El Diablo también llora

Capítulo 5

El diablo llegó a una finca, que era un paraíso terrenal custodiado por un ejército de hombres en medio de la nada. El dueño de aquel lugar era un hombre bastante extraño, una vez fue informado de la presencia del Diablo, este los hizo seguir hasta la sala de su excéntrica casa mientras él que se encontraba en las caballerizas llegaba a su encuentro.

—Pero mirá quién vino a visitarme, el Diablito en compañía de sus más fieles colaboradores el Gato y el Perro ¿Cómo estas Diablito? ¿Qué tal estuvo el viaje?— habló el dueño de la casa.

—¡Bien no me quejo, mejor que nunca! ¿Qué tal tu vida?— respondió el Diablo.

—Jajajaja lo sé, me contaron que le quitaste la mujer a Rogelio y que esa chica es todo un pecado mortal—

—Veo que los chismes vuelan, me imagino que te lo dijo Gitana—

—Te equivocas, hace tiempo que no hablamos. Ponte cómodo Diablito esta es tú casa—

—¡Gracias!. En realidad no vengo a quedarme solo necesitaba hablar contigo—

—Dime no más que necesitas de Antonio Santana—

—Santana, eché al agua a Rogelio López. Le entregué toda la información que tenía a un general que conozco que no es corrupto—

—Me estás diciendo ¿Que eres un sapo?—

—No, tú sabes que Rogelio me la debe. Contigo es diferente—

—Rogelio se la debe a muchos. Solo que no le hemos cobrado aún—

—¿Te debe algo?—

—Sí, ese desgraciado hace 18 años asesinó a su mujer porque se enteró que yo tenía una relación clandestinas con ella—

—No me gustan los miserables que les hacen daño a las mujeres. Por eso estoy protegiendo a Zafiro, no quiero que haga lo mismo con ella—

—Haces bien, espero que la próxima vez vengas en compañía de la chica. Me gustaría conocer quién le dio ese brillo a la mirada del Diablo—

—Santana, lo que vengo a pedirte es que interceda por mi ante la organización, no quiero convertirme en un objetivo por denunciar a Rogelio, a usted lo respetan mucho. No voy a tocar a nadie más—

—No dejas de ser un sapo, pero puedo suavizar las cosas. No te preocupes, si necesitas ayuda no más habla—

Diablo pasó un vistazo por los cuadros que adornaban el lugar, deteniéndose en una pintura de una hermosa mujer que asemejaba la misma belleza de Zafiro.

—No había visto esa pintura ¿Quién es?—

—La mujer que más he amado en la vida—

—¿La misma que asesinó Rogelio?—

—Sí, es una larga historia. Quizás algún día te la cuente—

Diablo se ahogó con un trago de Tequila al imaginar que esa mujer era la madre de Zafiro y posiblemente Santana su padre, por eso prefirió no preguntarle más al respecto. Una vez tratado el tema de su visita, Diablo se despidió de Antonio Santana para emprender su regreso a casa. Diablo acostumbraba ser muy reservado pero esta  vez le preguntó a Gato que pensaba él al respecto del cuadro y lo que Santana le había contado.

—Señor, la mujer es idéntica a la señorita Zafiro. Si ella era la esposa de Rogelio, lo más posible es que Zafiro sea su hija, pero teniendo en cuenta que Rogelio es estéril y que es imposible que hubiese convertido a su propia hija en su amante. Todo confirma que Zafiro es el fruto de esa infidelidad y por eso Rogelio asesinó a su esposa y en venganza tenía a la hija de Santana como amante. Esa es mi humilde apreciación señor—

—Muy real Gato. Yo también deduje lo mismo. Solo tengo que comprobarlo antes de usar esa información—

—¿Piensa decirle a Santana?

—No me conviene, por el momento voy a mantener todo esto en secreto. Espero tu discreción en este asunto. También quiero pedirte que si algún día ves que quiero hacerle daño a Zafiro, la protejas aún en contra de mi voluntad. No permitas que nadie incluso yo la lastime de nuevo—

—Se lo prometo señor, cuente conmigo—

Una vez Gitana y Zafiro hicieron las compras regresaron a la casa llenas de enormes paquetes y bolsas con incalculables cosas que Gitana le hizo comprar a la chica aún en contra de su propia voluntad. Ya en la habitación le ayudó a acomodar todas sus cosas en perfecto orden, observando una nota que evidentemente tenía la letra del diablo y una hermosa rosa roja.

—¿Esta nota? ¿Quién te la escribió?— preguntó Gitana.

—Estaba en mi cama cuando desperté— respondió Zafiro.

—Hija, es la letra del Diablo.—

—Supongo que sí—

—Por lo que leo ya estuviste con él—

—Sí, pero me trató como a otra chica del burdel. Solo le faltó tirar el dinero por los servicios prestados—

—Zafiro, conozco al Diablo hace años. Nunca le he visto calentar la misma cama más de una noche,ni regalar una rosa a una mujer y menos pedir disculpas. Tiene que haber visto algo especial en ti para que actúe de esa forma—

—Lo dudo, en verdad me trató muy mal—

—Yo sé que lo quieres, no te desanimes que ese hombre es tuyo. Solo que él no sabe amar. Lo vien mis cartas hace tiempo—




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