El día había sido realmente agotador, de hecho, no recordaba la última vez que me había sentido así de cansada, me puse mi ropa para dormir y me dirigí a la cama, ya acostada no tuve que dar vueltas, ni buscar una posición cómoda, simplemente me cubrí con las cobijas y ya no supe más...
No se cuanto tiempo llevaba dormida, un impulso me hizo abrir los ojos y salir de la cama, busque mis pantuflas con los pies y me las coloque, avance hacia la cocina, y ahí, frente a mi, había dos ¿duendes? No tenía lógica, debia estar soñando, así que frote mis ojos, pero aquellas figuras seguían ahí, y una es tendió su mano hacia a mi, no eran figuras miniaturas, como había visto muchas veces en libros y televisión, eran... No se como describirlo, era como de un metro aproximadamente, como si fueran niños, caminaron hacia mí y por inercia retrocedí unos pasos, pero no se inmutaron, solo salió de sus rostros una ligera sonrisa, como si les diera ternura, no tenía miedo, pero estaba sorprendida, seguía con la mano extendida, era seguro que estaba soñando, y quería, algo en mi gritaba qué continuara el sueño, el cual se sentía grato, y así lo hice, tomé la mano de aquella figura amigable, que sin palabras me decía que fuera con ellos, no pasaría nada, todo era un sueño ¿no?
Con nuestras manos entrelazadas, me guió hacia el árbol navideño, eso si me resultó extraño, pero era un sueño, ya nada podía ser más extraño si caminaba tomada de la mano de un duende, de detuvo a un lado de este y como si abriera una puerta, justo detrás del árbol, un halo de luz se miraba, era algo realmente mágico, como si mis pies fueran imanes, a pasos lentos camine detrás del árbol, era como esa película, donde los hermanos llegaban a otro lugar con ayuda de un ropero, pero aquí era un árbol, reía mentalmente, ¿qué tan cansada debía estar para que mi mente creará estas escenas? No lo sé, pero me causaba risa pensar que en cualquier momento saldría un fauno o una bruja blanca.
Avanzabamos a través del lugar, había nieve, como en la película, pero estaba bien apaleada, dándole paso a un camino, ligeramente adornado de maleza a los costados, no me di cuenta en que momento los "duendes" soltaron mi mano, pero ahora caminaba sola, la luz que había en este lugar era cálida, como si estuviera amaneciendo o atardeciendo, no estaba segura, era un sueño, uno que al parecer sería lindo...