Zafiro ingresó a la oficina del diablo con los nervios de punta. Este le pidió que se sentara y lo escuchara sin interrumpirle.
—Tengo varias cosas que decirte pero voy a empezar por pedirte el favor que no intervengas en el aseo. Menos que levantes a las chicas de sus habitaciones porque ya he recibido muchas quejas por parte de ellas. Tampoco quiero que hagas amistad con Ranger mi perro, por lo que veo este traidor no te desampara. Cuando tengas que marcharte va a sufrir. Nunca se había encariñado con nadie antes, es más pensaba que detestaba el género femenino— habló el Diablo con tono autoritario.
—Yo no estoy haciendo amistad con la bestia, es el perro el que no me desampara— respondió Zafiro.
—Rogelio ya se enteró que te estoy protegiendo, en realidad vino por ti. No le gustó para nada la idea que estés conmigo—
—¡SANTO CIELO! ¡TENGO QUE IRME!—
—¡Te pedí que no me interrumpiera! Óyeme niña, mientras estés bajo mi protección nada te va a ocurrir. Tengo una propuesta que tal vez te pueda interesar, quiero que seas mi mujer y que todos se enteren.
—¡Oh! No se que decirle—
—No te preocupes será solo de apariencia, no estaría con ninguna mujer que ese cerdo asqueroso haya tocado—
—¿Qué te hizo para que lo odies tanto?—
—Eso a ti no debe importarte. Conformarte con saber que no he voy a tocar un solo cabello—
—No entiendo si le produzco tanto fastidio, por qué quiere tenerme aquí—
El Diablo se quedó mirando fijamente a Zafiro con una mirada perversa, ella llevaba un vestido corto y sus bellas piernas expuestas. La imaginó desnuda en su cama, haciéndola gemir de placer mientras recorría su cuerpo con suaves caricias.
—¿Señor ocurre algo?— preguntó Zafiro un poco nerviosa.
El Diablo volvió pasó su mano por la cabeza y respiró profundo, queriendo tomar control de la situación para no cometer una locura.
—¿Aceptas mi propuesta?— preguntó el Diablo mientras observaba unos documentos.
—Sí, no tengo más opción—
—Retírate, no quiero verte merodeando por el burdel, además es peligroso. Rogelio puede enviar a uno de sus hombres. Pondré unos hombre para que te cuiden—
—Me vigilen, quedas decir—
El Diablo se acercó a Zafiro, le tomó las manos que estaban frías y temblorosas producto de los nervios que le producía estar cerca de él. Luego le acarició la frente con ternura mientras las mejillas de ella se sonrojaron.
—Niña, no seas tonta. La única razón por la que te voy a proteger es porque odio a Rogelio López como a nadie en este mundo. Pero algo si te puedo asegurar, jamás permitiré que ese hombre te vuelva a colocar un dedo encima—
Zafiro salió desconcertada de la oficina del Diablo, ella pensaba que él quizá también tenía ese mismo sentimiento. Pero sin lugar a dudas aquel hombre era vacío y calculador, incapaz de sentir amor o compasión por alguien. Sus palabras le hirieron el corazón, se sintió sucia, manchada por las manos de Rogelio López.
Mientras el Diablo lo único que pretendía era alejar a Zafiro de él porque sentía que a su lado era débil. No podía ocultar que le gustaba mucho y que se moría por hacerla suya. La imaginaba en su cama gimiendo de placer. Pero también anhelaba un beso tierno de sus labios que a pesar de todo reflejaban inocencia.
—Debo estar enloqueciendo, no es posible que esta chica desordene mis ideas de tal forma con tan solo el aroma de su piel o el sonido de su voz—
Diablo tomó su teléfono y llamó a Gato el jefe de seguridad, le pidió redoblar la seguridad del burdel y su escolta personal al igual que cuidara de Zafiro porque corría peligro, después de su encuentro con Rogelio el no se quedaría tan tranquilo. Luego le marcó a un cliente muy especial que tenía el burdel, un alto mando en la policía.
—¡Diablo, qué sorpresa! Me imagino que el hecho que me llames a mi trabajo es para algo realmente importante— habló el hombre sorprendido.
—General Gutiérrez, así es. Como buen ciudadano comprometido con este país, poseo una información muy valiosa que creo debe usted tener conocimiento— respondió el Diablo con cierta malicia.
—Me preocupa, de que se trata—
—No puedo decirle por teléfono pero la información es verdaderamente grandiosa—
—Imagino quieres algo a cambio—
—No mucho, todo en su debido momento mi general—
—Dile a Samanta que se prepare que esta noche voy a ir al burdel—
—Sí general lo estaremos esperando gustosos—
Rogelio por su parte preparaba cada detalle para emprender la destrucción del Diablo. Mando a llamar a su hombre de seguridad y mano derecha para hacerle el siguiente encargo:
—Walter, necesito que investiguen ese mal nacido del Diablo, que negocios tiene aparte del burdel si tiene familia, amigos, mascotas… quiero un informe completo y detallado de todos sus movimientos—
Gitana se encontraba leyendo sus cartas como de costumbre no obstante lo que vio la dejó perpleja, apenas y podía creerlo. En ese preciso momento entró Zafiro quien acostumbraba a deambular por el burdel a pesar de la advertencia del Diablo quien le pidió no hacerlo.
Editado: 28.10.2022