El día en que te encuentre

Capítulo 17. Los preparativos

Emma Myers

Había llegado el tan esperado día.

El deporte favorito de la ciudad estaba de regreso. El inicio de la temporada de fútbol americano era ese día y todos esperaban un gran juego.

El campo de la escuela siempre se llenaba cuando había juegos, aunque nada comparado como cuando los de la universidad jugaban. Esos sí que se llenaban.

La escuela completa se inundó de decoraciones azules y blancas. Las animadoras llevaban sus uniformes y los jugadores, sus chaquetas del equipo. Todos esperaban con ansias a que el juego iniciara, que los gritos de las gradas inundaran el campo y que los chicos terminaran el día con su primera victoria.

Todos hablaban del juego. Ian y Greg no paraban de hablar de las jugadas, claramente el único que entendía esa conversación era Declan, quien les daba consejos sobre qué hacer a la hora del juego.

Lo que me recordó que tenía que preguntarle acerca de su época como jugar de fútbol americano y que quería una foto de prueba.

Sophie y Julia se encontraban apartadas de la mesa hablando por teléfono. En cuanto terminaron su llamada pude notar que algo andaba mal.

—¿Qué pasa? —pregunté en cuanto Sophie se sentó enfrente de mí.

—Nada, solo que una de las chicas está enferma y no va a poder venir al juego —entendí enseguida, esa chica era parte de las animadoras, lo que significaba que tendrían que cambiar la rutina que tenían preparada para esta noche.

—Pero supongo que tienen más rutinas, ¿no? Una en la que la chica no participe mucho.

—Sí, tenemos varias —contestó Julia—. Solo que Natalie siempre hace rutinas en las que todas tengamos un papel importante, por así decirlo —tomó una papa de la bolsa de Declan, lo que ocasionó que él le hiciera una mueca—. Por lo cual si se va a notar un poco que la Elena no esté.

—¿Y no tienen una chica de remplazo o algo así?

—No, como dice Julia, Natalie incluye a todas en la rutina, sobre todo para evitar problemas entre las animadoras —contestó Sophie.

Sonaba coherente, Natalie al darles a todas el mismo trato y los mismos privilegios en las rutinas se estaba evitando discusiones por celos entre las chicas.

Chica inteligente y sobre todo una buena líder.

Sophie y Julia continuaron buscando una solución y dejé de prestarles atención cuando empezaron hablar acerca de los pompones. Desvié mi mirada de ellas para ver a mi alrededor, encontrándome con Thomas en una de las mesas.

Mis problemas con él se habían acabado.

En los pocos días que habían pasado recuperamos lo que perdimos y habíamos estado hablando mucho. De hecho, habíamos tomado un poco de confianza como para hacernos pequeñas bromas.

Él platicaba y reía con sus amigos, muy feliz, lo cual no me sorprendió. Thomas había empezado a llevarse bien con mucha gente y siempre estaba rodeado de muchas personas, lo que en realidad llamó mi atención fue que no estuviera con Sara, sobre todo porque en las últimas semanas eran inseparables.

De inmediato busqué a la chica entre el montón de personas que había en la cafetería y la encontré con su grupo de amigas, aunque ya no se veía como los anteriores días. Se veía desanimada y en su cara solo había una mezcla de tristeza con ira.

Oh. Me imaginaba el porqué de su estado de ánimo.

Me giré de nuevo para encarar a mis amigas al escuchar mi nombre saliendo de sus bocas y me las encontré viéndome como si yo fuera la solución al calentamiento global.

—¿Qué? —pregunté y enarqué una ceja.

La forma en que me miraron me hizo sentir incómoda y podía apostar mi riñón a que no me iba a gustar lo que me iban a decir. Sophie extendió su mano para tomar la mía y entrelazó nuestros dedos.

—Cariño... —empezó mientras me miraba con ojos suplicantes.

—Mande —interrumpió Ian dirigiéndose a Sophie.

Puse los ojos en blanco al escucharlo. Resulta que Ian y yo nos habíamos estado peleando por la atención de Sophie desde que se habían vuelto novios, lo que ocasionó un regaño de parte de Sophie y una advertencia de que teníamos que aprender a compartirla.

Idiota.

Yo había llegado primero y él se creía con más derechos.

Pero siendo sincera ese día, Ian y yo nos cagamos por la forma en que Sophie nos regañó, así que habíamos intentado bajarle un poco a nuestra intensidad.

—¡Tú no! —exclamó Julia.

Ian puso mala cara y yo le lancé una sonrisa triunfadora.

Las dos volvieron a dirigir sus miradas hacia mí.

—¿Podrías?, por favor, por favor —en cuanto Sophie empezó a suplicar, entendí a donde quería llegar y mi sonrisa triunfadora desapareció.

Sí, definitivamente no me gustó nada lo que me estaban pidiendo.

—No. No —solté la mano de Sophie y negué con la cabeza repetidas veces.

—Vamos Emma, tú te sabes algunas de las rutinas, eres lo más parecido a un remplazo que tenemos y yo te puedo conseguir un uniforme.




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