El Diablo fue el primero en entrar al garaje. Su mirada malévola le hizo temer el peor destino a Walter que en diferentes ocasiones había hecho lo mismo con enemigos de Rogelio. Los otros tres hombres solo se convirtieron en espectadores, colocaron tres sillas y se sentaron en primera fila para deleitarse con el espectáculo que iban a presenciar.
Diablo se quitó la camisa dejando al descubierto un musculoso cuerpo marcado por unas cuantas cicatrices, evidencia que su tiempo en las calles no fue lo mejor y varios tatuajes que no le gustaba mostrar por alguna razón. Walter estaba atado de pies y manos a unas cadenas que lo sujetaban y le impedía moverse.
— ¡Walter, Walter! No sabes cómo había esperado este momento— habló el Diablo.
— No me digas— respondió Walter con una sonrisa irónica.
Diablo le propinó dos fuertes golpes en el estómago y la cara ocasionando que sangrara por boca y nariz.
— Dime algo! quién le propinó la paliza a Zafiro ¿Tú o Rogelio?
Walter guardó silencio y Diablo lo volvió a golpear sin compasión. Los recuerdos de una niñez cruel llena de prohibiciones, las humillaciones a las que había sido sometido, la ausencia del amor de su madre pasaron por la mente de Walter. Al igual que el recuerdo de tantos muertos que llevaba en su conciencia. Su alma estaba manchada con sangre, Walter había sido entrenado para matar desde niño pero ahora él era el verdugo.
— ¿Quién golpeó a Zafiro? Preguntó nuevamente el Diablo.
— Ella se entregó sola... Rogelio se encargó de ella yo solo la abandoné dónde él me indicó.
— ¿Quién colocó los explosivos en el burdel?
— Martín Reinosa.
— Maldito hijo de &#&#@.
Diablo continúo golpeando a Walter sin compasión ante la mirada de los otros hombres que no se atrevían a intervenir porque consideraban que Diablo era el más indicado para este trabajo.
Zafiro salió de la habitación en busca de Gitana que se había ido a traer un vaso con agua y no volvió de regreso. Se sorprendió al ver como un enorme perro corría por el pasillo y se abalanzó sobre ella haciendo que perdiera el equilibrio, los dos cayeran al suelo pero ella no se ocasionó daño alguno. El perro empezó a lamer las manos de Zafiro mientras gemía emocionado. En ese instante ella recordó aquel día que Ranger la había encontrado en medio de la nada, el fuerte golpe en la cabeza y aquel hombre sexi y apuesto con cara de malo que la tomó en sus fuertes brazos.
— ¡Diablo! Es cierto. Ranger ¿qué haces aquí en este lugar? Diablo debe estar con Santana. No entiendo nada porque Santana dice ser mi padre. Amigo mío me alegra tanto verte, no sabes lo feliz que haces mi corazón.
Ella abrazo fuerte a Ranger, mientras el perro la invitó a seguirlo por el pasillo que conducía al jardín. Zafiro apresuró sus pasos, cruzaron un enorme jardín compuesto por rosas de todos los colores, ella se detuvo un segundo para aspirar el aroma que producía aquel lugar maravilloso pero Ranger la seguía invitando a continuar un camino que conducía un garaje. Ella pensó en regresar pero unos gemidos de dolor la hicieron horrorizar, con sus pies temblorosos prosiguió su camino hasta llegar a la puerta. Pensó en regresar a la casa sin embargo al escuchar la voz del Diablo se detuvo y armada de valor ingresó al garaje y la escena que vió la aterrorizó. Walter estaba totalmente ensangrentado mientras Diablo lo golpeaba sin compasión, sintió que ese hombre que estaba enfrente de ella no era él que tanto amaba y un fuerte grito chillón los sorprendió a todos.
— ¡Cristian! Basta no lastimes más a Walter por favor.
Diablo se quedó paralizado porqué en muchos años nadie le había hablado por su nombre y la única que lo conocía era Zafiro, Santana por su parte se ahogó en tos al querer intervenir, Patricio en cambio sonrió con satisfacción y Gato quedes conocía el nombre del Diablo se sorprendió. Zafiro caminó hacia Walter y tocó su rostro con compasión mientras le lanzaba una mirada asesina al Diablo.
— ¡Walter escúchame! No voy a permitir que te hagan más daño.
— Señora… yo no merezco su compasión… menos cuando no hice nada para evitar... lo que RogelioLópez le hizo.
—No recuerdo lo que me hizo pero sí sé que tú me ayudaste a escapar y eso todavía te lo debo.
Fijó su mirada en el Diablo queriendo asesinarlo con ella, mientras él maldecía en voz baja que ella no lo recordase pero si se colocaba de parte de sus enemigos.
— ¡El Diablo basta! no quiero que le hagas más daño Walter.
— ¡Zafiro no te metas en esto! Regresa a la casa. — Lo voy hacer porque te amo y no quiero ver cómo derramas la sangre de Walter. Entiende algo, tú verdadero enemigo es Rogelio, Walter no es más que un títere de ese asesino.
— ¿Recuperaste la memoria? no puede ser ¿te acuerdas de mí? Zafiro ¿me recuerdas?
Ella se acercó a él y lo abrazó quebrando todos su orgullo y esa coraza de hombre rudo y asesino que siempre llevaba puesto. Luego fijó su mirada hacia Santana quien no salía de su asombro.
— Creo que me deben una explicación pero será en otro momento, hay muchas cosas que no entiendo señor Santana.
En ese momento ingresó Gitana al garaje y al ver a Walter también se sorprendió.
Editado: 28.10.2022