Zafiro se encontraba ansiosa en la habitación, no sabía si aceptar la ayuda de ese hombre había sido lo más sensato. No podía negar que el Diablo le pareció muy guapo, que él era el hombre de sus fantasías. Desde que Rogelio subastó la primera vez de Zafiro, él la convirtió en su amante a contra de su voluntad y aunque ella estaba con él lo hacía con repugnancia y desprecio. Gitana entró al apartamento sacando a la chica de sus pensamientos al instante.
—¡Señora! Mi nombre es Gitana y el Diablo me a pedido que me ponga a su servicio ¿En qué le puedo ayudar?—
—¿Gitana?No creo que ese sea su nombre, al igual que el Diablo veo que usted esconde su identidad— respondió Zafiro.
—Mire señora, que le quede claro algo. Entre menos se entere más tranquila vivirá— le aclaró Gitana.
—Dígame algo, en verdad el Diablo ¿quiere ayudar? O solo es un trampa—
—El Diablo no ayuda a nadie, ni siente compasión, pero si algo tiene es palabra—
Zafiro se sintió más confundida, sin embargo no le quedaba ninguna otra opción para liberarse del yugo de Rogelio López, por esta razón aceptó quedarse en ese lugar y mientras tanto cumpliría con trabajar en el aseo como ella misma lo había propuesto.
Diablo se ocupó de los pendientes del burdel y de sus otros negocios como de costumbre, mientras su fiel perro se quedó en el apartamento vigilando la nueva inquilina quien no termina de agradar por completo. Un empleado le aviso al Diablo que un hombre con cara de pocos amigos le solicitaba verle.
—Hazlo, pero sus guardias deben quedarse en la sala de espera como de costumbre. Vigilen las cámaras de seguridad y dile a Gato que si ve algo extraño no dude en actuar— le ordenó el Diablo a su empleado.
—Sí señor—
Enseguida entro a la oficina un hombre de baja estatura, un poco obeso y malhumorado. Con un cigarrillo en la boca, muchas cadenas y anillos de oro. Llevaba un atuendo bastante particular que lo hacía ver exageradamente extravagante.
—Rogelio López, que le trae a mí negocio. Aún no hemos abierto y sabes muy bien que no eres bienvenido— preguntó el Diablo.
—Déjate de cortesías Diablo, tú sabes muy bien que he venido. Tienes algo que me pertenece. Quiero que me lo devuelvas en este mismo momento—
—No sé de qué hablas Rogelio. Cuéntame, que tengo que sea tuyo—
—Mi mujer, tienes a Zafiro—
—Tú mujer ¿Porqué se escapó?—
—Eso no te importa ¿Dónde la tienes?—
—Escúchame bien Rogelio porque no te lo voy a repetir, a mi negocio no vienes a ordenarme lo que debo hacer. No te la voy a devolver la chica, sabes es más creo que la voy hacer mi mujer. La verdad tienes buen gusto, tengo que reconocer que es muy buena amante.
—¡DIABLO! ERES HOMBRE MUERTO— alzó la voz Rogelio en tono amenazante, mientras le apuntaba al Diablo con un arma.
—¡BAJA EL ARMA! Si quiere seguir vivo— intervino Gato el hombre de confianza de Diablo.
—Gato acompañe a Rogelio y a sus guardias a la salida. No sea que se pierdan en el lugar— ordenó el Diablo sarcásticamente.
—Me voy pero esto es guerra Diablo, te voy hacer vivir tu propio infierno. Prepárate para lo peor— le amenazó Rogelio López.
—Ya lo vivo hace muchos años, ahórrate las amenazas—
Rogelio abandonó el lugar en compañía de sus guardias frente a los amenazantes empleados del Diablo que no tardarían en dispararles ante cualquier amenaza. Mientras el Diablo recostado en su sillón sacó de un cajón de su escritorio una fotografía un poco borrosa de una pareja, la sostuvo en sus manos temblorosas y una lágrima recorrió sus rostro al decir en voz baja:
—Llegó el momento de cobrar venganza—
De pronto la puerta de la oficina de Diablo se abrió repentinamente y este sin pensarlo empuñó su pistola hábilmente apuntando a la persona que ingresó sin previo aviso.
—¡Gitana! Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar, no te das cuenta que hubiese podido disparar—
—Lo siento, vi salir a Rogelio del burdel y quise comprobar yo misma que estuvieses bien—
—Acabo de declararle la guerra a ese maldito hombre, Zafiro es más importante para él de lo que me imaginaba—
—Diablo ten cuidado con esa chica. Puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza, pregunta demasiado para mí gusto—
—En verdad la necesito pero tendré cuidado ¿Donde está?—
—Insistió en ayudar con el aseo y se encuentra limpiando las habitaciones. Creo que tus chicas están a punto de sacarla a escobazos. Tú sabes que ellas duermen hasta tarde.
—Búscala y dile que venga que la necesito, tendré que entretenerla en otra cosa, no puedo dejar que arruine mi negocio—
—Como tú desees—
Zafiro se encontraba en medio de una disputa con una de las chicas, quien no le permitía ingresar a su habitación porque deseaba dormir un poco más, mientras en la sala Gitana encontró a varias de las chicas haciendo malas caras. Era increíble pero la recién llegada ya tenía el negocio convertido en todo un caos.
Editado: 28.10.2022