El día en que te encuentre

Capítulo 18. El primer juego (1/2)

Thomas O’Connor

El fútbol americano nunca fue mi deporte favorito, aunque sí disfrutaba verlo.

Me sorprendió mucho como la gente de la ciudad estaba tan emocionada por el juego, su nivel de emoción por él llegaba hasta ser contagioso. Por esa razón me convencí de que sería divertido ir a verlo, bueno, también mis amigos me convencieron prometiendo una buena fiesta después de que nuestra escuela ganara.

Todos se escuchaban muy seguros al decir que ganaríamos.

Se decía que hace muchas generaciones que no se tenía a chicos tan buenos en el equipo como en esa, aunque todos lamentaban el hecho de que Declan ya no jugara. Al parecer en su primer año jugó y sorprendió a muchos. Decían que era uno de los mejores, pero en su último año ya no quiso continuar en el equipo y simplemente lo dejó. Nadie sabía el porqué de su decisión.

Cuando aparqué en el estacionamiento de la escuela pude ver a mucha gente en él, todos vestían los colores de la escuela; azul y blanco, e irradiaban felicidad, pero sin duda alguna hubo una persona que llamó mi atención en el instante que bajé del coche.

No lo podía creer. Emma estaba vestida de animadora.

Dios se veían tan bien.

En el momento en que mis ojos se posicionaron en ella, me fue imposible apartar la mirada. Emma era como un imán que no hacía otra cosa que atraerme a ella.

La recorrí con mis ojos de arriba abajo. Nunca la había visto con ropa tan ajustada, excepto cuando usaba su uniforme de su equipo, que también me encantaba, pero demonios, le quedaba muy bien ese uniforme.

Me recargué en mi coche para seguir observándola y para que no se notara que mi cuerpo había dejado de funcionar correctamente. Me sentía un tonto, pero en ese momento no me podía importar menos, era un tonto feliz.

Cuando la vi acercarse a mí, le agradecí a todos los dioses posibles por darme la oportunidad de hablar con ella.

­—Hola —dijo cuando por fin llegó a mí, por su cercanía la pude detallar aún más de lo que ya lo había hecho.

La forma en que se había arreglado su cabello, en que su piel parecía brillar, al igual que su cabello, sus largas pestañas y sus bonitos labios que tenían su color natural, me estaban volviendo loco.

Ella era hermosa.

—Hola —contesté tratando de sonar lo más natural posible. Tenía que controlarme.

Emma y yo estábamos progresando. Pasamos de ignorarnos por completo, a empezar a hablar sin ningún problema y eso me encantaba. Todo siempre se daba muy natural con ella.

Esos días me habían servido para darme cuenta de algo, bueno, en realidad creo que ya lo sabía, solo que no lo quería admitir.

Emma me gustaba.

Me gustaba a un grado que hasta a mí me asustaba y ya no podía negarlo, en realidad ni siquiera tenía intenciones de seguir haciéndolo. Estaba dispuesto a todo, hasta aceptar esa relación tan rara que tenía con Declan.

—¿Vienes por el partido? —preguntó mientras se recargaba en el coche.

—Algo así —me encogí de hombros—. No sabía que eras animadora.

Emma bajó su vista a su uniforme y se lo acomodó un poco. Por la forma en que lo hizo y sus gestos me dio la impresión de que no estaba tan cómoda con él.

—No lo soy, simplemente hago un favor. 

De inmediato pensé que a la persona que le estuviera haciendo ese favor, yo le debía un favor.

—¿Por qué lo dices como si fuera lo más difícil que has hecho en tu vida?

—¿Tanto se me nota? —asentí de inmediato—. No me molesta, simplemente no es totalmente lo mío. Aunque la verdad me gusta cómo me queda el uniforme.

—A mí también —contesté de inmediato y le lancé una sonrisa coqueta.

Al decirle eso contemplé tres posibles reacciones de Emma. La primera era que ella se asustara y tratara de alejarse, la segunda era que ella me ignorara, ya que a lo mejor no sentía lo mismo que yo y la tercera —que era la más me gustaba—, era que ella continuara con el coqueteo.

Por favor que sea la tercera. Por favor que sea la tercera.

—¿Es tu forma de decirme que me veo guapa? —inquirió entrecerrando los ojos.

Graaacias.

Casi me arrodilló ahí mismo cuando la escuché.

—Es mi forma de decirte que no solo te ves guapa —contesté con mi corazón a mil. Despegué mi cuerpo del coche y me puse frente a ella. Tentando mi suerte.

No estaba lejos de ella, pero tampoco cerca, quería darle espacio por si quería alejarse.

Ella al ver la posición en la que estábamos entrecerró aún más sus ojos.

—Cualquiera pensaría que estás coqueteando conmigo, Thomas —parecía muy cómoda con lo que estaba pasando entre nosotros y eso me dio la oportunidad de ser un poco más claro.

—¿Y si lo estoy haciendo? ¿Te molestaría?

Emma lo pensó un poco antes de contestar.




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