte.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mí al verla de esa manera, la vi pasar a lado mío con todas sus cosas en mano, pero en realidad no quería que se fuera. Tomé su codo de una manera delicada para detener su huida.

—Emma, tú nunca me incomodas, no te vayas.

Emma se giró para poder verme.

En su cara puede ver un poco de confusión, supuse que era por mis cambios de actitud —yo estaría igual que ella—. Nos estuvimos ignorando durante muchos días, pero quería cambiar eso.




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