El día en que te encuentre

Capítulo 48. Reconstruir

Emma Myers

Tres semanas. Era lo que llevaba en la ciudad.

Un viaje que se suponía que era de solo unos cuantos días se había vuelto de semanas y el culpable de eso era Declan. Cuando él dijo que no me iba a permitir escapar, él lo decía en serio. Se estaba esforzando mucho porque lo nuestro funcionara y yo apreciaba ese esfuerzo, por esa razón seguía en la ciudad.

Aunque el cambio de planes complicó un poco mis obligaciones en Chicago, trajo consigo algunas ventajas. Gracias a eso pude pasar más tiempo con Derek y su familia y sobre todo pude visitar más veces a mamá.

Durante los 5 años que me fui, prometí no alejarme, pero ciertamente los primeros dos años me fue difícil regresar. Fue hasta que logré entrar a la universidad y empecé a hacer una vida más estable en Chicago que pude visitarlos.

Caminé unas cuantas calles más, hasta llegar al cementerio.

Recordarla nunca era fácil. La seguía extrañando y necesitando. Eso era algo que nunca iba a cambiar. Llegué hasta la cripta de mi madre y me agaché para quedar frente a ella.

Perder a alguien que amas era de las cosas más dolorosas del mundo, no se supera, no deja de importarte, simplemente aprendes a vivir con ese dolor.

Con tristeza acaricié las letras grabas en la cripta: Emily Myers.

—Hola, mamá —tragué saliva y respiré hondo, era la primera vez que me atrevía hablar en su tumba, normalmente solo me sentaba a observar su cripta, sin decir ni una sola palabra—. Te extraño mucho. Siempre me haces falta, nos haces falta, a todos.

Suspiré tratando de que las lágrimas no salieran, quería ser capaz de poder hablarle, aun cuando no recibiera ninguna respuesta. Cosas como su voz, sus consejos y abrazos eran las que más extrañaba.

>>Tal vez ya sepas todo lo que te voy a decir, pero aun así te lo quiero contar. Cuando te fuiste el secreto que llevaba guardando durante años me explotó en la cara, me volví un desastre de persona y sentí que no me recuperaría, pero papá no me dejo hundirme, él me ayudo —exhalé profundo y bajé la cabeza—. Siento no habértelo dicho, solo no quería generar problemas y me era difícil pedir ayuda. Fueron años difíciles sin ti, pero hemos salido adelante. Ahora estoy bien, solo tengo que tomar mis medicamentos y con lo que aprendí en la psicoterapia, no he tenido más episodios. Me controlo.

Con mis manos quité unas hojas secas de la cripta.

—Derek tiene una linda niña. La llamo como tú y sinceramente el nombre le quedo perfecto, esa niña es todo lo que tú siempre fuiste mamá, a todos nos hubiera encantado que la conocieras. Derek terminó su carrera y es todo lo que una vez soñaste; un buen padre y esposo, un buen arquitecto, un buen hijo y un buen hermano. Estoy segura de que estás orgullosa de él.

>>Papá, está bien, él cumplió todo lo que prometió. Nunca me dejo sola, me apoyo todo el tiempo que estuve y salí de la clínica. Él hace un tiempo empezó a salir con una mujer muy amable, su hijo es un poco exasperante y la mayoría del tiempo esos dos se la pasan peleando como dos niños chiquitos, pero tanto Ann como Adam son buenas personas. Si esto te hace sentir mejor, él no la ve cómo te veía a ti y siempre dice que fuiste el amor de su vida, pero se ve feliz.

Coloqué las rosas que había comprado en su lugar y tomé las que ya estaban secas.

—Yo… estudié administración. ¡Lo sé! Yo tampoco lo esperaba, pero gracias a eso y con ayuda de algunas personas pude abrir una clínica que se encarga de ayudar a las personas que sufren de trastornos como él mío.

>>Siendo sincera, aún no sé cómo le hemos hecho sin ti, pero lo estamos intentando —tomé un respiro y esbocé una sonrisa triste—. Solo espero que estés en algún sitio pacífico y que estés en paz. Es lo que más deseo, mamá. No te preocupes por nosotros, estaremos bien, solo quiero que descanses.

Me levanté y sacudí el polvo de mi ropa. Mi teléfono vibró y sonreí al ver de quien era el mensaje.

—Tengo que irme mamá. Tengo una cita con Declan. Es algo raro y nuevo, aún no somos nada, pero él está siendo persistente, creo que tal vez podríamos funcionar. Se siente como algo bueno, como estar en casa —volví a acariciar las letras de su nombre—. Trataré de volver lo antes posible. Te quiero.

—¿Cuándo vuelves? —preguntó Adam mientras hacia una mueca.

—Aún no lo sé —volteé a ver a Declan, quien estaba sirviéndonos un poco de café, y cuando escuchó mi respuesta sonrió con satisfacción—. ¿Por qué?

Pasé todo el día con él por la inauguración de su nuevo departamento. Vimos algunas películas y comimos una de esas pastas en las que Declan era un experto y por las que yo gustosa subiría unos cuantos kilos.

—¡Es que no sé cómo demonios lo haces! Me estoy volviendo loco entre tanto papeleo.

—Relájate Adam —le pedí—. Pídele ayuda a Leah, ella sabe que se tiene que hacer con todo y si llega a tener alguna duda que me llame. Solo dile que se asegure de hacer todos los pagos correspondientes de la clínica. Eso es lo más importante.

—Ya regresa —dijo y juntó sus manos para hacer una señal de súplica—. Siento que todos acá nos estamos volviendo locos sin ti. Además, tu viejo realmente me está volviendo loco.




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