El Diablo también llora

Capítulo 17

Walter amaneció dormido, estaba exhausto de los días que llevaba sin descansar. Pero una llamada lo sacó de su profundo sueño.

—¡Buenos días! Señor usted me dijo que lo podía llamar. Anoche escapé del burdel y no tengo familia ni a quien recurrir. ¡Espero no incomodarte!— dijo Rubí bastante nerviosa.

—¿Dónde te encuentras?— contestó Walter muy sorprendido.

—En un parque en medio de la ciudad, pero no conozco el lugar.

—¿Cómo te llamas?.

—Rubí.

—Rubí, indícame la dirección y me esperas en un lugar seguro yo te recojo enseguida.

Walter se ducho y salió de prisa en busca de la chica del burdel sin saber realmente porque lo hacía pero su corazón le pedí ayudarla aunque su razón le decía que era un idiota.

Walter llegó al lugar indicado por la chica pero no podía verla, camino despacio con las manos en su chaqueta donde empuñaba una pistola, lista para disparar si se presentaba algún contratiempo. De repente sintió unas manos suaves y frías que se aferraron a su espalda, el giro tan deprisa que la chica cayó al suelo. Walter guardó el arma y la ayudó a levantarse mientras le pedía disculpas.

—¡Lo siento Rubí!

—No se preocupe señor, soy una torpe.

—No digas eso, fue mi culpa. Ven vamos al automóvil  este lugar no es seguro para mí, me estoy arriesgando demasiado.

— Señor no es mi intención causarle problemas.

—Vivo rodeado de problemas, se aprende a vivir con ellos no te preocupes.

Subieron al automóvil mientras la chica no salía de su asombro al ver lo lujoso que era en su interior, el trataba de alejarse sin levantar sospecha y observando siempre el retrovisor para evitar ser seguido.

—Rubí, te voy a decir algo y tienes que prestar mucha atención porque no lo voy a repetir.

—Sí señor. Lo escucho.

—No soy tu ángel protector ni nada de lo que te estás imaginando, soy un asesino, me dedico a negocios turbios que no te voy a explicar con detalles, mi vida siempre está llena de peligro y por lo tanto tú también corres riesgo.

Te voy a dar dos opciones para que escojas una: detengo el automóvil en el primer paradero de buses que encuentre, te doy dinero suficiente para que huyas lo más lejos posible y empieces una nueva vida lejos de esta ciudad o te llevo a mi apartamento y te convierto en mi amante, no te voy a ofrecer una vida de princesa pero tampoco te va a faltar nada conmigo. No se porque hago esto pero te puedo asegurar que desde que te vi no puedo sacar tu imagen de mi maldita cabeza.

—Señor usted ha hecho por mí más de lo que cualquier persona haría por una desconocida. Me quedo con usted. 

—Niña eres una tonta, estás segura de lo que acabas de decir. Una vez que entres en mi vida no te voy a permitir salir tan fácil. Conmigo vas a correr peligro.

—No me importa.

Walter llevó a la chica a su apartamento, ella estaba totalmente sorprendida porque era mucho más de lo que esperaba ver y está acostumbrada a tener. Sus ojos se iluminaron de alegría cuando él le enseñó el lugar, Rubí depositó un beso en los labios de Walter, él respondió ansioso de poseerla deslizando su mano por debajo de su vestido hasta llegar al punto más alto de la excitación de la chica, con la lengua recorrió cada parte del cuerpo de ella, depositando besos sin control. La hizo suya de todas las maneras posibles con un deseo insaciable, mientras ella por primera vez en su vida experimentaba una explosión de emociones que la hizo liberarse hasta quedar exhausta, sobre las sábanas revueltas de la cama. Walter estaba casi sin aliento viendo la hermosa figura tallada y delicada de la joven amante que reposaba sobre su lecho. Por primera vez sentía algo diferente por una mujer que no fuera solo deseo sexual, apagó el teléfono porque ese día no quería ser interrumpido por nadie y pidió la cena mientras la chica dormía plácidamente en sus brazos.

Santana por su parte estaba muy emocionado haciendo los preparativos para recibir a su hija en la casa. Una vez que Zafiro saliera de la  clínica la llevaría a vivir con él, ya que ella se rehusaba a irse con el Diablo. Él pidió a sus empleados adecuar una de las habitaciones lo más cómoda posible para su hija, ante la sorpresa del personal que desconocían la existencia de la chica.

Diablo pasó toda la noche en la clínica pero Zafiro lo miraba con miedo, él sentía que lo despreciaba una y otra vez que trataba de acercarse a ella. Quizás lo había olvidado para siempre y la relación que existía entre los dos había quedado en el pasado, a pesar de esto él la amaba profundamente y no pensaba alejarse de ella. 

Gitana regresó a la clínica al anochecer en compañía de Gato, lo mismo que Santana. Se cruzaron en el parqueadero mientras sus miradas demostraban que habían heridas que aún no estaban sanas entre ambos.

—Rosana ¿Podemos hablar?— preguntó Santana.

—No me llames así, mi nombre es Gitana— contestó ella apurando el paso.

—¿Aún me guardas rencor?— insistió Santana.

—Tengo motivos para hacerlo. Usted no significa más que la desgracia en mi vida.

Él se interpuso en su camino y haciendo que ella se detuviera en contra de su propia voluntad.




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