El Diablo también llora

Capítulo 4

La noches en el burdel se hacían agitadas y  Zafiro observaba sorprendida por un ventanal de vidrio que no le permitía ser vista desde abajo. Las chicas le coquetean descaradamente al Diablo pero él no les presta atención, iba acompañado de un hombre que por su vestuario era alguien sumamente importante. Le parecía ilógico el destino, supuestamente era la mujer del Diablo aunque no la determinaba y cuando lo hacía era solo para recibir advertencias.

Mientras el Diablo en compañía del general se desplazaba a su oficina para hablar en privado lejos del bullicio del burdel.

—Tome asiento general, lo que debo decir es largo ¿Apetece un whisky?— dijo el Diablo muy amablemente.

—¡Gracias! Por favor con buen hielo— contestó el hombre mientras se acomodaba en un sillón negro.

—General usted y yo tenemos un objetivo en común, Rogelio López—

—Sí, eso puedo apreciarlo. Pero quiero saber que busca a cambio de su colaboración ¿Porqué posee tanta información usted?—

—Digamos que soy una persona que me gusta mantenerme informada. Como le he dicho antes, solo cumplo con mi función de buen ciudadano. En esta carpeta usted va a encontrar información exacta sobre las rutas que usa Rogelio para sus negocios turbios, pistas clandestinas, puntos de embarques y desembarques, funcionarios corruptos que lo ayudan, entre otras cosas más…  

también anexo este sobre con unas memorias que contienen grabaciones las cuales van a ser temblar la policía y otros estamentos gubernamentales—

—¡Oh! Es más información que la que podemos nosotros ¿Cómo es que usted sabe tanto de este hombre? Diablo ¿Quién es usted?.

—Jajajaja general, ya le dije un simple ciudadano¿Toma la información o la deja?—

—Por supuesto que la tomo, solo que nadie se debe enterar de esto. Se que le debo una y espero que no me salga muy caro—

—No se preocupe general, todo a su debido tiempo. Quiero ver a Rogelio destruido—

—Lo siento Diablo pero ese hombre incluso para mí es casi intocable. Voy hacer mi mayor esfuerzo ¡Se lo prometo!—

—General Gutiérrez, ahora disfrute su noche. Samanta lo espera ansiosa en su habitación—

—Sí no es más me retiro a disfrutar mi noche, pero tenemos una conversación pendiente—

El general abandonó la oficina del Diablo y este se sumió nuevamente en sus recuerdos, como solía hacerlo cada vez que casaba de un cajón con llave de la parte de abajo de su escritorio, la foto de una pareja y la contemplaba por horas sin decir ni una sola palabra. Pero esa noche tenía en su mirada un brillo diferente. No había tristeza, era más bien una inmensa satisfacción. 

Él sintió que la puerta de su oficina se abría lentamente, con la poca luz que lo acompañaba sacó su pistola y se levantó lentamente de su silla, dispuesto a capturar el intruso que ingresó sin ser invitado. Se dirigió a la puerta y agarró la sombra apuntando con la pistola a la cabeza del individuo. Sintió que sus manos presionaban un cuerpo cálido, esbelto y unos senos subían y bajaban bajo sus manos con una respiración entrecortada; ese aroma debía tratarse de la única mujer tan imprudente capaz de cometer semejante locura.

—Zafiro ¿Qué demonios haces en mi oficina? Te das cuenta que puedo dispararte— le reprocha bastante enojado.

—Señor… yo solo quería… hablar con usted ¡No me dispare por favor!—

Él bajó el arma pero no logró contenerse y deslizó su mano por la cintura de la chica apretándole contra su cuerpo. Se dejó llevar por la emoción del momento perdiendo su dominio de sí mismo y la beso apasionadamente mientras ella le respondía con torpes caricias, él podía sentir como Zafiro temblaba en sus brazos. La alzó y la llevó a su sofá donde le quitó la ropa desesperadamente entre besos y caricias apasionados con un toque de ternura, sin decirle ninguna palabra. La hizo su mujer en ese lugar, llevando a la chica a sentir por primera vez una explosión de sensación que le estremecieron la piel entre gemidos y llanto de placer. El Diablo nunca había disfrutado tanto hacer el amor, aquella chica lo volvía loco.  Solo que el no lo demostraba por que no le gustaba sentirse vulnerable. El quería abrazarla y decirle que lo ocurrido había sido realmente maravilloso pero le pudo más su orgullo y le pidió que se vistiera y se marchara a su habitación. Ella lo hizo en silencio sintiéndose usada, fue inevitable que una lágrima escapaba de sus ojos mientras Diablo la observaba con dureza. Zafiro salió de la oficina 

con el cabello revuelto, su vestido malpuesto y lágrimas en sus ojos. Encontrándose a Ranger en el pasillo quien la escoltó hasta su cuarto, cuando ella entró se tendió sobre la cama y se echó a llorar desconsolada, mientras Ranger se acostó a los pies de su cama. 

Gitana quien presenció la salida despavorida de la Zafiro, fue a reclamarle al Diablo.

—Tú poco hombre, puedes ser el mismísimo Diablo pero no tienes ningún derecho de humillar a esa chica que tanto ha sufrido. No te das cuenta que en verdad te quiere y estás jugando con sus sentimientos—

—¡No sé de hablas  ¿Por qué entras a mi oficina de esta manera?—

—De Zafiro ¡Pedazo de idiota!—

—GITANA ¡Te pido que me respetes! Soy tu jefe ¿Ya lo olvidaste?




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