El Diablo también llora

Capítulo 11

Walter observa en las afueras del burdel como salía el Diablo en compañía de  Zafiro y su perro Ranger que evidentemente no lo desamparaba. Diablo estaba custodiado por 10 hombres que pertenecían a su guardia personal de seguridad, hecho que hacía muy complicado abordarlo sin levantar sospecha. Encendieron los carros y partieron mientras Walter los seguía respetando la distancia para evitar ser descubierto. Diablo llevó a Zafiro a un restaurante sencillo pero muy bonito, con el fin de evitar comentarios porque él era un personaje bastante reconocido en la ciudad, muy querido por los hombres y odiado por las damas respetables aunque en el silencio de su habitación era el hombre que despertaba las bajas pasiones de más de una de ella. Walter esperó paciente hasta que salieran del restaurante mientras fumaba unos cuantos cigarrillos, le parecía muy extraña la forma en que se estaba comportando el Diablo, quizás si se encontraba enamorado de la chica como lo había dicho Karina.

Cada vez que el Diablo salía Gitana quedaba a cargo del burdel, ella estaba pendiente que todo marchara bien aunque existían varias personas tenían funciones específicas para ello era necesario ser supervisado ya que los problemas siempre estaban presentes y esa noche no era la excepción.

Cuando terminaron de cenar Diablo le pidió a Zafiro que lo acompañase donde un socio al que debía entregarle algo. Entonces sacó el teléfono y sin que ella se diese cuenta marcó a Santana.

—Santana, ¿Estás en la ciudad? ¿En tú casa?—

—¡Buenas noches Diablo! Así es—

—Entonces despide a tu compañía porque voy con Zafiro. Recibí los resultados del ADN esta tarde, efectivamente es tu hija. Mucho cuidado con lo que dices—

—¡MI HIJA! Amalia no perdió su bebé… ¡ES ZAFIRO! Diablo, ¿Cómo demonios conseguiste mi ADN?—

—Tengo mis métodos pero en este momento no puedo explicártelo. Escúchame muy bien, por ningún motivo Zafiro puede enterarse de la verdad en este momento—

—Está bien es mejor que no se entere que soy su padre—

Diablo y Zafiro partiendo rumbo a la casa de Santana mientras Walter, continuaba siguiendolos desde la distancia para no ser descubierto. Para él era más que evidente que las sospechas de Rogelio eran ciertas, Santana estaba detrás de toda la venganza emprendida por el Diablo. Aunque él desconocía las razones por las cuales Santana quisiera vengarse de su patrón.

Cuando llegaron a la casa de Santana, los recibió el hombre que estaba a cargo de todos sus negocios y que siempre lo acompañaba a todo lugar Patricio Herrera, este al ver a Zafiro quedó impactado hecho que el Diablo percató y no le agradó mucho, menos porque ambos no llevaban una buena relación, Zafiro por su parte fue muy cordial con  él y le sonrió inocente sin darse cuenta de nada mientras el Diablo no soltó la mano de su mujer. Al mismo tiempo que le lanzaba una mirada de advertencia a Patricio. Santana los recibió con una sonrisa disipando la tensión que se vivía en el lugar y que él ya había percatado.

—Diablo, que gusto tenerte en mi casa y más cuando traes tan agradable compañía. ¡Sabes que siempre eres bienvenido!—

—¡El gusto es mío Santana! Aunque no todas las personas que viven en tu casa son tan agradables. Quiero presentarte a mi mujer. Ella es Zafiro, la chica que viste el otro día en la oficina— Intervino el Diablo

—Señor mucho gusto Zafiro Méndez—

—Hija el gusto es verdaderamente mío, Antonio Santana, para servirte— las manos de Santana estaban temblorosas y aunque trataba de disimular su felicidad era evidente que algo pasaba.

—Zafiro, puedes tener la seguridad que si algún día necesitas ayuda y yo no estoy puedes recurrir a Santana, te puedo asegurar que nunca te va hacer daño alguno— agregó el Diablo con mucha serenidad.

—Gracias lo tendré presente—

Santana sintió como su corazón se estremeció en el pecho al ver a su hija que no era más que el vivo retrato de Amalia, el amor de su vida. Era increíble pero tenía una hija y un motivo más para odiar a Rogelio López y ayudar al Diablo a vengarse de él; sin duda lo había alejado de su hija, convirtiéndola vilmente en su amante,  aún en contra de la propia voluntad de Zafiro.

Walter una vez comprobó sus sospechas fue inmediatamente a informar a su jefe quien se encontraba departiendo en su casa, en compañía de Karina, su nueva amante de turno.

—Señor Rogelio, disculpe la hora pero la información que tengo no da espera—

—Para que vengas a mi casa después de media noche, supongo que debe ser así ¿Cuéntame?—

—Usted tiene toda la razón. El Diablo y Santana son cómplices, Santana estuvo en el burdel esta mañana y en la noche el Diablo fue a su casa en compañía de la señora Zafiro.

—¿Cómo sabes esto?—

—Los estaba siguiendo—

—¡MALDITOS MAL NACIDOS! Tendré que aplastar esas dos cucarachas. Santana va a recuperar a su hija, tengo que hacer algo para evitarlo—

—Discúlpeme señor, no le entiendo. ¿La señora Zafiro es hija de Santana?—

—Sí, es el fruto del engaño de mi mujer con ese desgraciado que yo consideré mi amigo alguna vez—

—¿Qué quiere que haga al respecto?—

—Debo pensar, vete yo te llamo y tú Karina ni una sola palabra de lo que has escuchado porque de ser así te mueres en este mismo momento—




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