El día en que te encuentre

Capítulo 25. Los caminos que elegimos

Declan Ford

—¿Emma?

—Hola —contestó algo tímida.

—¿Qué haces aquí?

Ver a Emma en la puerta de mi casa era lo que menos me esperaba. Ella nunca había estado ni cerca de conocerla y no había forma de que supiera donde vivía, además, esa siempre fue mi intención; estar lo más lejos posible de mi casa.

—Yo... quería verte.

—¿Cómo sabes dónde vivo?

—Bueno —bajó la mirada y luego rascó su nuca—. Tal vez Sophie obligó a Ian a decirme donde vives.

Cerré mis ojos y maldije a Ian.

Mandilón de lo peor.

—Hijo. ¿Quién es? —la voz de mi madre se escuchó detrás de mí.

Ella se acercó y aun cuando puse un poco de resistencia abrió más la puerta para lograr ver a Emma. Cuando finalmente la vio, sonrió y luego su mirada cayó en mí. Negué con la cabeza, pero ella presionó hasta que logró su cometido.

—Mamá, ella es Emma.

Mi madre me volteó a ver sorprendida y emocionada en partes iguales. Todos en esa casa conocían a Emma. Cuando empecé a leer el libro que me había prestado, todos quedaron sorprendidos.

Tenía una negación cuando de leer se trataba, los podía empezar, pero nunca los terminaba y nunca me habían visto leer nada del género romántico hasta que la conocí.

Claramente, todos quedaron estupefactos y me interrogaron hasta que solté la sopa acerca de ella. Desde ahí el tema de conversación favorito de mi familia era Emma y de cuando la llevaría para que la conocieran.

En su momento no me parecía mala idea que la conocieran, pero con todo lo sucedido estaba dispuesto a olvidarme de ella y que se involucrara con mi familia no era el camino correcto.

—Mucho gusto, señora Ford —extendió su mano a mi madre.

Lo normal hubiera sido que mi mamá aceptara la mano de Emma, pero mi mamá no era normal, ella no tomó su mano, no, ella jaló la mano de Emma y la atrapó en un abrazo de minutos que casi la deja sin respiración.

—Mamá ya suéltala.

—Oh, sí, lo siento. Es que estoy muy emocionada. Creí que nunca la conoceríamos.

—Mamá... —le advertí y a la vez le supliqué, últimamente no estaba de humor para nada.

—¿Qué? Es que siempre hablas de ella, pero nunca nos permitiste conocerla —continuó a pesar de mi súplica—, además te pasas más tiempo con ella que con nosotros, es justo que la conozcamos, ¿Te quedas a cenar?

—Lo más seguro es que Emma tiene otras cosas que hacer, no debemos molestarla —en cuanto dije eso Emma frunció el ceño.

—En realidad no tengo nada que hacer y me encantaría cenar con ustedes, señora Ford, bueno solo si a Declan no le molesta, claro.

Los ojos de las dos se posicionaron en mí. Los hermosos ojos de Emma solo transmitían diversión, sabía perfectamente lo que estaba haciendo y que me estaba acorralando, por otro lado, los ojos verdes de mi madre solo me hacían presión, en ellos se podía notar la clara advertencia. Era obvio que contra ellas no iba a ganar.

—No, no tengo ningún problema.

—Genial, entonces pasa. Te presentaré a la familia —jaló a Emma hacia el patio de la casa, donde toda la familia estaba reunida.

Maldiciendo la situación, me quedé recargado en la puerta viendo el coche, tal vez todavía podía huir de todo. Solo tenía que...

—¡Declan, cierra esa puerta y ven con tu invitada!

Ya no hay escapatoria.

Cerré la puerta y caminé al patio junto con todos los demás integrantes de mi familia.

—Miren a quien tenemos aquí —todos los presentes fijaron su mirada en ella—. Ella es Emma. La Emma de Declan —aclaró con una gran sonrisa.

Quise desaparecer en ese momento.

No acaba de decir eso. Demonios. Que alguien traiga un cuchillo y me lo entierre.

Todos le sonrieron y la saludaron como si la conocieran de toda la vida.

—¿Tío es tu novia? —preguntó el pequeño Josh, cuando nos sentamos todos en la mesa para cenar, provocando que Emma casi se ahogara con el agua que estaba tomando.

—No, es mi amiga.

—Genial, entonces yo la pido —anunció para todos, provocando que ahora fuera yo quien casi se ahoga con el agua mientras que los demás rieron.

—¿Eso se puede hacer? —preguntó Nadia, mi hermana pequeña, y miró a mi mamá confundida, quien se sonrojó por el anuncio de mi sobrino y le sonrió con pena a Emma.

—Josh, no. Eso no está bien. No puedes apartarla —lo reprendió mi hermano, mientras que Jana, su esposa, solo se reía a carcajadas.

—¿Pero por qué no? Si no es la novia de mi tío, solo me tiene que esperar hasta que tenga la edad que me dijiste para poder tener novia.

Eso ocasionó otra carcajada de los presentes que se veían muy entretenidos con la escena.




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