Hoy Abdel y yo cumplimos dieciocho años, mis padres, diez años de haberse casado. Después de la misa de acción de gracias, vamos a invitar al padre Luigi a cenar para celebrar.
Cuando nos dieron la noticia de que se casarían no me sorprendí, tenía la certeza de que pasaría desde el primer momento e incluso desde antes; que tantas coincidencias nos condujeran a él solo podía ser positivo. De hecho, cuando teníamos quince, Abdel me contó que mi padre le confeso que la misma noche que lo encontramos, concibieron a mi hermanito Luciano; el nombre lo escogieron como recuerdo de todo lo que tuvimos que pasar y la época en la que mi madre se hacía llamar Lucia.
Desde que mi padre llegó, nuestra vida se iluminó: madre comenzó a sonreír cada vez más y ya no se desatendía, mi padre la cuidaba mucho y muy pocas veces discutían; no supe nunca por qué se habían separado antes, algún día sabré a qué se referían cuando decían que 'ese no había sido su momento'. Madre no se ha vuelto a poner grave y esperamos que sea así por mucho tiempo más.
Nos quedamos a vivir en Florencia, aunque ahora viajamos seguido a Panamá. Nuestro padre ayudó a madre a reconciliarse con su familia, me alegró mucho volver a ver a mis abuelos después de dos años sin verlos; aunque fueran tan tradicionales y cerrados casi siempre, aprendí a quererlos. Por otro lado, el día que fuimos a conocer a mis otros abuelos, los padres de mi padre, estaba nerviosísima, los imaginaba unos grandes señores con permanente cara de enojados, resultó que eran los bromistas más ocurrentes que había conocido; los dos rompieron a llorar el día que nos presentaron, nos llenaron de besos, abrazos y regalos, imagino que se debieron llevar una gran impresión al enterarse que eran abuelos desde hacía mucho tiempo. A mi madre se le hizo un poco complicada toda esta convivencia y confiar tan fácilmente, todos la ayudamos. No me había dado cuenta de cuan lastimada estaba mi madre hasta que la ayudamos a tratar todas sus heridas.
Hoy, ya todo es diferente, Luciano aún está en primaria, pero cuando el verano acabe, Abdel y yo entraremos a la universidad y nos separaremos. Él decidió estudiar arquitectura, como mi padre y yo después de mucho pensarlo, escogí estudiar artes plásticas aunque mi primera opción era estudiar arquitectura también.
No sé qué me esperará en la universidad, ni cómo me las voy a arreglar sin Abdel, ni nadie más de mi familia; estoy segura que los extrañaré muchísimo. Pero sé que en realidad, nunca estaremos lejos, que siempre contaremos los unos con los otros y que, sin importar lo separados que estemos, nos encontraremos aunque tengamos que recorrer todo el mundo.
Mi madre nos hizo vestir elegantes hoy, mis hermanos están muy guapísimos y mis padres vuelven a verse igual de jóvenes que hace diez años, la sonrisa les favorece. Hoy es un día de fiesta, espero que en ese restaurante elegante sirvan buena pizza.
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