Emma Myers
Resultó que estuve demasiado tiempo con Thomas; hablando y besándonos. Cuando regresé al campo, ya habíamos ganado. Todos estaban muy felices con el resultado y se preparaban para ir a la fiesta de Max.
Nosotros no fuimos la excepción. De hecho, estaba muy emocionada por ir, sobre todo porque sabía que Thomas estaría ahí y en verdad quería verlo. La única que no quiso ir fue Tania, al parecer tenía un desayuno importante con sus padres y tenía ganas de descansar.
Nos despedimos de ella y cuando todos estuvieron listos para irnos, nos subimos al coche para ir a la fiesta.
Don't Start Now de Dua Lipa se podía escuchar por toda la casa de Max cuando llegamos. Ni siquiera había pasado más de dos horas desde que se terminó el partido y ya había personas medio borrachas y fumando en la entrada.
Me encantaban esas fiestas, siempre tenían un buen ambiente y siempre me divertía en ellas. La mayoría iba a bailar y a gozar de la música, además de poder disfrutar de los efectos que proporcionaba el alcohol, aunque el alcohol a la mañana siguiente no siempre te trataba bien, a veces este provocaba que despertaras sin siquiera saber ni como llegaste a tu casa y con un dolor de cabeza impresionante.
Lo bueno era que la mayoría nos conocíamos, no podía ser de otra manera al ser una ciudad pequeña. Lo que a veces se podía ver como una ventaja, por el hecho de que te ayudaban a llegar a tu casa sana y salva.
A Sophie y a mí nos pasó un par veces.
Hubo una vez que unos chicos me reconocieron por mi hermano y nos terminaron llevando a casa. Ese día recibimos un regaño de Derek por nuestro estado —como si él no lo hubiera hecho— y la resaca de la mañana siguiente fue una de las peores, pero valió la pena.
Estuvimos un buen rato en grupo, hablando sobre el partido, al menos hasta que Ian y Sophie se fueron a bailar cuando sonó Where Have You Been de Rihanna, por otro lado, Julia y Greg se pusieron a jugar beer pong, mientras que Declan y yo conseguíamos algo de tomar.
—¿Cómo te sientes después de tu aventura? —preguntó cerca de mi oído para que lo lograra a escuchar.
—Fue... fue emocionante y aterrador en partes iguales —confesé.
—Lo sé. Tenías una cara de que te cagabas, pero a la vez estabas muy sonriente.
Declan se sentó en uno de los sillones y me jaló para que me sentara a su lado.
—En realidad eso es culpa de Sophie —admití, recargándome un poco sobre él—. Me dijo que tenía que sonreír en toda la presentación y lo hice.
—Con razón. Llego un punto que me diste un poco de miedo.
—Es que esto —señalé mi cara—, no está acostumbrado a sonreír todo el tiempo.
—Y eso es una de tus mejores cualidades Emma.
¿Una de mis mejores cualidades? ¿Eso es un insulto? Porque sonó como uno.
—Vaya —comencé—. Bonita forma de decirme que no tengo bonita sonrisa, idiota.
—Yo no dije eso.
—Pues así sonó.
Le di un trago a mi vaso y encaré a Declan, quien se terminó su bebida antes de volver a hablar.
—Lo que yo dije es que no necesitas sonreír para verte hermosa.
No puede evitar sonreír. ¿Cómo hacia eso? ¿Cómo lograba cambiarme la jugada tan rápido, evitando que me enojara con él?
—Oye... el alcohol saca tu lado lindo y romántico —le acerqué mi vaso a su boca—. Ten bebe más. Me encargaré que tu vaso este lleno toda la fiesta.
Los dos nos reímos y seguimos hablando. Ese día me di cuenta de que Declan se volvía más cariñoso de lo que era normalmente cuando estaba tomado, sobre todo porque no dejaba de abrazarme y besar mi mejilla.
De pronto el número de rondas aumento y mis sentidos se empezaron a distorsionar. Declan no se separó de mi lado en toda la fiesta, bailamos un poco, aun cuando él no era tan bueno en ese campo y platicamos, mucho. En un punto de la noche unos gritos llamaron nuestra atención hacia la mesa de beer pong. Era Julia regañando a Greg por perder.
Aunque Greg en realidad no escuchó ni una sola palabra de lo que Julia le reprochó, ya que estaba más concentrado en un grupo de chicas que estaban en uno de los sillones de la casa.
Las sonrisas que les enviaba a mí me hubieran provocado risa, pero cada quien sus gustos.
En cierta manera eso era lo que me agradaba de Greg. Él siempre era tranquilo y despreocupado, nada de lo que se pudiera decir sobre él, lo afectaba.
—Declan, sigues tú. Ven —ordenó Julia.
Declan, me miró un segundo y yo asentí para que se fuera a jugar.
—Ve —lo alenté—. Voy al baño, los tragos ya empezaron a hacer efecto.
Él asintió y me dio un beso en la mejilla antes de levantarse.
—No te alejes mucho —pidió y luego se fue hacia la mesa.
La música estaba muy fuerte y en ese punto de la fiesta la mayoría de las personas ya estaban muy ebrios como para darse cuenta de que necesitaba pasar, así que tuve que empujar a algunas de ellas para poder llegar a las escaleras y subir al baño.